Los Montruos

Capítulo 15

Cuando terminamos el almuerzo, la familia se dividió entre los que iban a dormir por haber comido tanto, la guardia del territorio, y los que iban a entrenar. Los adultos se encargaron de planear las siguientes estrategias, y los niños iban a jugar afuera. Pero nosotros los jóvenes, podíamos elegir entre entrenar o hacer la guardia.

Yo solo me quedé con mi abuela, ambos estábamos limpiando los platos y las ollas, que se habían utilizado para el almuerzo. La cocina no era muy grande, por eso más de cuatro personas sería excesivo para el lugar, por ello, solo éramos ella y yo. No era algo extraño, mi abuela siempre había sido el único referente de la dulzura y amabilidad, la mayoría de mis familiares eran muy serios, y normalmente solo dedicaban su tiempo a la guerra.

Mientras limpiabamos, ella me estaba contando sobre sus épocas de lucha, claro que siempre se saltaba los detalles, desde con quien luchó, hasta en donde y cuando lo hizo, hace mucho tiempo que supe que ella no quería hablar de ello, mi abuela era la que más aborrecía todo este tema. Y aunque dijera que era necesario siempre estaba con ese semblante serio y melancólico y eso, a mí, principalmente, me dolía verla así, por eso dejé de hacerle preguntas. Simplemente la escuchaba atentamente y disfrutaba de nuestro pequeño tiempo, donde nada de esto importaba. Pero algo no estaba bien, y aunque podía escuchar las palabras de mi abuela, sentía que mi mente estaba en otro lado, hasta que, mi abuela se quedó callada, totalmente seria y con sus ojos fijos en la pared, y luego, empezó a inclinarse suavemente a la izquierda, no dude en acercarme y evitar que cayera. Ella se había desmayado, y la preocupación me invadió. Con fuerza la alce, para acercarla a la pequeña mesita de café que ella hace años había puesto, y la senté en una silla. Me preocupaba la idea de que ella estuviera teniendo una recaída, como lo había tenido Adrick, y que su energía se consumiera hasta extinguirse.

Cuando me aseguré de que no estaba en peligro, me alejé para sacarme el delantal de algodón blanco totalmente manchado, dándole la espalda totalmente seguro de que no se iba a levantar, y de pronto, alguien tomó uno de mis brazos. Cuando me giré, mi abuela tenía los ojos oscurecidos y con una fuerza inimaginable me acerco, dejándome frente a frente con ella.

—Cariño —me susurró mirándome y en esos oscuros ojos, pude ver un brillo de pena, como si estuviera viendo a un preso al que van a degollar—. ¿Cómo te has metido en esto? —me pregunto y sus ojos volvieron a la normalidad. Pero ese brillo de pena, aún estaba en ellos.

—¿Qué sucede abuela? —pregunté y ella solo se levantó y me abrazó—. ¿Estás bien?—volví a preguntar. Decidí arrodillarme para tener una mejor postura, pero mi abuela está decidida a no dejarme ir, y eso lo deduje por su agarre. Luego nos separamos, y ella me miró a los ojos.

—Mi vida, sea en lo que sea que estés. Tienes que tener mucho cuidado —pidio y eso me dejó confundido—. Tienes un gran corazón, y una cabeza muy inteligente. Nunca dudes de tus capacidades, pero necesito que seas muy fuerte —comentó, y yo solo le sonreí.

—Lo seré, abuela —contesté, viendo como aquellos ojos seguían viéndome de la misma manera, ella no estaba creyendo, o no quería hacerlo.

—El camino que estás recorriendo no es fácil —dijo con un tono de voz decaído—, y te ganarás un inmenso odio, que muy pocos podrán soportarlo—comentó.

—Lo sé, mi camino nunca es fácil —dije y ella soltó una sonrisa triste—. Pero no hay nada que evite que siga caminando —le aseguré, y suavemente empezó a aflojar sus manos, que descansaban sobre cada mejilla de mi rostro.

—Es un camino tormentoso, pero su finalidad traerá algo que el mundo entero necesita, que todos necesitamos para poder vivir —me aclaro, ambos nos quedamos callados, y sus ojos volvieron a hacerse oscuros—. Cariño, los tiempos que se acercan, cada día serán más confuso, y más complicados, pero necesito que me prometas que nunca dejarás que la duda te invada —solo suspiré, y le sonreí.

—Abuela, yo te prometo, sobre esta sagrada tierra y debajo de este infinito cielo, que jamás dejaré, ni dudaré sobre el camino que he elegido —dije poniendo una mano en mí pecho. Esa era una promesa que podía parecer algo infantil, pero mi familia la seguía sin dudar, era algo que el mismo Mark, el primero de todos, había hecho cuando se liberó, y ha sido un sello de nuestra familia, y no se la podía tomar como un juego, porque era algo muy importante que significaba lo mismo, que un juramento de sangre.

Ambos nos quedamos callados, y ella solo acarició mi mejilla, pero esa mirada no desaparecía. Y luego me soltó, yo le acerque su silla de ruedas, y la ayudé a sentarse, y cuando intenté tomar el delantal, ella me detuvo.

—Creo, que lo mejor será que termine esto, yo sola y tu ve a prepararte —solo asentí, por ella estaba literalmente empujándome fuera de la cocina—. Pero, quiero que recuerdes algo importante mi niño, algo malo va a pasar, por favor ten cuidado cariño —me aclaro antes de cerrarme la puerta de la cocina en la cara—. ¡Y ve a bañarte! —me gritó.

Entonces, el ambiente cambió, sentís que todo había tomado un aire de peligro, algo no estaba bien y ver a mi abuela desmayarse me dejó algo confuso, y de pronto sus palabras me pusieron alerta, mis instintos estaban alertas, como si algo estuviera a punto de pasar.

—¿Qué haces a mitad del pasillo enanito? —preguntó mi hermana Nia, mientras acomodaba sus hilos mágicos enhebrandolos en sus dedos. Ella era increíble, tenía el cabello castaño largo hasta la cintura, y con hermosas ondas en las puntas, siempre andaba con una remera negra, y una calza de algún color oscuro, su piel tostada por el entrenamiento de verano, combinaba con sus ojos felinos claros, era más alta que yo, me sacaba algunos centímetros. Seguro se estaba preparando para poder ir a entrenar, ella usaba una técnica que había creado y perfeccionado, donde su única arma, era un hilo mágico, con el cual podía parar y cortar cualquier cosa, ella era increíble.



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En el texto hay: reyes, magia, boylove

Editado: 09.04.2025

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