Capítulo 13

Cuando mi madre se fijó en mí, con su mirada verdosa estuvo analizando todo mi cuerpo, seriamente hasta que alzó su mano, mientras me toco la mejilla, y el mundo entero se detuvo cuando me encontré con mis hermanos menores, justo detrás de ella.

—¿Está bien, Ciro? —me preguntó. Estaba actuando raro. Lo sabía, y ellos estaban más que seguros, por eso no podía sostenerle la mirada a Liam. Él y sus ojitos magentas, que se especializaban en descifrar los sentimientos de las personas.

—Mamá nos dio permiso, si alguien nos acompaña —dijo mientras tomaba la mano de Sery, al principio no le entendí, hasta que vi las flechas. Cierto, hace una semana, les había dicho que podíamos ir a cazar a la cima del bosque del valle, pero luego paso la misión, y me había olvidado—Vamos a ir a cazar Ciro, lo prometiste.

—Claro que no —dije acariciando el cabello de Sery—, ire por mis cosas, y saldremos—avise.

Aunque no tenía ganas, mí padre me mataría si dejara ir solo a ellos, y luego ellos me matarían por faltar a mi palabra. Busque una capa negra, y solo con mi espada envainada y atada a mi cintura. Liam es cinco años menor que yo, estaba emocionado, desde que mostró su interés por la arquería, había rogado por tener clases, entonces me ofrecí a hacerle un arco, no era el mejor, pero era funcional, y le di algunas clases y tanta fue su emoción, que le contagió a Sery, su melliza, muy tímida. Los tres estábamos caminando, hablando de cosas banales y sin sentido...Hasta que lo escuché.

—Chicos, hagan silencio —pedí mientras me detenía. Cerré mis ojos intentando concentrarme en los sonidos a mí alrededor. Y entonces volví a escuchar pisadas, eran pesadas y grandes, debía ser de un ogro o algún troll gigante. Con precaución, desenvaine mi espada, y con mí mano derecha, toque el hombro de Liam—. Quiero que corran a casa, usen el camino corto. Yo iré por el camino largo —explique, sabía que ellos no estarían de acuerdo, así que lo mire a los ojos—. Necesito que busque a Sev y Crysta porque necesitaré su ayuda —él solo asintió, aunque podía ver su mirada llena de preocupación, con firmeza tomó la mano de Sery, y salieron corriendo. En el momento en que se alejaron, tome aire—. ¡Ven aquí! —grité y el rugido del monstruo se escuchó más cerca de lo que estaba predicho.

Un enorme Minotauro venía corriendo con la intención de embestirme con sus cuernos. Los grandes Minotauros estaban extintos, y de cierta manera toda la situación era extraordinaria. El último Minotauro estaba frente a mí, toda su raza había sido destruida, no había podido adaptarse y terminaron muriendo, pero esta bestia, había ido contra todo pronóstico y logró seguir vivo hasta ahora.

Lástima que de tanto pensar, no pude esquivarlo bien. Su cabeza me empujó contra una roca, y sus cuernos se clavaron a mis lados, impidiendo mi escape.

Sentía miedo, y él lo sintió, porque sin miedo, me tomó del cuello. Y poniéndome frente a él, pude ver esos enormes ojos cargados de ira y sed de sangre. Estaba angustiado, tenía miedo. Y de pronto el sonido de una voz empezó a escucharse. No entendía lo que decía, pero estaba aclarando mi mente. No habían pasado ni dos segundos, cuando sentí como esos negativos pensamientos se dispersaron.

Intente centrarme en mis hermanos, mi familia y de pronto, la imagen de ese príncipe... De Adrick llegó a mí cabeza, tan vivida era la imagen, que mi piel se hizo de erizó totalmente, y una gran descarga eléctrica pasó por mi cuerpo. Pude ver cómo sus labios se movía y con una suave voz me decía

—Todo estará bien.

Tomé con fuerza la empuñadura de mí espada, corte en una línea más o menos vertical el pecho del Minotauro, quien me dejó caer por el dolor. Me aleje unos pasos, una vez recobre la compostura. En un combate cuerpo a cuerpo no podía ganar, tenía que usar la distancia y mi agilidad para poder ganar, al menos hasta que mis hermanos llegasen. Salí corriendo, sabiendo que la bestia me estaría siguiendo. Con el impulso necesario, salte y me subí a un conjunto de rocas caídas del antiguo derrumbe que había ocurrido hace ya muchos años, un fuerte terremoto había hecho pedazos la parte superior de lo que era esa montaña, y l o había reducido a un valle, y entre todas las rocas, que varias criaturas mágicas se habían unido y lograron detener, y con el tiempo, de ellas crecieron un enorme bosque. Y todo esto, detrás del territorio de mi casa. Estaba sobre una de las rocas más alta, llenas de moho.

Y la bestia con enojo, empezó a golpearla. Hasta que me resbale por la embestida, caí frente y con la espada atada en mi muñeca, supe que el segundo perfecto para matarlo, sería a los trescientos milímetros que él estaría de mí, en menos de siete segundos. Viendo cómo corría para volver a embestirme, cerré mis ojos. Y todo se hizo más lento, el sonido de las pisadas que provenían hacía mí, la respiración que poco a poco se me acercaba, y entonces lo visualice, abrí mis ojos, y en el momento en que él estaba a trescientos milímetros, levanté mi espada, atravesando su cuello. Por el impacto, mi espalda chocó con la roca.

Y de pronto un enorme alivio me lleno, estaba tan feliz, y muy orgulloso, aunque mi pantalón se había llenado de sangre, y corría el riesgo de mancharme más, tuve que mover a la enorme bestia para poder sacarle mí espada.

Entonces, una fuerte tristeza me inmundo. Había matado al posiblemente último Minotauro del mundo, con cuidado le cerré los ojos. «Solo querías proteger tu territorio» pensé, y luego sentí como se asomaban las lágrimas «Nunca se debe celebrar la muerte de un enemigo, porque es una vida que se pierde» me había comentado mi madre.

—¡Ciro! —grito Sev, quien venía corriendo, junto con Crysta. Ambos se acercaron a inspeccionar mi cuerpo por si tenía alguna herida, mientras yo tenía la vista fija al cadáver.

—Chicos, ayúdenme a enterrar su cuerpo —pedí, y mi hermana me miró confundida—. Nadie merece morir de esta manera tan horrible y no tener un entierro digno —me explique.