—Bienvenido al Tribunal de Phygrabio, sir Sarquis Phaelrab.
—¿Disculpa?
—Parece que no recuerda la consulta previa que tuvimos —comentó Lady J.
—Pensé que era una broma.
—De la misma forma que usted pensó que era una broma lo que hizo —comentó el Tribunal.
—¿Al menos me pueden decir de qué están hablando?
—Temo que no recuerda lo que hizo contra el Occiso.
—Así es. Usted denigró su imagen, y desplazó su propia culpa a otros, sembrando discordia y conflictos progresivos —añadió el Tribunal de Phygrabio—. Eso indican los cargos, y las evidencias han de confirmarlo.
—También denigró a varias personas con una humillación similar a la hecha contra el testigo.
—¿Con qué evidencias lo afirman? ¿De qué Occiso hablan?
—Al César, lo que es del César. Las evidencias se expondrán primero —aclaró el Tribunal de Phygrabio—. Espejo del trono blanco, refleja el pasado.
—No lo entiendo, yo... yo no fui —insistió el acusado, tras ver cómo el objeto ilustraba las bizarras actitudes de Sarquis.
—Tantos inocentes siendo acusados de cometer acoso, y usted lo cometió realmente —dijo Lady J.
—Y peor aún, presumió sus actos con los conocidos de sus víctimas como si fuese algo a recompensar —dijo Lady V..
—Lo realmente despreciable es la manipulación que mostró. Usted convenció a todos de que no tenía nada que ver, y que la culpa era de sus víctimas por dejarse llevar.
—No esperaba que a ellos les molestara. Los estaba haciendo resaltar.
—Claro que sí, los exhibía por motivos horrendos. Por eso mismo negaba haberlos expuesto, como lo hizo con el Occiso.
—A ver, ¿dónde está ese Occiso?
—Es aquel encapuchado frente a usted —respondió el Tribunal, señalando al misterioso ente que clavaba su vista en el acusado, mismo que había aparecido en el espejo.
—Bésame, idiota —dijo Sarquis, tras reconocer la mirada del Occiso.
—Muestre respeto, por favor —dijo Lady J.
—Yo no fui, fue la loca que está a su lado.
—¿Loca? Vaya personaje resultas ser —dijo Lady V.
—Paciencia, hermana. Tu reacción es lo que él quiere.
—Y la habrá —comentó el acusado, esfumándose para reaparecer detrás de Lady V.
—¿Pero qué está haciendo? —gritó la chica tras ser manoseada por Sarquis.
—¡Insolente! —reaccionó Lady J, golpeando al acusado con su bastón.
—¡Orden en la sala! —gritó el Tribunal, dando un golpe tan fuerte que generó ondas capaces de aturdir a Sarquis. Cuando el chico parpadeó, notó que se hallaba atado con un brillante lazo.
—Espero que eso le enseñe a comportarse —dijo Lady V.
—Por favor, suéltenme. Háganlo y les daré los lujos que quieran.
—¿Por parte de alguien como usted? Por supuesto —concluyó Lady J.
—Mantengan la calma —dijo el Tribunal— estimado Sarquis, ¿qué tiene que decir en su defensa?
—Ya dije lo que tenía que decir. Si ustedes lo tomaron personal, debieron decirlo en su momento, ¿por qué justo ahora?
—Porque a partir de ahora le pesará esto.
—¿De qué hablas, bombón?
—No me vuelva a faltar al respeto —dijo Lady V, dando un chasquido que provocó una descarga eléctrica en Sarquis.
—¿Qué demonios te pasa?
—Yo no lo hice, fue tu cliente.
—¿Cuál cliente? —dijo Sarquis, mas su pregunta no sería respondida, pues un parpadeo llevó a que Sarquis apareciera en un cuarto blanco, donde una chica le arrojaba una bofetada tras otra, mientras un colega contemplaba lo sucedido.
—No tienes idea de cómo disfruto ver cuando estas personas reciben una cucharada de su propia medicina —comentó Lady V.
—De verdad no creo que cambie —agregó Lady J—. Alguien así de farsante y victimista es muy peligroso, pero es bueno ver que el destino está haciendo lo suyo.
—Así es, nadie se salva de pagar la cuenta pendiente.
—Debemos procurar que no vuelva a salirse de control. De verdad me sorprendió lo que hizo en el Tribunal.
—Sí, es la primera vez que veo una influencia así.
—Y aplaudo la paciencia que el Tribunal y el Occiso han mostrado.
—Por ahora.
—Buen punto. Es importante estar preparadas para los casos próximos.
—Y para sus posibles trucos.