—¿Qué haces aquí Abi? —dijo Silvia cuando su amiga estaba cruzando la calle.
—Mira tu reloj y dime a qué hora es —dijo Abi muy tranquila.
Silvia observó la hora en su muñeca, eran exactamente las siete de la noche.
—A las siete de la noche ¿no? —dijo Abi—, le pedí que saliera temprano a mi jefe y le dije a Neo que se fuera, quería platicar contigo.
—Ya es muy tarde, ¿cómo irás a tu casa?
—Le pensaba decir a tu mamá si podía llevarme, es peligroso que salga de noche.
—Estás en Dark City, aquí la noche es segura. No es la capital.
—Si, creo que es un mal hábito de ciudad —respondió Abi.
—Si, pero en fin. ¿De qué quieres hablar?
—Del cómic —dijo Abi.
—Ya encontré solución —dijo Silvia—, ganaré el combate y le ganaré al monstruo.
—Pierdes contra el monstruo —dijo Abi.
—Es imposible —dijo Silvia—, soy el campeón del cómic. ¿Dónde está?
—No creo que exista un campeón —dijo Abi—, vi la historia y justamente el personaje pelea con sus amigos y está sola todo el tiempo. Ganó el torneo, y sus amigos van a verla. Hay páginas en blanco, pero al final la vencen sola.
—Ella va a buscar a sus amigos —dijo Silvia.
—No sé muchos de amigos —dijo Abi—, soy la última en ser buena en eso. Pero creo que los amigos son para estar con ellos, cuando se les necesite creo que se debe hablar y estar junto a ellos. Creo que ahora debemos estar juntos como amigos.
—No pueden ayudarme —dijo Silvia.
—Lo sé, pero puedo estar cerca de ti cuando me necesites y no quiero que los chicos esté
lejos de ti cuando los necesites.
La madre de Silvia iluminó a las chicas con la luz de su carro. Las dos chicas saludaron y entraron al carro
—Hola mamá —dijo Silvia—, tengo una amiga que vive lejos, ¿podemos llevarla a su casa?
—Por supuesto hija, suban.
—Entra y ninguna palabra —dijo Silvia a Abi después de cerrar la puerta para impedirle que escuchara.
—No tengo que decir nada —dijo Abi—, tenía miedo esa noche, corrí lo más rápido hasta encontrarlos. Sólo así estuve tranquila, no puedo explicarlo y confíe en el comic.
Abi le entregó el cómic a Silvia. El silencio en el auto era incómodo, Abi estaba buscando algún tema de conversación, pero nunca llegó el tema adecuado. Dejaron a Abi en su casa y el camino de regreso a casa fue aún más silencioso. Bajaron del auto y se dirigieron directo a la casa.
En cuanto Silvia se encontró sola en su cuarto, observó el cómic con disgusto, pensaba que hacer lo que decía el cómic era el camino para lograrlo. Pero al ver a quien era igual a ella era difícil, estaba sola todo el tiempo y pensando constantemente en sus amigos. Justo en la pelea decisiva gana pero no logra ganarle al monstruo. Las páginas siguientes están en blanco. Tal vez podría cambiar las cosas aunque sea por una vez.
A la mañana siguiente se levantó rápidamente, observó rápidamente el cómic para ver si había nuevos cuadros, no había ni una sola pintura nueva, llegó hasta donde se encontraba el enemigo y aún permanecía en su lugar. Habló con su madre de regresar al equipo de Karate, su madre la observó con cautela y asintió con la cabeza. Fue de los últimos alumnos en entrar a la escuela, saludó a algunas amigas, pero su mente estaba divagando en lo que le diría a sus amigos. Camino directo hasta llegar a su lugar seguro, confortable y con un aire diferente al de su hogar. Tardaron varios minutos y todos al llegar se sentaron en silencio.
—Hola Chicos —dijo Silvia—, lamento comportarme mal el día de ayer...
—Acepto tus disculpas —dijo Erick interrumpiendo—, pero por favor continúa.
—Tengo miedo sobre esto —dijo Silvia—, me he esforzado en el Karate y quiero ganar. Ayer descubrí que posiblemente es el menor de mis problemas.
Silvia les mostró el cómic, observaron con cautela buscando más cuadros. Su atención se centraba en las últimas páginas donde se encontraba ese monstruo.
—¿Tienes algún plan? —preguntó Neo.