Los latidos del corazón

Capitulo 2

Resuena la alarma en el tocador, el reloj marca el inicio de un nuevo día. Me ocupo de los quehaceres darios.

La historia de la abuela Rosa ronda constantemente mis pensamientos, anhelo retomar la conversación que tuvimos ayer.

Me encargo de todo lo más rápido posible y el resultado es, que después de 20 minutos estoy en la pequeña sala de la casa de mi abuela con una taza en las manos y ella sentada al frente.

— ¿Por dónde nos quedamos ?

Sus ojos conectan con los míos, me coloco derecha, ansiosa por escuchar más.

— Estaba por contarme qué pasó después de su nacimiento.

— Ya lo recuerdo — Sus ojos se arrugan al sonreír — tienes que recordar, que esta parte de la historia me la contaron mucho después, creo que me la contó mi padre.

*****

Margarita debía presentar a la niña a su supuesto padre, el hombre era rubio de ojos claros, este miró a la pequeña niña que era morena, de cabello negro y de apenas unas 3 semanas de haber llegado al mundo.

— Está es tu hija, Alfonso — acerca a la niña a su rostro — Es preciosa.

Alfonso aprieta los labios y toma dos pasos atrás dejando a Margarita disgustada.

— Eso — Señala — No creo que sea mío.

—¿ De qué estás hablando? — Margarita frunce el ceño tratando de recuperar la compostura.

— ¿Cómo me traes a una niña que no se parece en nada a mí ? — Alfonso enreda sus dedos en su cabello rubio.

— Tienes que hacerte responsable — de los ojos de Margarita cae una lágrima traicionera — ya tengo tres niños, necesito que me ayudes a criar a esta.

— ¡Fue tu decisión tenerla! — la única empleada que quedaba en la casa huye del lugar donde ocurre la pelea — si estabas pensando que te iba a dar dinero estás muy equivocada, eso no es mío.

La pequeña Rosa comenzó a llorar como si en ese momento supiera que estaba siendo rechazada; Margarita cae a los pies de Alfonso.

— Por favor — Sollozos se escuchan en el lugar — Es tuya...

Alfonso mira a la mujer que en algún momento le pareció atractiva, una mujer con la cuál solo quería divertirse, pero no sabe en qué momento las cosas comenzaron a ir mal.

— Le daré mi apellido y nada más, ahora levántate, la niña aún es muy pequeña.

Rosa aún lloraba en los brazos de su madre; por lo menos la niña sería reconocida y quizá más adelante se encariñé con ella, podría obtener un poco de dinero y comodidad.

— Gracias Alfonso, por lo menos Rosa será una niña reconocida, en el futuro no será rechazada por el pueblo, ya verás como dentro de poco tiempo te encariñas con ella.

— No te hagas falsas esperanzas, solo lo hago por esa pobre criatura, ella no tiene culpa de lo que su madre pueda ser.

Margarita presiona sus labios y uno de sus nudillos se tornan pálidos.

— Necesito un poco de dinero para...

— Te dije que no te daría nada más, se que esa niña no es mía, lo único que obtendrá es mi apellido y me iré de este pueblo dentro de pocos días.

—¿Qué?

—Como lo estás escuchando, espero que te vaya bien y no me busques.

Alfonso se marcha dejando a atrás a Margarita y la pequeña Rosa.

— ¡Alfonso!

Su nombre es que lo último que escucha de los labios una mujer que un día fue divertida y con la cuál no quería ningún compromiso, no tiene arrepentimientos, pero por alguna razón, no puede dejar de pensar en la bebé que llevaría su apellido, solo esperaba que la niña creciera sin problemas y no fuera igual a su madre.

Margarita no sabía que hacer, ya tenía tres niños que necesitaban su atención y cuidado, se suponía que esta niña sería su boleto a una mejor vida, una vida con lujos para ella, para sus hijos varones.

Rosa ya había entregado a la primera niña a sus abuelos, por ella recibió algo de dinero, dinero que se estaba terminando, las sirvientas costaban dinero y sus finas prendas igual, no se podía quedar sin nada.

— Mi pequeña Rosa — Margarita observaba a la niña con nuevos ojos — para que naciste con ese cabello tan negro, todo es tu culpa, pero de alguna manera me serás útil.

Sus palabras vacías resonaron en el pequeño salón, presagiando un futuro terrible para la pequeña, los únicos testigos fueron la bebé y una de las sirvientas más viejas de la casa, que estaba en una de las esquinas limpiando, mirando a la niña con amor y pesar.



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En el texto hay: familia, romance, vivencias

Editado: 16.10.2025

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