Los misterios del Tzolkin

VIII

—¿No te bastó ganar? —dijo Norma—, tienes que venir y burlarte en mi cara.

—¿A qué te refieres?—dijo Silvia curiosa. 

—Por muchos años me he esforzado en siempre ser la capitana, siempre ser la mejor. Cuando llegué aquí no tenía amigos. En cuanto me enteré que había un torneo de karate supe que era mi oportunidad de tener amigos, aunque sea por una cosa tan tonta y ahora tú me lo quitas, siempre siendo el centro de la atención.

—Yo no quería esto —dijo Silvia.

—Entonces ¿qué querías? —preguntó Norma—, yo quería ganar este torneo.

—Yo solo quería ser buena en este combate, para una pelea de verdad

Norma se quedó perpleja. No sabía cómo reaccionar ante esa afirmación.

—¿Dices que no me esforcé? —dijo Norma.

—Si te esforzaste, pero yo tenía un propósito más grande. Me esforcé más que en cualquier otra situación. Y creo que aun así no fue suficiente, te vi y en casi todas la batalla estaba apunto de perder ante ti, pero en el último golpe titubeaste. ¿Por qué titubeaste?, si estabas ganando.

Norma se quedó perpleja.

—Entiendo que te hayas sentido incómoda —dijo Silvia—, aún si me convierto en capitana te pediría ayuda de inmediato. 

—¿Por qué? —Se quedó atónita Norma.

—Porque has hecho un buen trabajo como capitana, yo también quería el puesto de capitana hace dos años, pero únicamente lo quería por ser un torneo más. En realidad no me importaba el equipo, participar y en individual ganar, eso es lo que me gusta. Pero tú hiciste un equipo. 

La luz se fue mientras platicaban, luces rojas se activaron y alarmas de la escuela se escucharon. Una voz en las bocinas anunciaba que guardaran la calma y salieran del gimnasio, al parecer un incendio en el interior de la escuela. Silvia comenzó a alarmarse, miró hacia todas las direcciones buscando a sus amigos, si alguien estaba detrás de ellos este sería el momento preciso pensó, comenzó retirarse de la plática tratando de disimular su preocupación. 

—¿A dónde vas? —preguntó Norma.

—Voy a cuidar a un equipo —gritó Silvia.

Norma se quedó quieta por algunos segundos. Comenzó a correr detrás de Silvia después de reaccionar a sus palabras.

Mientras Silvia más se alejaba sintió como las calles se hacían cada vez más estrechas, la frecuencia respiratoria de silvia aumentaba con cada paso, la presión en su corazón eran tan fuerte que pensó por un momento es desfallecer, la oscuridad de la noche lo consumía todo, las lámparas en las calles era lo único que le permitía ver unos metros más hacia adelante. No sabía a donde ir hasta que sus ojos comenzaron a arderle, entrecerró la mirada para ver cómo el mundo cambiaba a un brillo pedernoso. Aparecieron huellas de color azul, amarillo y rojo en el suelo, en ese momento supo que eran las marcas de sus amigos. Corrió como nunca antes, su velocidad parecía incrementarse con el paso del tiempo y justo en los baldíos de la ciudad donde ya no existía luz artificial. Se encontró con un grupo de extraños seres cuyos cuerpos enormes y piernas pequeñas los hacen inconfundibles. Se acercó lo más sigiloso mientras las extrañas criaturas se movían

 



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En el texto hay: mayas, mayas y aztecas, criaturasmagicas

Editado: 29.09.2023

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