En la siguiente semana Erick no habló mucho con Amanda, solo cuando ella le pasó la primera parte del ensayo para que lo terminara. Decidió hacerlo, no por la amenaza de su compañera, sino por él. El día en que les tocó entregar el trabajo, lo llevó concluido junto con su opinión, que estaba escrita en una hoja completa con letra pequeña. La chica incluso se llegó a impresionar por la calidad del proyecto.
—Quedó muy bien —le dijo Amanda. Él no le respondió.
Después de entregar los trabajos, el profesor Guerrero pasó a todos sus alumnos para que mostraran el dibujo de su personaje favorito. La primera en pasar fue Ariana y el personaje que escogió fue Romeo. Comenzó a decir muchas cosas cursis que lo aburrieron, así que no le prestó mucha atención. La mayoría escogió a Romeo o a Julieta, por eso le sorprendió un poco que Amanda eligiera a Paris, diciendo que le gustaba su determinación. Cuando el profesor llamó a Erick, éste se levantó de su asiento con pesadez.
—Y bien, Erick, dime, ¿cuál es tu personaje favorito y por qué?
—Rosalina.
Todos lo vieron con un poco de confusión al haber escogido un personaje sin ningún desarrollo. Enseñó su dibujo, donde mostraba una hermosa chica rubia. Era una ilustración muy profesional, mucho mejor que las que hicieron sus compañeros.
—¡Qué buen dibujo! —Exclamó el profesor—. ¿Y por qué es tu favorita?
—Porque no le hizo caso al idiota de Romeo.
Todos se quedaron callados. Ariana frunció el ceño.
—No es que ella haya pensado que Romeo era un idiota —se entrometió, defendiendo a su personaje favorito—, sino que tenía un voto de castidad.
—Estoy seguro de que el voto de castidad era un invento para no hacerle caso a ese imbécil —respondió. Normalmente solía ignorarla, pero eso no tenía nada que ver con ellos sino era un tema escolar.
Antes de que la discusión llegara a más, el maestro se entrometió.
—Bien, Erick, ya diste tu punto de vista. Puedes dejar el dibujo en el escritorio y sentarte… Ahora, ¿quién sigue? ¿Tú, Lisa?
Antes de que finalizara la clase, el señor Guerrero dijo cómo evaluaría el trabajo final.
—En el trabajo final tienen que ser creativos, pueden hacer lo que ustedes quieran pero tienen que representar a la obra. Pueden hacer algún cuadro, alguna cartulina con mapas conceptuales, algún resumen pero que sea largo y completo. Es libre, pero quiero decirles que el mejor trabajo, exenta.
Los chicos se pusieron a pensar ideas para el trabajo final. Amanda se dirigió a Erick, pues sabía que ambos querían exentar.
—¿Qué ideas tienes? —Le preguntó al ojiverde.
—No muchas en este momento, pero ya se me ocurrirá algo.
—Mmm, más te vale, yo he pensado algunas cosas pero no son tan originales.
—Me imagino.
—¿Qué dijiste?
—Que me imagino —repitió.
Ella frunció el entrecejo.
—Eres insoportable.
—Gracias, tú igual.
Amanda, para no hacer la discusión más larga, prefirió callar. Decidió invertir su tiempo pensando en ideas para el proyecto y no en insultos hacia su compañero.
***
Al siguiente día, en cuanto llegó a su salón, Erick se dirigió a Amanda. Antes de llegar hasta ella, la observó con atención. Era una chica de cabello teñido de rojo cereza y con curvas. «Mi tipo» pensó. «Lástima que no le gusten los chicos».
—¿Ya tengo una idea para el proyecto. —Soltó sin más.
—¿Qué se te ocurre?
—Mira, sé que sonará ridículo pero en verdad necesito exentar. —A pesar de que no acostumbraba a divagar, lo hizo. Se sentía nervioso por decir su idea.
—Dime —pidió, sonando un poco fastidiada.
—El profesor quiere un proyecto original. Podríamos disfrazarnos de Romeo y Julieta. —Bajó la voz—. E interpretar una escena de ellos. Digo, no creo que a nadie se le ocurra.
Amanda se quedó pensativa.
—Suena ridículo, en verdad.
—Lo sabía —masculló Erick.
—Pero interesante. Podríamos hacerlo, ya que no se me ocurre nada mejor.
Él la miró con fijeza.
—¿Lo dices en serio?
—Sí, digo, no está tan mal ahora que lo pienso. No creo que nadie quiera hacer el ridículo, pero yo creo que ambos somos muy atractivos —dijo moviendo su cabello con la mano—, y si actuamos bien, no se burlarán… no mucho. Al maestro le va a encantar. —El chico le dio la razón, lo importante era impresionar al profesor—. Pero el problema son los trajes, ¿dónde los conseguiremos?
—Amanda, el beneficio de ser rico es que obtienes todo lo que quieres —le sonrió. La chica rodó los ojos—. No te preocupes por ello, yo los consigo, ahora te toca elegir la escena a interpretar para que nos aprendamos las líneas.