Los mellizos Quintana

Capítulo 3.

En lo que llegaba el maestro, Ariana, que incluso escuchó la advertencia de Amanda hacia Erick, se dirigió con rapidez al otro salón para buscar a Ximena. Como corrió rápido, sin querer chocó con Víctor.

—Lo siento —se disculpó.

—Descuida, ¿pero por qué andas tan apurada?

—Luego te digo, tengo que ver a Ximena. —Sin decir más, volvió a correr hasta que llegó al salón indicado. Una vez allí, entró y se dirigió hasta su mejor amiga.

—¡Amiga, ¿qué crees?!

—¿Qué?

—Somos brujas.

—¿Eh? ¡Yo no soy eso!

—No, no, no entiendes, es que… —Bajó la voz—. Ahorita en literatura, nos tocó hacer parejas para un proyecto, y a Erick le tocó con Amanda.

—¡¿Que qué?!

—¡Sí! Pero no alces tanto la voz.

—Woah… Me siento impresionada… ¿Sabes qué? Me voy a sacar la lotería y mi padre me comprará un auto bonito…

—¡Ximena!

—¿Qué? Lo digo en serio.

En ese momento escucharon una risa sarcástica y voltearon hacia la persona que la emitió.

—Uy, pero ustedes se hacen las muy discretas y escuché todo. —Eva las miró con altanería—. En serio, Ariana, consíguete una vida y deja de acosar a mi hermano.

—¡Claro que no lo acoso! —Se defendió.

—Pues que te valga su vida, porque a él le vale la tuya, bruja.

—¡Hey!

—No lo dije yo, fuiste tú.

Ariana dio un zapatazo y decidió ignorarla.

—Xime, luego te veo, porque aquí hay gente estorbando.

—Sí, luego hablamos, nena…

Eva, que las seguía escuchando, quiso molestarlas un poco más.

—Ay, pero ustedes tienen mierda en el cerebro, ¿qué es eso de nena? ¿Y luego por qué me andaban preguntando el motivo por el cual que me salí del equipo?

Ximena rodó los ojos y Ariana se dio la media vuelta, meneando su cabellera en el acto, y se alejó con molestia. «Agh, ¿pero por qué son tan viles esos mellizos?» pensó mientras se iba.

 

***

 

Al siguiente día en la salida, Carlos estaba nervioso, pues era el día en que volvería a estudiar con Eva. No se puso de acuerdo con ella, pero fue a la biblioteca para esperarla, pensando iría al mismo lugar. Esperó unos quince minutos y, al ver que no llegaba, suspiró. Comenzó a guardar sus cosas pero en ese momento escuchó unos pasos dirigiéndose a él.

—¿Qué? ¿Ya te vas?

—¡Eva! —Exclamó—. Lo siento, es que como no dijiste nada, creí que no vendrías.

—Pues ya vine —dijo sentándose en una de las sillas—. Y bien, profesor, ¿ahora qué tema veremos?

—Eh, no, no soy tu profesor, soy solo un tutor temporal —rio un poco de forma nerviosa. Eva notó eso.

—Carlos, dime, ¿te pongo nervioso?

Él se ruborizó y la chica se aguantó la risa.

—No, qué va.

—Ah, mira, yo creí que sí.

—Bueno, empecemos. —Sacó el libro de física y cambió de tema abruptamente.

Cuando terminaron de estudiar, Eva se levantó se la silla para estirarse.

—Vaya, qué pesado es eso de estudiar tanto.

—Es cuestión de práctica. Aprendes rápido. Lograrás aprenderte todo antes del examen.

—Gracias —dijo con sinceridad—. Me tengo que ir.

—Te recomiendo que repases los temas que ya vimos, ¿pero cuándo volveremos a quedar para ver los siguientes temas?

—¿El lunes?

—Estaría bien, a menos que… —Se interrumpió a sí mismo.

—¿Qué?

—No, nada.

—¿Qué? ¡Dime!

—A menos que quieras ir a mi casa el fin de semana para estudiar —la invitó. Al ver que la chica no respondió rápido, se avergonzó—. Claro, si no tienes planes, digo, yo no tengo, pero eso no significa que tú no tengas…

—Por supuesto que tenía planes —dijo con tono tajante. Él se sobrecogió un poco. Esa reacción la divirtió, pero se esmeró para que su semblante siguiera serio.

—Sí, si no puedes no hay problema, digo, el lunes está bien…

—Puedo cambiar mis planes —mencionó con tono más suave, cosa que relajó a Carlos—. Digo, pensaba ver un maratón de películas, pero estudiar me conviene más en estos momentos.

—Ah… Yo creí que saldrías o algo así.

—Carlos, mi vida social ahora es más nula que la tuya; tú por lo menos tienes amigos.

—Oh, sí, creí que tal vez tendrías más amigos en otros lados y pues… —Dejó de hablar y, al notar que lo escuchaba con interés, atenta a qué diría, agregó—. Me callo.

—Haces bien. —Sacó su celular y se lo entregó. Él lo tomó sin saber qué hacer—. Escríbeme tu número, así podrás mandarme la ubicación de tu dirección.




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