Los Niños De Alambre

Bailar hasta no poder más

Loren no recordaba cuando empezó a bailar, era algo que desde siempre podía hacer, era lo único que realmente le gustaba hacer, simplemente moverse, no le importaba si lo hacía con gracia o no, lo único que hacía era girar y girar en el mismo lugar, su padre le decía que debía ser más inteligente y no seguir al resto, pero Loren no quería hacer nada, por eso le gustaba bailar, ella no tenía que hacer nada más que hacer lo mismo que otros antes de ella hicieron, al final del día Loren no hacía nada, quizás tenía que aprenderse los movimientos de memoria, pero al final del día era igual: nada, Loren no hacía nada; eran sus momentos al bailar cuando podía dejar de pensar y solo su cerebro se apagaba, su cerebro no hacía nada, su cuerpo tomaba el control y ella no tenía que hacer nada. Cualquier cosa medianamente musical ameritaba una coreografía entera, desde niña Loren tenía la costumbre de poner un disco de musicá infantil y bailar frente al televisor, su programa favorito eran Los Backyardigans y conocía de memoria cada una de sus coreografías. 

Loren tenía hermanos y hacía que sus ellos fueran sus bailarines de respaldo, a su padre le gustaba verla bailar, solía grabar cada una de sus coreografías y a veces obligaba a sus hermanos a bailar con ella. Loren tenía el talento, la dedicación, pero había un problema: era inmigrante; cuando recién llego a Rilindja, tras ser salvada por David intento tener una vida aparte pero por más que lo intentaba ninguna academia de baile la aceptaba; a veces decían que era demasiado descoordinada, pero luego cuando era prácticamente la sombra de la coreógrafa dijeron que el problema era su peso.

— Eres linda, pero demasiado gorda para ser bailarina — le dijeron.

Fue su hermana mayor quien le dio la solución para mejorar, era una solución un poco fea pero necesaria: debía comprar paquetes de pastillas de vitamina C para embeber y dejarlos que pasaran su fecha de caducidad, aquello producía que los ácidos del sabor a naranja le quemarán la lengua y el interior de la boca, haciendo que le fuera muy doloroso comer, de esta manera Loren solo podría retener los líquidos y aún así era doloroso tener cualquier cosa en la boca, incluso la saliva le provocaba dolor. Las yagas eran dolorosas y su lengua sangraba mucho, prácticamente tenía el interior de la boca derretido, sus dientes estaban carcomidos y amarillos por los ácidos de consumir casi veinte pastillas al día pero pronto sus esfuerzos dieron frutos y logró perder unos kilos en varios meses, Loren de por si ya era delgada, con las pastillas...parecía una caricatura mal hecha; ojos demasiado grande y cabeza desproporcionada, cuerpo prácticamente inexistente y ni siquiera así obtuvo el reconocimiento que quería, y merecía. Fue entonces cuando notó que tener el nombre Gondwana en sus documentos era el verdadero problema.

No le sirvió de nada ser tan coordinada que prácticamente se movía igual y mejor que la coreógrafa, no le sirvió de nada quemarse la boca y destruirse la lengua, no le sirvió de nada entrenar hasta romperse los huesos de los pies, tampoco le sirvió de nada no beber ni comer nada dos días antes de las audiciones. No importaba que hiciera, Loren ya estaba marcada. El nombre Gondwana en sus documentos y sus cicatrices en cuello, brazos, pierna y abdomen le cerraron todas las puertas. Estaba marcada por una guerra que se desarrollaba lenta pero efectivamente sin que nadie más que las victimas lo supieran. La primera vez que Loren fue quemada tenía cinco años y su padre le arrojo una taza de té caliente al brazo cuando ella lo estaba "molestando", la segunda vez fue cuando le coloco un collar de metal y con soplador de fuego eléctrico lo calentó, todo para darle una "lección" y las quemaduras en su vientre...bueno, digamos que Loren enloqueció cuando se dio cuenta de que estaba nuevamente vacío. A Loren le encantaría decir que provenía de un hogar abusivo, donde su padre la golpeaba e insultaba, pero lo cierto es que no fue así, su padre nunca fue el culpable de sus cicatrices, al menos no de forma directa, Loren siempre tuvo lo que quería, incluso cuando no lo merecía, su vida era tan buena que jamás pensó que terminaría siendo una Testigo de UML, que terminaría siendo torturada solo para saber qué pasaba después de la muerte, mucho menos que su padre estaba de acuerdo con eso. Fue cuando le llegó su ultimo cheque de asistencia social que decidió que ya había dado demasiado sin obtener nada a cambio. Los únicos lugares que la aceptaban eran en los bares, donde hacía shows con poca o nada de ropa a cambio de un poco de dinero con el cual pagar sus clases de baile en un intento desesperado por salir adelante, además, sus estadías en los bares le permitían conocer a personas de interés: lideres de la mafia, prostitutos favoritos, madames de las drogas y para Loren tener dichas conexiones le resultaba muy útil.

Así fue como Loren tomó una decisión: les daría una lección; ¿Fue a terapia? ¡No! (tampoco tenia dinero para ir a una sesión y sabía que ningún psicólogo gratuito del Estado querría tenerla como paciente) ¿Entreno más duro y busco un lugar donde no fueran tan racistas? ¡Tampoco! Era la decisión más sensata hasta cierto punto; Loren podía seguir luchando por seguir su sueño sin lograrlo o...dar una lección de una forma peligrosa. A Loren le gustaría decir que no hizo eso para llamar la atención de David, pero estaría mintiendo, a decir verdad Loren sabía que David la atraparía, por eso decidió usar el puente por el cual pasaba David todas las tardes al salir de sus clases en la academia, espero a que él estuviera solo y sin pensarlo se colgó del borde, y espero a que él pasara por debajo del puente, no era un puente muy alto, de hecho a penas si llegaba a los cinco metros y cuando tuvo a ese hermoso espejismo masculino debajo de ella saltó, simplemente saltó. Claro que no calculo bien el momento de la caída, se suponía que David la atraparía y ambos irían al hospital; Loren por un posible homicidio accidental y David por las heridas; pero no fue así y en su lugar Loren cayó sobre el duró concreto, y tres costillas rotas después tenía a David diciéndole que la vida era hermosa y no valía la pena morir por una mala situación.




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