Los misterios del Tzolkin

I

Prefacia: La semana pasada me enferme con una típica gripe estacional. Entre ir al doctor y sentirme mal olvide por completo los jueves de publicación. Lamento desde lo profundo de mi corazón el retraso. Está semana habrá doble cantidad de fragmentos para ponerme al corriente. Mientras revisaba en mi escritorio los apuntes de a dónde quiero llevar esta historia me di cuenta que muchas cosas han cambiado, los personajes comienzan a tener una mayor profundidad, mostrándose en la obra con voluntades definidas capaces de forjar su propio destino. Aunque pareciera todo lo contrario.

Gracias por su interés en la obra, y espero que nos encontremos en la lectura muy pronto. 

...

—Amor —dijo la mamá de Silvia—, ¿por qué me pediste que fuera por ti a la escuela?

—Me salí del equipo de Karate —dijo Silvia con pucheros.

—Te saliste del equipo de Karate, pero si hace algunos días me contaste que estabas super emocionada, que habías entrenado todo el tiempo posible para ser la capitana.

—Pues no va a pasar —dijo Silvia—, y no pienso perder mi tiempo en cosas inútiles.

—Pero amor, aún no se sabe quién será la capitana del equipo. Tal vez a todos nos des la sorpresa de que serás tú amor.

—No puedo ganarle —dijo Silvia.

—Creo que debes de pensarlo hija, piénsalo esta semana y luego toma una decisión. Te dejaré en casa, aún tengo algunas cosas que hacer en el trabajo.   

Su madre no dijo nada, en los últimos meses se había concentrado en el trabajo, si en algún punto aparecía ese tema sabía su impotencia a salir bien librada. Las dos se concentraron en la carretera, saludando a una o dos personas ocasionalmente.

Al salir del auto Silvia fue lentamente hasta su habitación, abrió la puerta blanca de la entrada y subió por las escaleras de madera sosteniéndose del barandal, sintiendo la madera lisa y suspendida entre el aislante, como si tocara un cristal. Al caminar por el pasillo las enormes letras de Silvia estaban pegadas en la puerta, ella abre sin ningún contratiempo usando el pomo frío de la puerta.

Lo primero que ve en su habitación es su cama con una colchoneta blanca con detalles en rosa, al acostarse boca abajo su visión se reduce a oscuridad, eso le permite concentrarse en el olor a lavanda de su colchoneta. A la derecha de la entrada está la repisa llena de trofeos y medallas. Rodeando la cama se encontraba su buro y espejo, tenía más maquillaje del que usaba, pero el necesario para toda emergencia. Después estaba su ropero, grande y repleto de mil combinaciones. Justo del otro extremo de la habitación, donde para llegar deber de pasar por la entrada, pasar sobre la cama, se encontraba el escritorio de Silvia, una laptop, cientos de plumones, lápices, colores y crayolas de todas las tonalidades del arcoiris listos para ser usados en una obra artística.

Silvia se voltea para ver el techo de su habitación. Las cortinas no dejaban entrar gran parte de la luz solar y eso le permitía ver la constelación de capricornio y muchas otras estrellas sin nombre en el firmamento. Se sienta a un costado de la cama, observa la repisa donde están sus trofeos y las fotografías de cada momento en que los ganó, acompañada siempre de sus amigos. Observo las fotos de primero de primaria, el dojo donde había entrenado con la profesora Ramires y que ahora es un restaurante de comida china con las mismas pinturas y adornos de cuando era dojo. Se levantó, caminó hasta la estanterías y después se dirigió lentamente hasta su escritorio observando con detenimiento sus cosas, sentía esa búsqueda por algo perdido. Se sentó en su escritorio, observó su computadora apagada y algunos dibujos sueltos.

Cogió un cuaderno que le había traído su mamá de la ciudad hace algunos años, todas sus páginas estaban en blanco, no había tenido el tiempo para pintar en él por todas las cuestiones de la escuela. Cada mañana se levantaba, iba a la escuela, entrenaba en el gimnasio y después estudiaba todo lo posible. Le dio una ojeada esperando observar algo nunca antes visto, lo abrió con mucho cuidado y le llegó a la mente ese extraño dibujo del día anterior.

Levantó un lápiz tirado en el suelo, le saco punta y comenzó a dibujar en la primera página ese extraño dibujo. En cuanto termino espero que pasara algo, lo miro por un par de minutos, luego se canso e intentó arrancar la página, justo cuando su palma toca el dibujo una luz emanaba de él. Silvia se queda observándola, no parecía emanar una fuente de calor, pero la luz iluminaba por completo toda su habitación opacando incluso a su constelación. El sonido de su ventana la sorprende y cierra la libreta apagando su luz. Se vuelven a escuchar dos toques en la ventana y Silvia ve que hay una sombra del otro lado. Escuchó tres golpes rápidos, después tres lentos y luego tres rápidos otra vez. Sabía que eso no podía ser otra cosa más que un mensaje.



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En el texto hay: mayas, mayas y aztecas, criaturasmagicas

Editado: 29.09.2023

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