En la entrada de la escuela secundaria Luis Martínez de Castro se encontraba una placa con las letras doradas y en cuyas letras se alcanzaba a leer:
Somos hijos de un país libre que aún en medio de la lucha fratricida y de las turbulencias a que Los arrastra el destino común e inevitable de todos los pueblos de la tierra, pueden levantar la frente y decir con orgullo: "Aunque desgraciados, somos libres, y nuestros hijos serán aun tiempo libres y felices."
Luis Martínez de Castro
“Han pasado casi quince años desde la fundación de nuestra ciudad, se construyó al ver la necesidad que tenían las personas por una ciudad segura, limpia y un ejemplo para las demás ciudades. Así fue como nace Dark City, a dos horas de distancia de la capital del estado de Puebla. Comenzó con una población de dos mil personas y ahora cuenta con casi diez mil habitantes…”
Las clases eran increíblemente aburridas, los profesores trataban de dar su mejor esfuerzo, pero creo que no eran ellos, si no nosotros. El siguiente profesor entraba, el jefe de grupo decía arriba y todos nuestros compañeros se levantaban. El profesor decía “buenas tardes”, nosotros respondíamos “buenas tardes”, después él decía “sentados” y nosotros nos sentábamos. En silencio escuchábamos al profesor, nadie hacia ningún ruido mientras el profesor hablaba, nuestro sistema educativo decía era el mejor, aunque yo no conocía otro, a veces no sabía que era lo especial en él, cuando el profesor salía y cerraba la puerta comenzaba un gran escándalo, las ventanas estaban siempre cerradas del lado de los pasillos. Todos sacaban sus celulares, sus bocinas, sus revistas e incluso algunas tablets para lograr entretenernos un rato. Cuando entraba el siguiente profesor la jefa de grupo decía lo mismo, mientras todos colocaban todas sus cosas en el cajón del pupitre.
Para el último periodo nos tocaba la clase de historia, la jefa de grupo tenía que exponer la historia completa de la ciudad, lo cual debía de exponerlo en tan solo cinco minutos al final de la última clase, hasta el final del curso. En cuanto la campana se escuchó todos salieron de inmediato, no pude escuchar las últimas palabras de la jefa de grupo.
Las calles deshabitadas por las tardes calurosas no eran motivo alguno para evitar acudir al parque central de la pequeña ciudad, en la cual convergían los caminos de las calles principales y de igual manera los caminos de las cuatro secundarias, dos preparatorias y cuatro primarias de la ciudad. El parque estaba dividido por secciones especificas para cada deporte, desde patinaje, básquet Ball, futbol, parkour y un inmenso espacio de bosques. Varias secciones conformaban los grupos de cada escuela, algunos llevaban ropa debajo del uniforme para confundirse entre las demás escuelas. Aunque todos se conocían ya de muchos años atrás, las riñas brotaban de muchas maneras, desde un simple pleito entre dos compañeros hasta algunos grupos.