Los misterios del Tzolkin

I

Las manchas de hollín en las paredes se extendieron por metros, las estructuras de madera colapsaron mientras las de concreto resistieron. Los bomberos registraban todos los salones de clases y algunos árboles. Se anunció la suspensión de las clases por reparación las siguientes semanas. El equipo de Karate estaba descalificado de las eliminatorias hasta que encontraran un nuevo lugar donde entrenar. La Escuela Secundaria Luis Martínez de Castro estaba pasando una crisis de la cual sus directivos esperaban. Los movimientos de rotación en las ruedas de una bicicleta roja interrumpieron el silencio en la calle,  se dirigió al número 919  Bajo de su vehículo para tocar el timbre de la casa, aun era temprano, SIlvia se encontraba acostada en su habitación cuando escuchó por primera vez el timbre, creyó por unos momentos que eran vendedores y únicamente se acomodo la almohada. El frenesí siguiente del timbre en los siguientes segundos fue algo doloroso para los oídos de Silvia, se levantó, bajó furiosa por las escaleras.

—¿Podrías dejar de tocar el maldito...—Silvia se quedó callada en cuanto observó quien era su visita.

—Hola capitana, ¿no has visto los correos y los mensajes que te envié?—preguntó con una enorme sonrisa Norma.

—No reviso spam ni mucho menos números no registrados, ¿Que quieres Norma?

—¿Me estás chingando la madre?—dijo enfurecida Norma—, no suelo pelear en la calle para salvar a unos completos desconocidos atados. Mucho menos contra esas cosas. ¿qué eran esas cosas?

—No lo sé—dijo Silvia—, pasa, no quiero que grites enfrente de mi casa.

Norma se quedó inquieta en la entrada de la puerta, observó donde había dejado su bicicleta y entró con cautela. Cerró la puerta detrás de ella y siguió a Silvia hasta su habitación la cual estaba completamente desordenada.

—Muy bien—dijo Silvia mientras acercaba una silla al lado de Norma al mismo tiempo que colocaba una enfrente de ella—. Hay cosas que ni siquiera yo puedo explicar.

—Pues explica lo que puedas—dijo Norma.

—Muy bien, no puedo explicar nada—dijo Silvia.

—¿Por qué no?

—¿Por qué no has ido con alguien más?—preguntó Silvia—, ¿por qué no le has contado a nadie más sobre esto?.

Norma se quedó callada mientras Silvia se movía nerviosamente.

—Yo te lo diré—continuó Silvia—, por la misma razón que no lo contamos a nadie. Y es porque si lo contamos nadie nos va a creer, nadie en su sano juicio podría creernos. 

—¿Quiénes son?—pregunto Norma.

—Tú los viste esa noche.

—Esos dos chicos y la chica extraña—dijo Norma.

—Ella no es extraña—dijo Silvia—. Somos todos los involucrados, pero no tienes de qué preocuparte, lo podemos manejar.

—¿El incendio tiene que ver con ustedes?—pregunto decisiva Norma. 

—No...no lo sabemos—dijo Silvia nerviosa.

—¿Cómo que no lo saben?, dices que lo tienen bajo control—dijo Norma.

—Lo tenemos en control lo mejor que podemos—contestó Silvia.

—¿Y cuando dejaran de tener el control?, cuando alguien muera, cuando alguien se lastime realmente. ¿qué se necesita para que ustedes pierdan el control?

—No te entiendo—dijo Silvia—hablas como si nosotros mismos hubiéramos  quemado la escuela.

—¿Lo hicieron?—pregunto Norma.

—Claro que no lo hicimos—respondió Silvia—, tú estabas con nosotros, estuvimos cerca de ti todo el tiempo.

—Muy bien, solo venia a darte esta lista de los lugares que podrían ser el nuevo gimnasio. 

Silvia coge la lista y ve el nombres del restaurante chino en la primera línea.

—Muchas gracias, creo que es hora que te vayas.

—Te veré pronto —dijo Norma.

Del otro lado de la ciudad entre una cama desacomodada y en una habitación más pequeña Erick descansaba. Las paredes estaban completamente pintadas con graffitis, algunos muy conocidos en Dark City, siendo los originales de obras mucho más grandes. Las botellas de pintura en aerosol cubrían gran parte del suelo, las partes que no tenían pintura estaban cubiertas por poster de algun concierto de rap. El pequeño armario y un colchón gigante eran los únicos muebles en la habitación. A un lado de la puerta de la habitación se encontraba una computadora encendida, se estaba repitiendo en bucle un video sobre como pintar un mural y a un lado una mochila abierta con un cómic dejando observar el nombre de Los misterios del Tzolkin número 3. El chico se movió de un lado para el otro, extendió su brazo para revisar su teléfono, revisó su teléfono el cual solo tenia una linea de bateria. Al despertar observó el techo que estaba pintado por unas siglas enormes de su nombre como grafitero Paradis en letras verdes con muchos reflejos. Al abrir los ojos sonrió en cuanto vio su pintura.  

Al integrarse se cambió rápidamente, colocó la computadora en su mochila, salió de su habitación y cogió su patineta. Se dirigió hasta la casa de Abigail y justo cuando iba a llegar a la calle donde vivía noto a una chica con bicicleta roja. La chica se ocultaba entre algunos arbustos. Camino silenciosamente hasta llegar lo suficientemente cerca para ver lo que la chica veía, noto como observaba la casa de Silvia.



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En el texto hay: mayas, mayas y aztecas, criaturasmagicas

Editado: 29.09.2023

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