Cuando el Señor se dirige a la iglesia de una forma muy peculiar, dándose a conocer de la siguiente forma: Yo tengo la espada delgada y de doble filo. Que en la antigüedad existió, siendo un arma en forma de tijera que poseía dos filos, convirtiéndola en un arma letal y efectiva al momento de un enfrentamiento. Pero Dios deja por sentado que él no requiere de esta arma para combatir en el ámbito físico y espiritual, ya que su palabra es más que suficiente para tal función;
Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.
Hebreos 4:12 (RV 1960)
Y las palabras del Señor se ajustan a la perfección con las características de dicha arma, pero también hace una clara referencia a la ciudad en sí, al adentramos en la historia, principalmente por las victorias que consiguió su primer rey Atalo I, nos damos cuenta que esto le dio a Pérgamo la distinción de ser una región guerrera no solo por la temática sobre sus guerreros, dioses y otros personajes de la mitología griega en distintas inscripciones de piedra, sino por sus enfrentamientos con los Seleucidas y con los Gálatas (Pueblos enemigos, cercanos), lo que les permitió ser aliados del imperio romano que posteriormente se establecería en Pérgamo, esto nos indica el enorme poder militar de la ciudad el cual era de consideración ante los ojos de otros pueblos, pero todo este poder falso e inútil solo dejaba al descubierto su fragilidad espiritual, ya que nada esto permitió que el Señor estableciera su iglesia en medio de ella, demostrando así, su soberanía sobre todas las cosas por medio de su palabra y su presencia, ya que el Señor también se centra en la batalla espiritual por estos medios;
Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes.
Efesios 6:12 (RV 1960)
Es en esta área, en donde la palabra de Dios empieza a ser notoria en la vida del hombre, porque cuando se oye a alguien lleno del Espíritu Santo predicando, la palabra raramente será tranquila y sin confrontación, tomando en cuenta que la misma discierne hasta lo más íntimo de nosotros, dejando al descubierto todo sentimiento e intención en nuestro corazón y pensamientos en nuestra mente.
Puede que las personas se quejen de lo duro que el mensaje que se le predica o crean que se usa para otra intención (Acusar, juzgar, agredir), pero estas quejas u opiniones pocas veces tienen fundamentos, como bien lo dijo Jesús;
No penséis que vine a traer paz a la tierra; no vine a traer paz, sino espada.
Mateo 10:34 (BLS)
O sea que la palabra siempre confrontara al creyente en todos los aspectos, puede que alguien esté viviendo en pecado y por esta razón la palabra le cae como una espada, como lo dijo Jesús, y esto obviamente creara conflictos y divisiones, incluso en el propio hogar. Para muchos en la congregación la palabra los confronta, a otros los quebranta y a unos los destruye, dependiendo de su estado espiritual, porque la palabra de Dios nunca vuelve vacía (Isaías 55:11). Y si hay alguien se siente ofendido o crea que se le está juzgando, Jesús lo ratifica, no es la persona quien juzga, sino la misma palabra es la que juzga y condena;
El que me rechaza y no recibe mis palabras, tiene quien lo juzgue; la palabra que he hablado, ésa lo juzgará en el día final.
Juan 12:48 (BLS)
Su palabra siempre tendrá un efecto, y en nosotros esta recibirla de buena manera y guardarla, porque su función jamás ha sido reprender “sin motivo alguno”, siempre lo hace para llevarnos al arrepentimiento y reconocer nuestros errores, como la palabra lo hace al discernir nuestros pensamientos e intenciones (Hebreos 12:4);
El Espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida.
Juan 6:63 (BLS)
Al comparar este versículo con el principio del mensaje, notamos como el Señor también le recuerda al pueblo el poder y la importancia de su palabra con la cual él ya venció y le proporciona la misma victoria a su iglesia para poder guerrear en su nombre, declarando su victoria.
Con esta introducción, el Señor no solo le da un aliento a su pueblo, tomando en cuenta la atmosfera de la ciudad, sino que les da a conocer la importancia y la fuerza que tiene su palabra para seguir luchando y estar firmes en la sana doctrina.