Los mellizos Quintana

Capítulo 13.

Jaime y Carlos se encontraban hablando acerca de un nuevo videojuego que estaba a punto de salir. Mientras hablaba su amigo, el castaño notó la ausencia de Silvia.

—Oye, Silvia dijo que iba al baño y no ha regresado.

—Mmm, qué raro —dijo Jaime—. A lo mejor le cayó mal algo que comió.

—Vamos a buscarla.

Salieron de la cafetería para buscar a su amiga, pero en un momento Eva se acercó a Carlos y lo tomó del brazo.

—¡Hola!

—Hola —respondió el saludo, pero no parecía muy atento a ella, seguía buscando a Silvia con la mirada.

—¿Qué haces? —Le preguntó ella al ver que estaba distraído.

—Estoy buscando a mi amiga Silvia, sí la conoces, ¿no? Hace rato se fue de la cafetería, probablemente le haya caído mal algo que comió. No la encontramos.

Carlos notó que su novia cambió su semblante, como si de repente se hubiese molestado.

—Sí, bueno, probablemente esté por allí —dijo, restándole importancia y agitando su mano—. No importa.

—Claro que importa. —La contradijo por primera vez—. Es mi amiga.

—Sí, lo siento. —De pronto sonrió y le dio la mano, entrelazando sus dedos con los de él—. Vamos a buscarla.

Estuvieron buscándola junto con Jaime un buen rato pero no la encontraron. En un momento Silvia, que se relajó un poco y había calmado su llanto, se encontraba caminando por el pasillo donde estaban sus amigos. Se detuvo cuando vio de espaldas a Carlos pero sintió un nudo en el estómago cuando vio que él tenía de la mano a Eva. La pelinegra volteó en ese momento y, cuando visualizó a la rubia, le sonrió con cinismo. Silvia prefirió darse la media vuelta y dirigirse hacia otro lado.

 

***

 

Después de clases, Carlos se dirigió a casa un poco desanimado. No entendía por qué de repente su amiga desapareció en la hora del almuerzo, y al final de clases, cuando se quiso acercar a ella, en vez de despedirse se fue con rapidez, diciendo que no se sentía bien, y se subió en el auto de su madre. «¿Por qué no habrá querido hablar conmigo?» pensó preocupado. «¿Seguirá sintiéndose mal?». Se tumbó en el sillón de la sala, sacó su celular y le mandó un mensaje diciéndole:

Espero que te encuentres mejor :)

Al ver que no le respondió, suspiró. Su madre lo llamó en ese momento junto con su padre y su hermano para comer; se dirigió al comedor sin mucho ánimo.

—¿Cómo te fue en tu examen? —Le preguntó su mamá, pues estaba al tanto de su vida escolar.

—Saqué ocho —respondió.

Su madre abrió los ojos con sorpresa.

—¡Oh…! Bueno, te enfermaste, no te sientas mal —le dijo su padre.

En cambio, Irene puso expresión molesta.

—No te enojes, mamá.

—No me enojo contigo, hijo, pero es que desde que tienes esa noviecita tuya has descuidado la escuela.

—Déjalo —lo defendió el papá—. Es normal, está en la edad.

—Es que no me cae muy bien esa chica —murmuró Irene.

—¿Por qué? —Preguntó Miguel, metiéndose—. Digo, no es tan simpática pero tampoco es sangre pesada.

—Lo siento, pero yo soy teamSilvia.

—¡Mamá! Se quejó Carlos—. ¡Miguel, ¿para qué le enseñas a mamá a usar redes sociales?!

—¡Yo también tengo derecho, chamaco!

El señor Sosa, para calmar la situación, decidió cambiar de tema.

—Hablando de Silvia, ¿cómo está ella?

—No sé, hoy estuvo rara, casi no hablamos —respondió.

—Es porque tienes esa noviecita —dijo su mamá—. De seguro no le cae bien.

—Bueno, sé que no le cae bien, pero eso no tiene nada que ver, apenas hoy se puso así.

—Está celosa —dijo Miguel.

—¿Qué? ¡Noooo! ¿Y por qué hasta ahorita?

—No sé —respondió el hermano—, pero es el momento en que debes elegir qué es más importante, la relación con tu novia o tu amistad con Silvia.

—¿Qué? No, no puedo elegir.

—Tendrás que hacerlo —concordó su madre.

— Hijo, un buen amigo no te pone a elegir entre tu relación o su amistad. Y es lo mismo del otro lado, una buena novia tampoco te hará decidir —lo tranquilizó su papá—, pero si es verdad que Silvia siente algo por ti, entonces sí debes ver bien a cuál de las dos quieres en tu vida.

Carlos se puso las manos en el rostro.

—¡Agh! ¿Por qué a mí? Era mejor cuando mis únicas preocupaciones eran las materias.

—Pero querías novia —se burló Miguel.

—Cállate.

 

***

 

El resto de la semana, Silvia no comió con sus amigos, prefirió comer con otras compañeras de la clase que se llevaban bien con ella. Cuando Carlos y Jaime le preguntaron el motivo, ella sólo explicó que tenía cosas de chicas que no podía hablar con ellos, así que ya no insistieron más.




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