Llego a casa con una resaca que me recuerda donde he pasado la noche y que James debe estar echando humo por la boca. Voy hasta la habitación principal y la cama está desecha pero James no está por ninguna parte. Me quito la ropa y voy hacia el cuarto de baño dispuesta a darme una ducha bien caliente que aligere la tensión que siento sobre los hombros. Abro el grifo y en cuanto el agua comienza a caer sobre mi cuerpo rememoro la noche anterior; hacía muchísimo tiempo que no hacia esto, echaba tantísimo de menos a mi mejor amigo.
Me pongo algo cómodo y me tomo un ibuprofeno para pasar este horrible dolor de cabeza. Me siento a escribir, tengo que terminar el libro que tengo entre manos porque el plazo de la editorial empieza a agotarse. Faltan menos de dos semanas para que tenga que entregar el primer borrador de la novela y aun voy por la mitad de la misma, la falta de inspiración me acosa a diario, sin embargo, hoy me siento preparada para sentarme delante del ordenador.
-----
Llega la noche y James vuelve borracho como una cuba, no ha pasado por casa en todo el día pero la cama deshecha me confirmó que había pasado la noche aquí. A veces pienso que ese bar se mantiene a flote solo por él, se deja la mitad de mi sueldo ahí y después soy yo la que se preocupa por llegar a fin de mes.
-¿Dónde has estado esta noche zorra? -me insulta mientras se tambalea para llegar hasta el sofá.
-Respétame James, no se te ocurra insultarme una sola vez más. -No levanto la voz, pero el tono que empleo es suficiente como para que se de cuenta de que a mi no debe tratarme así.
-Eres una zorra, seguro que has pasado la noche follándote al primero que se te puso a tiro.
Me meto en la cocina para prepararme algo de comer. No estoy dispuesta a seguir escuchando los insultos de un borracho. Saco lechuga, tomate y media cebolla, con esto prepararé una ensalada.
Estoy cortando el tomate en rodajas cuando siento que alguien me tira del pelo hacia atrás.
-¡AAH! -grito intentando zafarme de su agarre sin éxito, mientras siento como el cuchillo se resbala de entre mis dedos y cae al suelo. -Suéltame James, por favor. -Odio suplicar, pero ahora mismo no tengo otra opción. Me tiene cogida del pelo y su cara está pegada a la mía. Huelo su apestoso aliento a alcohol y tengo que reprimir una arcada.
-Nunca más vas a volver a dejarme solo durante la noche. ¿Me has entendido?
-Sssi... -balbuceo como puedo.
-Ahora prepárame la cena. -Dice mientras me suelta del pelo y él vuelve al salón tambaleándose.
Tengo que salir de aquí. Esa es la única frase que se me viene a la mente. Nunca me había puesto la mano encima; hasta ahora nuestra relación se basaba en broncas constantes e insultos, pero no en esto. Sé que se dormirá dentro de poco y esa será mi oportunidad para recoger mis cosas y marcharme. No pienso pasar una noche más bajo el mismo techo que este hombre.
-----
Como bien había pensado, se ha dormido en el sofá. Dejo la ensalada sobre la mesa porque se me ha cerrado el estómago, prefiero no darle tiempo a que vuelva a despertarse. Bajo la maleta que está sobre el armario y empiezo a meter toda mi ropa de cualquier forma, no hay tiempo para ser cuidadosa. Siento una sensación de pavor ante la posibilidad de que se despierte imposible de ignorar.
Estoy recogiendo mis cosas del baño con la puerta abierta para poder seguir escuchando su pesada respiración, eso me confirma que sigue dormido. Solo queda recoger mis libros y el ordenador, afortunadamente no he ido acumulando muchas pertenencias en esta casa.
Una vez lo tengo todo recogido -mi vida estos últimos años cabe en una maleta- salgo de la casa sin las llaves, no pienso volver aquí nunca más. Tengo todas mis pertenencias y mis tarjetas del banco, afortunadamente siempre hemos mantenido cuentas separadas.
Camino con miedo y mirando hacia atrás con cada paso que doy. He cerrado la puerta lo más despacio que he podido y evitando hacer el menor ruido, pero la sensación de miedo se niega a abandonarme. No he avisado a Izan de nada de esto, pero en mi mente solo estaba la imperiosa necesidad de salir de ahí cuanto antes. Solo espero no interrumpir ninguna cita porque sería de lo más desagradable.
Llego a su casa y veo la luz del salón encendida, sé que está en casa pero no tengo forma de averiguar si hay alguien más con él. Llamo a la puerta rezando para que esté solo.
-Dana, ¿qué ha ocurrido? -Dice con un de de asombro y preocupación a la vez.