Silvia se sentía muy cansada, el sonido del despertador era una tortura para sus oídos. Recordaba algunas imágenes de ayer, los sonidos y la luz del atardecer. Rápidamente aparecieron las imágenes de la criatura la despertó, observó por su ventana, miró su cuarto, las luces navideñas colgadas en el techo semejantes a algunas constelaciones, su ropero cuidadosamente organizado, su mochila preparada para ir a la escuela. No había dormido nada bien aunque sus ojos siempre estuvieron cerrados.
—!SILVIA¡
La voz de su madre interrumpió sus pensamientos, rápidamente se alistó y bajó por las escaleras.
—Buenos días Silvia —dijo Erick mientras se sentaba.
—¿Qué haces aquí? —preguntó Silvia desorientada.
—Ayer me quedé a dormir después del trabajo en equipo que hicimos los cuatro.
—¿Los cuatro? —se preguntó Silvia.
—Si, los cuatro.
Erick se encontraba desorientado al lidiar con Silvia, mientras desayunaban todos permanecieron en silencio. La mamá de Silvia se ofreció a llevarlos a la escuela. En todo el camino Silvia guardó silencio. Las clases pasaron desapercibidas para ella, como si siguiera soñando. A la hora del recreo se encontraron con Neo y Abigail, trato de saludar normalmente, pero no lo consiguió.
—Hola chicos —dijo Erick—, no nos la pasamos muy bien esta mañana. Pero ya llegamos.
—Muy bien —dijo Neo.
—No es para menos —dijo Silvia—, pensé en toda la noche sobre esto. No pude dormir la verdad. Pensé en decirle a nuestros padres lo que estaba pasando, pero después llegué a la conclusión de que necesitamos más pruebas de lo que está pasando.
—¿Más pruebas? —preguntó Erick.
Neo se quedó observando a Silvia por algunos segundos.
—¿De qué están hablando? —dijo Silvia confundida.
—De lo que pasó ayer —dijo en un tono sutil Neo.
—¿Qué pasó ayer? —se preguntó Silvia—. ¿Qué pasó ayer?
Silvia acercó su mochila y la abrió para sacar su almuerzo. Sus recuerdos fueron tan vividos en cuanto observo las letras de un cómic en la mochila «Los misterios del Tzcali numero 2». Lo arrojó como un reflejo y Neo lo cacho justo en el aire, algunos de sus compañeros comenzaron a reírse por tan exagerada presentación de agilidad.
—¿Quien te dio el cuaderno?—pregunto Abi.
—Nadie, solo estaba en mi mochila.
—¿Erick viste a alguien cerca de la casa de Silvia?—preguntó Neo en cuanto escondió el cómic entre sus libretas.
—No, las calles estaban solas—respondió Erick.
—Creo que es hora de irnos a nuestro lugar secreto.
Los tres se levantaron y Abi se quedó sentada.
—Vamos Abi, tú también vienes —dijo Neo—, escucha Abi, nosotros nos conocemos tan bien como a nuestro alrededor. Solemos reunirnos atrás de la biblioteca de la escuela, ahí casi nadie pasa y podemos tener un poco de privacidad.
Abigail quería decirles que los había visto ir a ese espacio privado los días anteriores, pero no quería hacerlos sentir observados por ella. Caminaron hasta llegar a una encrucijada donde tuvieron que pasar por debajo de algunas escaleras, luego cruzar por un pequeño jardín hasta su lugar secreto dentro de la escuela. Se sentaron en círculo para hablar. Neo sacó el ejemplar de entre sus cuadernos y observó el cómic con detenimiento, muchas de sus páginas aún permanecían en blanco y solo algunos cuadros de la parte final se podían leer.
—¿Qué es lo que ves? —preguntó Abi.
—Creo que es Silvia —dijo Neo mientras tenía la mirada fija en el comic.
En ese instante Silvia le arrebató el cómic a Neo. Lo observo y efectivamente era ella, se enfrentaba a un luchador gigantesco. Los cuadros tenían acercamiento al rostro de Silvia y a muchos de los músculos de su enemigo.
—No puede ser —dijo Silvia mientras arrojaba el cómic y se alejaba.
Erick recogió el cómic y observó los paneles.
—El torneo de Karate de la escuela —dijo mientras Silvia se alejaba.
—¿Hay un torneo de Karate de la escuela? —preguntó Abigail.
—Si, y no es una experiencia divertida para Silvia, creo que iré a verla —dijo Erick mientras se levantaba.
Neo observó con cuidado otra vez el cómic, mientras Abi se encontraba confundida.
—¿Por qué es difícil para Silvia?, ¿no es parte del equipo?
—Si —dijo Neo rápidamente—, Silvia es parte del equipo. Pero cada año hay una eliminatoria para elegir a los participantes del campeonato, y para Silvia siempre era una oportunidad para ser capitana del equipo. Pero desde que entró a la secundaria no ha podido ganar una sola vez, siempre queda en segundo lugar ante Norma, una niña de la ciudad como tú, llegó a principios del primer año y entró al equipo de Karate, por dos años ella siempre ha sido la ganadora y la capitana del equipo.
La campana sonó, Los dos chicos se levantaron para sus clases. Las horas en el colegio parecieron una eternidad, en cuanto sonó la última campanada Abi fue a buscar a los chicos. Por primera vez los encontró a los tres a la salida del colegio.
—Hola Silvia, ¿cómo estás? —preguntó Abi.
Silvia no respondió, en cuanto vio el carro de su madre fue corriendo a encontrarla.
—Hola amor, ¿cómo te fue? —preguntó su madre.
—Vámonos mamá.
La chica entró al carro, cerró la puerta y se escuchó un fuerte golpe.
—¿Qué le dijiste? —preguntó Neo a Erick.
—Cómo se sentía, hablamos sobre los años pasados, pero creo que no funcionó. Me dijo que dejaría el equipo de Karate. Hoy tenía entrenamiento y si falta esta semana cuando elijan al equipo de Karate, solo podrá estar en la banca.
—No lo entiendo, se ha esforzado en cada materia para tener libre en las tardes, te ha obligado Erick a estudiar hasta el cansancio y todo lo está tirando a la basura.
—Alguien debería insistir en hablar con ella —dijo Abi.
—Creo que iré después de dejarte en tu trabajo —continuó Neo.
Los tres chicos avanzaron juntos hasta la Cueva del Juego. Mientras tanto Silvia observaba las casas y las tiendas. Los pequeños negocios que conforman Dark City, desde tiendas, lavanderías, algunas pequeñas fondas e incluso un restaurante de comida china.