¡Oh, Lucifer!

Decir que María Lucia Fernanda Paz Mondragón carece de empatía, es quedarse corto, Lucifer como se apoda en cada red social de los espacios virtuales, es una mujer de veintidós años cuyo espíritu plagado de furia ha forjado en sí una personalidad siniestra con rasgos psicóticos, la cual alimenta con pensamientos retorcidos. María Lucia Fernanda, odia su primer nombre y aunque no se atreve a cambiarlo por la vía de tramitación legal, lo altera en su otro mundo; el internet. Y es justo allí donde transcurre la mayor parte de su vida, pues su rutina diaria consiste en pasar horas y horas mirando la pantalla de su ordenador. Se deleita explorando las páginas enfermizas que se despliegan por toda la web profunda, divirtiéndose con el infortunio de las víctimas que sucumben en las manos de los sicópatas que narran de manera visual el sufrimiento de ellas. Los vídeos snuff resultan ser un apetitoso plato para Lucifer, como si su vida dependiera de ello, se la pasa rastreando dónde localizarlos, le atrae de sobremanera la forma particular de cada muerte y más que nada la tortura que le precede. Ama ver cómo yacen, como se marchita el cuerpo humano antes que el vaho prismático de la vida esboce el último aliento. En este punto todo va medianamente bien, por llamarlo de algún modo, lo que nadie se imaginaría jamás, ocurriría y cambiaría la vida de varias personas para siempre.