Lo había conseguido. A pesar del dolor que amenazaba con hacerla dudar y caer, se sentía tranquila. Desde un comienzo supo que no todo podía salir como había querido, nadie consigue todo sin antes sacrificar algo. Ella lo había hecho, sacrificó años de su vida, experiencias y emociones por algo que era superior a sus ganas de disfrutar de las pequeñas cosas que podía tener en el momento. Mientras caminaba por aquellos largos pasillos llenos de vidrios y sangre, río. No era una risa de felicidad, tampoco una de tristeza. Era el aviso que la vida le daba, de que todo nos sale costoso, era un recordatorio que después de tanto tiempo sintiéndose llena por cumplir una promesa, se sentía vacía. Lo había logrado, al peor de los costos.