Los mellizos Quintana

Capítulo 31. Final

La graduación fue en el auditorio de la escuela. Todos llevaron sus togas y birretes, se tomaron muchas fotos e incluso algunas chicas, por ejemplo las animadoras, lloraron entre ellas porque ya no iban a estar en la misma escuela. A Ariana le tocó decir el discurso en representación de la generación; sus compañeros estuvieron de acuerdo al aceptar que era una de las alumnas más aplicadas y comprometidas con actividades extras. A todos les dieron sus certificados y a la hora de dar los reconocimientos académicos, Carlos ganó el primer lugar, llevándose otro documento donde se especificaba su promedio casi perfecto. El segundo lugar se lo llevó un chico que era del club de ajedrez y Ariana se llevó el tercero. Les aplaudieron mucho. Cuando el castaño pasó a recoger su diploma, su madre gritó como loca.

—¡ESE ES MI HIJO! ¡YUJUUU, CARLOS! ¡ES MI BEBÉ!

Miguel, riendo discretamente, en vez de filmar a su hermano, grabó a su madre para la posteridad.

—Esto vale oro —murmuró el hijo mayor de los Sosa.

Una vez que terminó la ceremonia, cada chico se dirigió con su familia para celebrar. La fiesta de despedida iba a ser al día siguiente.

Una vez que terminaron de tomarse fotos con Víctor y Amanda, los Quintana se dirigieron con sus padres.

—¡Estamos muy orgullosos de ustedes! —Exclamó Antonia después de abrazarlos—. Eva, ¿ese chico es Víctor? No nos lo has presentado.

Eva llamó a su novio con una seña. El rubio, después de tomarse unas fotos con Ximena, Ariana y su familia, se dirigió rápidamente hacia los Quintana.

—Buenas tardes —saludó a los padres de Eva.

—Tú eres el famoso Víctor —dijo el señor Quintana viéndolo con atención. El chico se sintió un poco nervioso de ver a ese hombre imponente y aún más al saber que era su suegro.

—Sí, señor Quintana —respondió sonriendo.

Se dieron la mano y el chico no dejó de sonreír ni siquiera cuando el señor Quintana apretó su mano con fuerza. No es porque quisiera ser brusco, simplemente acostumbraba a dar apretones fuertes cuando saludaba. Después se dirigió a Antonia.

—Señora Huerta…

—¡Hola, Víctor! —Exclamó abrazándolo. El chico le devolvió el gesto. Cuando se alejó, lo miró con atención—. ¿Cómo estás?

—Estoy bien, señora, ¿y usted?

—Muy bien… Eva me ha contado mucho de ti…

—¿Ah, sí? Espero que cosas buenas.

—Muy buenas —le sonrió con ternura.

—Me alegro.

En seguida se acercó a Eva. Iban a darse un beso pero el señor Quintana carraspeó con fuerza. Los chicos sólo le sonrieron exageradamente y se limitaron a abrazarse.

Después de conocer a Víctor, Antonia llamó a Erick.

—Hijo, trae a tu novia. —Señaló a Amanda con discreción—. Sé que no se llevó una buena impresión de nosotros, pero sería buen momento para que la presentaras formalmente.

—Mamá, te la voy a presentar, pero no es mi novia.

—¿Ah, no?

—No. Es mi amiga.

—Aaah… Bueno, yo creí que era tu novia. Tal vez puede que no ahora, pero más adelante…

—No, mamá, es imposible.

—¿Por qué dices eso?

—Bueno… No le gustan los chicos.

—¡Ah! —Exclamó—. ¿Entonces sí es verdad que es lesbiana? —Bajó la voz.

—Sí.

—Pero tú no eres gay, ¿o sí?

—No, mamá —dijo con tono serio.

—Ah… Porque pienso aceptarte tal como eres…

—¡Que no!

Se alejó para llamar a Amanda y regresó con la chica.

—Papás, ella es Amanda, mi mejor amiga.

A pesar de que el señor Quintana trató de ser más cuidadoso con la chica, también le apretó la mano. A diferencia de Víctor, ella sí hizo un gesto de dolor y Ernesto le pidió disculpas. Posteriormente Antonia la abrazó y le pidió perdón por la primera impresión que le causó.

—No hay problema, señora Antonia.

—Siempre serás bienvenida —le sonrió.

—Gracias… Ah, y felicidades. Erick ya me contó. Espero que Emilio o Emilia nazca bien; si necesitan cualquier cosa, cuentan con el apoyo de mi familia. —Señaló a sus padres y a sus dos hermanitos, que les sonrieron de regreso. Antonia le agradeció por ello.

—Muchas gracias, Amanda, ustedes también cuentan con nuestro apoyo para cualquier cosa.

 

***

 

Entretanto, Carlos también estaba con sus amigos mientras su madre les tomaba fotos. Cuando terminaron, el chico volteó hacia su lado derecho y vio a Eva y a Víctor abrazados. Ambos, sintiendo su mirada, voltearon de regreso hacia él. Cuando los chicos le sonrieron, Carlos no tuvo opción, les devolvió el gesto. Víctor parecía querer pedirle perdón con su mirada, mientras que Eva lucía agradecida; nunca le contó nada a nadie, pero el haber estado con Carlos le ayudó a no pensar en sus problemas familiares el tiempo en que no tuvo el apoyo de Víctor. Después de mirarlos, Miguel se acercó a él.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.