Los misterios del Tzolkin

IX

La cabeza le daba vueltas, el sonido de una voz se escuchaba a la distancia.

—Neo, Neo —dijo una voz desconocida.

—¿Quién eres? —preguntó Neo.

—Soy yo, Abigail.

Neo no podía levantarse,  algo lo tenía tirado.

—Levántate.

Con la poca fuerza de su cuerpo íntegro a Neo.

—¿Dónde están los demás?

—No lo sé, se habían quedado en un gran árbol.

Caminaron por algunos minutos gritando sus nombres.

—Por aquí estamos —dijo la voz de Silvia, lejos del árbol.

—Griten más alto —dijo Abigail.

Pronto llegaron a lo que parecía un pozo, Abigail sacó su libreta, escribió un extraño símbolo y una luz emergió de ella. Soltó esa luz para iluminar el pozo, Erick estaba recargado en la pared tocando su pierna. Abigail descendió cuidadosamente, observó la pierna de Erick, después tomó un poco de arcilla y escribió una marca en su pierna, colocó su mano y dijo unas palabras. La arcilla desapareció y la herida de Erick disminuyó.

—¿Cómo lo hiciste? —preguntó Silvia.

—Ni yo lo sé —respondió rápidamente.

Ayudó a Silvia a sostener a Erick, poco a poco se movieron para subir a la superficie mientras se ayudaban el uno con el otro. Neo se encontraba más estable y fue él quien sostuvo a Erick a partir de entonces. Abigail comenzó a guiarlos caminando enfrente, siempre con un pedazo de papel en las manos, observó cada pequeña brecha, cada variante del camino e incluso rodearon el puente por un camino imperceptible, despué

Después de varios minutos llegaron hasta donde se encontraba un faro. El mismo donde estaba la bicicleta de Erick, inmovil y seguro, caminaron más hacia el parque y observaron por fin Dark City iluminada por sus miles de luces.

—Hemos llegado a casa —dijo Abigail.

—¿En dónde estábamos entonces? —preguntó Erick mientras aún sentía la inflamación en el tobillo, parecía ya no ser tan grave.

—Muchas gracias Silvia —dijo Neo.

—Pudiste hablarle a mis padres también para que no hubiéramos tenido que caminar —dijo Silvia.

—No le hable a nadie —dijo Neo—, justo cuando llegó a tu teléfono tenía la pantalla bloqueada, no pude llamar. Después esa cosa llegó hasta mí y luego me cegó una luz.

Neo y Silvia se quedaron observando el uno del otro. Erick estaba quitando el candado de su bicicleta. La luz permitía verles bien el rostro a cada uno. No se atrevían a salir de esa luz. Sus miradas tenían más preguntas.

—¿Quién te dijo que estábamos aquí? —preguntó Silvia calmada.

Abigail se movía de un lado para el otro mirando el suelo.

—Nadie me lo dijo —respondió mirando a Silvia.

—¿Cómo nos encontraste? —preguntó Silvia

—No me lo van a creer.

—Creo que esta noche puedo creer cualquier cosa —dijo Silvia

—Hace unos días, cuando fue el apagón. Había un cómic, le había dicho a Neo que el dueño dice que ese cómic no existe, que Neo lo había intercambiado por otro cómic. Le llamó incluso ladrón, entonces yo me quedé...

—¿Eso tiene que ver con nosotros?

—Aguarda, aguarda. En estos días me quede el cómic para leerlo y adentrarme más en este mundo, pero pasaron cosas. El cómic estaba casi en blanco todas sus páginas, pero ahora todas sus páginas están a color y no solo eso. Su historia y sus personajes se parecen a lo que sucede en la vida real. Así fue que los encontré, el cómic tiene una especie de mapa el cual puedes seguir hasta donde estaban, incluso decía cómo alejar a esa cosa.

Silvia estaba observando a la chica, sus palabras estaban llenas de fallos, pero parecía que decía la verdad.

 



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En el texto hay: mayas, mayas y aztecas, criaturasmagicas

Editado: 29.09.2023

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