Los misterios del Tzolkin

VI

—Lo mismo te pregunto —continuó Neo.

—¿Qué están haciendo ? —preguntó Erick.

—Nada —respondieron los dos chicos.

—Miren en lo que he estado trabajando —señaló Erick al otro lado del muro.

Los dos chicos se levantaron del lugar donde estaban sentados, caminaron lentamente para después dirigirse al otro lado del muro. Sobre el muro había una gigantesca tela que casi lo cubría en su totalidad, atada a unos cuantos clavos.

—Tardaré mucho en terminar algo así de grande, pero ya hice la base.

Erick tiro de una cuerda para desatar parte de la tela, observo el rostro de los chicos asombrados por la gran cantidad de color en la obra, se podian notar las sombras de los cerros alrededor, un gran dibujo de toda la ciudad, desde su primer calle hasta los depósitos purificadores de agua e incluso parte de la carretera, con luces neon varios locales y calles. La luna era la única diferente, esta tenía lo que pareciera un eclipse.

—Impresionante Erick, tu obra más grande hasta el momento.

—Gracias por el halago, ya sea literal o figurativamente hablando.

—En esto has invertido todo tu tiempo —dijo Silvia asombrada—, ¿en qué estás pensando?, ¿estamos a un par de meses para hacer el examen para la preparatoria?, no puedes invertir tanto tu tiempo en algo como esto. Si obtienes buenos puntajes puede que te vayas y encuentres una buena escuela.

—Cállate, ¿quieres Silvia? —dijo Erick enojado—, si quisiera esa charla me hubiera quedado en casa a escuchar los gritos de mi madre, que si pongo suficiente tiempo en esto, que si pongo suficiente tiempo en aquello. Esto es lo que se va a quedar, va hacer lo que nosotros queramos que sea. Vamos, necesito su ayuda.

Silvia se quedó callada, aun enojada por como le había hablado.

—Sabes que te apoyo amigo, pero en esta ocasión Silvia tiene razón, puedo ayudarte, pero no debes perder de vista el objetivo principal.

Neo se acercó estirando el brazo, saludo a Erick con uno de los saludos más complicados a la vista, pero muy interesantes.

—¿Está bien? —dijo Neo.

—¿Está bien? —dijo Erick. Después se volteó y extendió el brazo en dirección a Silvia.

Silvia se acercó, saludó a Erick con el mismo extraño saludo y después se acercó a su oreja.

—Si vuelves a hablarme así, ya no podrás pintar este mural después de que le hare a tu brazo.

—Está bien —dijo Erick nervioso.

Los chicos pusieron manos a la obra, se dirigieron primero en el boceto de la libreta de Erick, después revisaron las capas de pintura que necesitaban y las que contaban. EL proyecto se llevaría casi toda la caja de pintura, así que Erick ya no podría marcar las calles con su firma, era algo en lo cual estaba pensando constantemente, otros grafiteros podían ocultar sus marcas sin querer y él ser olvidado. Al mismo tiempo veía como la enorme cantidad de colores impactan en el muro, cambiando el resultado de una manera cada vez más increíble, el trabajo le tomaba mucho tiempo, cada pincelada de la botella debía hacerse lo más exacto para evitar usar más pintura de la necesaria, Erick delineaba las partes necesaria para después Silvia y Neo rellenarlas con algún color, en algunos momentos debían tomar decisión de qué estructura podía ser pintada y que otra iba hacer recortada. Tomaron en cuenta hasta el final del proyecto.

Las horas pasaron demasiado rápido, Neo veía como los últimos rayos de sol pasaban por las copas de los árboles, Erick entusiasmado por su trabajo no se dio cuenta que comenzaba a utilizar la lámpara de su celular para ver sus diseños. Silvia fue la primera en sentir los fríos vientos de la noche.

—Muy bien chicos, es hora de irnos —dijo Silvia mientras recogía su mochila.

—No, esperen chicos —dijo Erick mientras buscaba algo perdido en el suelo—. Yo tengo un enchufe que podemos usar para prender unas lámparas.

—Mañana seguimos amigos —dijo Neo mientras igual recogía sus cosas. Se colocó la chamarra y enlistó la mochila de Erick.

Erick estaba decepcionado al recoger sus cosas, había trabajado mucho para poder avanzar justamente hoy que estaban sus amigos. Oculto a la perfección la caja de pinturas para no tener que cargarlas de regreso.

—¿Hace cuanto tiempo estabas trabajando en este graffiti? —preguntó Neo.

—Llevo desde que inició el año escolar, quería que fuera nuestra última marca en esta pequeña ciudad.

—¿Pequeña ciudad? Esto es más como un pueblo grande —dijo Silvia mientras emparejaba el camino junto a ellos.

 



#15721 en Novela romántica
#3527 en Thriller
#1811 en Misterio

En el texto hay: mayas, mayas y aztecas, criaturasmagicas

Editado: 29.09.2023

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.