Luna.
4.🌙
La dignidad no puede perderse pero fue cegada por la rabia y la impotencia de ver a mi hijo ser menospreciado por el hombre que lo engendró en mi vientre, que me ayudó a crearlo, que prácticamente estuvo pero a la vez no. Recordar mi embarazo me pone realmente sentimental, me duele pensar en mis primeros meses de embarazo porque fueron una completa tortura al lado de Kai, era cruel conmigo como si fuera mi culpa todo lo que nos estaba pasando, yo no hice a Vincent sola.
Saboreé las palabras que me dijo hace un tiempo, “yo no quiero hijos” y lo confirmo, es un malnacido que nunca mereció tener a dos niños tan buenos y tan preciosos como lo son George y Vincent, y mucho menos mereció casarse con Aurora y estar conmigo. Merece quedarse solo, pudrirse en su miseria.
—El libro se está vendiendo como pan caliente, tiene mucho revuelo ahora que Aurora ha dado declaraciones sobre su matrimonio con Kai y la relación que actualmente presume con su hijo en redes.
Mi editor me felicita sonriéndome y yo finalmente sentí que hice algo bien, aparte de mi bebé.
Al salir de la oficina Cecilia y Vincent esperan por mi, tengo en mis manos un ejemplar en físico de mi libros “Bajo los Lamentos de la Luna” dónde declaro que fui parte de un plan muy macabro, que fui utilizada y que viví un maltrato horrible al lado de Kai durante todo mi embarazo.
—¿Ahora que queda por hacer? —. Me pregunta mi mejor amiga al salir, tenía planeado pasear con mi hijo, hace mucho que no lo hago.
—¿Helado y parque? Vincent se encuentra entusiasmado. —. Él estaba en su carriola viendo con una pequeña sonrisa todo a su alrededor.
Budapest es hermoso y me alegra que mi hijo crezca en un país calmado y alejado de todo ese drama que reside en Estados Unidos, lo quiero lejos de aquel que supuestamente es su padre y de todas aquellas personas que puedan dañar a mi hijo. Defenderé siempre a Vincent de cualquier persona.
—Hay algo que nunca te dije, Luna… y es que estoy orgullosa de ti y de como proteges a tu hijo de todos y de todo, de las críticas y señalamientos que recibe por ser hijo de Kai.
Me dolió mucho tenerlo, mi parto fue traumático hasta el punto de no querer embarazarme de nuevo. Es mi único hijo y me dolió tanto que puedo defenderlo hasta de mis familiares de ser necesario. Si tengo a Vincent no necesito de más nadie.
—Es mi familia, Ceci, sin Él mi vida no tendría sentido.
Lo tomé entre mis brazos y observé, es tan parecido a mi que quizás por eso Kai no lo quiere, no tiene absolutamente nada de los Masen y lo agradezco mucho, prefiero que sea mi retrato al de su padre.
—Te amo. —. Besé su frente infantil, con adoración. Es mi creación más perfecta.
Cecilia nos permite tener nuestro momento de madre e hijo yendo a la heladería por los conos de helados mientras que nosotros nos quedamos en el parque jugando con sus muñecos sobre una manta. Es otoño por lo que ahora hay millones de hojas anaranjadas adornando el suelo, los árboles desnudos nos dan esperanzas, siempre vuelven a verse perfectos al culminar la temporada.
Me encuentro en mi metamorfosis personal donde trato de reencontrarme como persona, como mujer y como madre, ser la mejor versión que mi hijo necesita y la que mi familia debe de tener.
Vincent avienta una pelota de plástico pequeña al otro lado del árbol, él se entretuvo con un muñeco de acción de un muñeco que ve en la televisión y que le encanta, aprovecho su momento de tranquilidad para ir por la pelota. Al inclinarme para tomarla otra mano hace exactamente lo mismo.
Elevé con curiosidad mi mirada al frente de esa persona y se trataba de un chico, es condenadamente alto, inclusive más alto que el marrano de Kai. Su cabello es de un color negro intenso, tan intenso que parecía ser pintado a base de tintes estéticos, su piel es lechosa y delicada, sus ojos de un color gris plomo brillante. Me sonrió y señaló la pelotita
—Justamente pensaba en llevártela, te vi ocupada con tu bebé que quise ayudar.
Y su voz, era gruesa y segura, había seguridad en ella.
—Te lo agradezco y si, afortunadamente mi hijo es tranquilo.
Él extiende su mano al centro, estrechándola con la mía.
—Maverick Gideon.
Le devuelvo el saludo, sonriente.
—Luna Connor.
🌙
Si, es alguien realmente agradable y bien parecido pero ese tiempo para mí ya se esfumó. Estaba en la onda de madre a tiempo completo y escritora por las noches, no había espacio en mi rutina tiempo para enamorarme, para salir a citas y aunque Maverick me parezca alguien bien me temo que tendrá que buscar en otra parte. Ahora, me encuentro en la soledad de mi oficina, mi hijo dormía plácidamente en su corral mientras que yo intento concentrarme, cuando en eso entra Cecilia llorando.
Temí lo peor.
—¡Ha muerto Kai!
¿Qué…?
Hiperventilé alrededor de veintes veces, sentía mis manos ahora como dos cubos de hielos grandes. Él supuestamente seguía haciéndose sus jodidas quimioterapias como para que ahora venga a morir, y encima en Estados Unidos. Relamí mis labios pensando que hacer, o a quien llamar, pero el sonido estridente del teléfono móvil me lo impide.
—¿Aló? —. Del otro lado se escuchaban sollozos desgarradores, a juzgar por la llamada me temo que quien la ha hecho es nada menos que…
—Mi hijo murió, Luna…
Era la madre de Kai quien se había tomado la molestia de llamar al número de mi casa.
No soy buena con las palabras o para consolar o animar, soy más presencial, pero teniendo en cuenta que estoy al otro lado del mundo…
—Sentido Pésame, Señora Masen. —. ¿Qué más podría decirle a la madre del hombre que arruinó mi vida?
—Sería grata tu presencia en el sepelio de mi hijo, Luna…
¿De que forma podría decirle que ni muerto deseo volver a verle? Esto rebasa todo límite, me jodió la vida de mil maneras y me hizo abandonar mi país engañada para poder hacer de sus fechorías. Regresar a ese país que me hizo tanto daño sería algo verdaderamente agridulce. Sin embargo, no soy mala persona, soy una idiota por aceptar y permitir su ayuda para ir cuánto antes.
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Editado: 01.07.2025