I

—Los misterios del Tzolkin número 1 —susurró Neo, los tres chicos lo observaron al escuchar claramente el nombre.

—¿Qué haces Neo? —dijo Silvia desesperada mientras sostenía a Erick del cuello de su playera.  

—Estoy viendo este cómic —respondió rápidamente Neo—, nunca lo había visto antes.

—Muy bien Neo, compra lo que quieras y vamos rápido a hacer la tarea —dijo Silvia con un tono amenazante mientras obligaba a salir a Erick.

Neo se acercó a la caja donde se encontraba con la chica.

—Hola, ¿me podrías decir cuanto cuesta este cómic?

La chica revisó con cuidado el comic.

—No tiene número de barras, ni un precio en ninguna parte, así que tal vez sea de la biblioteca del dueño, le preguntare cuando vuelva y mañana en clases te diré el precio.

—¿En clases? —dudo Neo.

—Si, estamos en la misma clase —respondió la chica—, ayer de hecho expuse sobre la fundación de Dark City, era un día bastante acalorado. Yo me acuerdo de ti, tenías una sudadera y te sentaste hasta atrás de la clase.

—No me gusta estar hasta adelante, los profesores siempre te hacen más preguntas y con simplemente contestar con voz baja un par de respuestas correctas todo estará listo.

La chica lo observó por algunos segundos sorprendida de su respuesta, ya que ella siempre se encontraba en la parte de enfrente de todas las clases.

—Bien —dijo rápidamente en cuanto observó a la chica, se dio cuenta de lo que hizo, Neo salió de la tienda mientras la chica articulaba algunas palabras.

— Mi nombre es Abigaíl —respondió por inercia aun cuando ya se encontraba sola.

Pasadas un par de horas el dueño regresó justo quince minutos antes de cerrar la tienda.

 —Hola, ¿qué tal estuvo el día? —preguntó rápidamente.

—Estuvo bien, hubieron algunos clientes y yo estoy conociendo mejor la tienda y sus secciones, las hojas son muy útiles, me preguntaba si podría llevárselas para revisarlas después.

—Adelante, tengo una copia en la computadora por si la pierdes —respondió con desdén—, ¿hay algún pedido especial?  

—que bueno que me dice —dijo Abigaíl—, un chico preguntó cuánto cuesta este cómic, no tiene precio y tampoco está en el sistema.

Abigaíl le dio el cómic y este lo revisó rápidamente desde la portada hasta algunas páginas.

—¿Quién te dio este cómic? —preguntó.

—Un chico lo quería, después de que se fuera la luz y me pregunto su precio.

—Este cómic tiene varias páginas en blanco, yo siempre reviso mi mercancía, no existe un solo cómic en esta tienda con este nombre y con páginas en blanco, posiblemente lo intercambiaron para robarse otro. Tendré que hacer inventario para saber que falta Abigaíl, tienes que tener más cuidado. ¿Cómo eran esos chicos?

—Eran como todos, de hecho recuerdo que llegó una chica y les llamó por su nombre, uno se llamaba Neo y otro Erick, la chica se llamaba Silvia.

—¿Tú los conoces?

—Conozco al chico llamado Neo, va a mi clase.

—Bien, revisa las cámaras, incluso si se hubiera ido la luz tienen bacteria continúa, y cuando veas a ese chico regresar el cómic, dile que no se ande con juegos y que si no quiere ser expulsado de La Cueva del Juego regrese lo que se haya robado.

Abigaíl resintió los regaños de su jefe, en cuanto pudo cogió su mochila y se marchó. Las calles de Dark City estaban calmadas, los lugares que vendían algún tipo de alcohol estaban siempre resguardados por algún policía y una patrulla siempre estaba preparada para acudir al apoyo de un transeúnte. Aún así los recuerdos de su viejo hogar estaban presentes, las calles de su antigua ciudad eran peligrosas y más para alguien de su edad. Incluso a pesar de que todas las calles estaban completamente iluminadas sentía un mal presentimiento, como si alguien la estuviera observando. Llegó a su casa y colocó su bicicleta justo dentro de la cochera que la usaban más como bodega.

—Hola, mamá. Ya llegue —dijo encuentro atravesó la puerta. Observó una nota en la mesa principal y noto una hoja blanca.

Hola Abi

Debo trabajar hasta tarde en el hospital, cenar algo y por favor no te desveles.

Te amo. Xoxoxo