Los lazos del destino

Capítulo 1

-Déjame ya, estoy cansada de que siempre me repitas lo mismo.

-¡Y yo estoy cansado de que te pases el día sentada escribiendo tonterías! -Gritó.

-Es mi trabajo. Si no lo entiendes no tenemos nada que hacer. -Mi tono de voz continuaba inalterable.

-¡Me voy al bar! Me has puesto de un humor de perros y necesito relajarme. -Asentí mientras el salía dando un portazo.

Dos años llevábamos en la misma situación y yo no sabía como ponerle fin. James y yo nos conocimos durante una fiesta del estudio de arquitectura en el que ambos trabajábamos. Al principio todo era perfecto: me apoyaba en mi sueño de escribir e incluso teníamos cosas en común.

Tras un par de meses de relación decidimos irnos a vivir juntos; yo me mudé a la casa que él había heredado de sus abuelos, ya que yo vivía de alquiler. Un par de meses después de que comenzáramos a vivir juntos, me salió una oportunidad que no podía rechazar: una editorial se interesó por uno de mis libros y me ofreció un contrato irrechazable. Decidí dejar mi trabajo en el estudio y cumplir un sueño.

Spoiler: todo se fue al traste.

A él lo despidieron por bajo rendimiento al poco tiempo y desde entonces no se ha molestado en buscar trabajo. Con lo que yo gano hago auténticos malabares para poder pagar facturas, comer ambos y costearle sus vicios.

Desde que todo ocurrió, nuestras broncas son constantes; él quiere que deje mi sueño a un lado para buscar un trabajo que pueda mantenernos a los dos, algo que no estoy dispuesta a hacer.

Estoy cansada de esta situación y la culpa es mía por no ponerle punto y final.

Termino de escribir un capítulo en el que llevaba trabajando la última semana y me doy una ducha. Sé que cuando James se va al bar, no regresa hasta bien entrada la noche.

Salgo de la ducha envuelta en la toalla más grande que tengo y mientras me seco el cabello suena mi teléfono móvil, el cuál he dejado en el dormitorio principal.

-¿Diga? -Descuelgo sin haberme molestado en mirar quien llamaba.

-¿Dana? -pregunta una voz masculina con incertidumbre.

-Si. ¿Quién llama?

-Soy Izan. -Responde cortante.

Por un momento pienso que me están tomando el pelo, hace más de siete años que no sé nada de él.

-¿Izan Davis? -

-Él mismo que viste y calza ja ja ja

No me lo creo, llevo tanto tiempo sin saber nada de él que no he reconocido ni su voz.

-¡Izan! Hace tanto que no hablamos que pensaba que me estaban tomando el pelo je je. -Río ante la situación.

-Te llamaba para decirte que he vuelto al pueblo.

Ahora si que me he quedado a cuadros. Me mantengo unos minutos en silencio intentando procesar lo que acaba de decirme.

-¿Dana? -Pregunta pensando que le he colgado.

-Sigo aquí, perdona es que aun estoy procesando lo que acaba de ocurrir.

Lo más surrealista de todo esto es que yo sigo envuelta en una toalla y con el pelo a medio secar. El suelo está quedando encharcado del agua que todavía gotea por mi cuerpo.

¿Podemos vernos?

-Claro, por supuesto, tengo muchas ganas de verte. -La sonrisa que cubre mi rostro es la más grande que he tenido en meses.

-Te mando la ubicación de mi casa, aún la estoy organizando pero podemos tomar una copa mientras nos ponemos al día.

Cuelgo y me dirijo al baño tan deprisa que casi me mato con el charco que he dejado en el dormitorio. Tendré que secarlo antes de marcharme pero es que estoy tan nerviosa que no puedo ni pensar con claridad.

Izan y yo nos conocemos desde que éramos unos críos. Nuestra amistad era como un faro que nos iluminaba en la más oscura noche, un pilar fundamental en nuestras vidas.

Fuimos a la universidad juntos, aunque él estudió derecho y yo arquitectura. Nos apoyábamos en todo, sobre todo cuando a mi me rompían el corazón y él estaba ahí para sacarme una sonrisa. Mi abuela decía que éramos almas gemelas, aunque nunca sentimos nada romántico el uno por el otro, siempre fuimos amigos, casi como hermanos.

Me he vestido con algo sencillo: vaqueros y deportivas con una camiseta de manga corta básica. No quiero arreglarme porque no vamos a salir y él seguramente vaya con algo de sport porque está en medio de una mudanza. El pelo lo he recogido en una coleta alta y me he pintado un poco la raya del ojo en color negro, es como mi seña de identidad.

Vive en una urbanización que hicieron nueva hará un par de años, está a unos 15 minutos de mi casa a pie. No tengo coche porque nunca lo he necesitado, aunque Pinefield es un pueblo bastante pequeño tenemos todo tipo de comercios, así que no necesitamos salir fuera.

Caminar estos 15 minutos me vendrá bien para despejar la mente y reorganizar mis ideas, también llevo una libreta y bolígrafo en el bolso por si me viene la inspiración repentinamente, aunque esto ocurre poco.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.