Los Niños De Alambre

Osito de gominola

Retirar los cuerpos, espantar a los periodistas, retirar más cuerpos y espantar a más periodistas.

En eso se podría resumir la mañana de tan traumatizados policías. 

Cuando por fin seso el fuego David se dedico a cargar con las bolsas negras de plástico, ayudando a los forenses a recoger lo poco que quedará de lo que alguna vez fueron los cuerpos de prometedores adultos, adultos con familias, amigos, conocidos, adultos devotos a su nación y también cuerpos de niños, niños con un futuro, niños con sueños, con anhelos, con futuro, de niños inocentes.

Lo bueno de todo esto era que ya todo había terminado, era imposible que El Bombardero siguiera con vida después de semejante explosión, pero incluso muerto El Bombardero había logrado cobrar la vida de tantos niños y militares.

David se sentía un tanto aturdido, había tenido la idea de que El Bombardero únicamente asesinaba a personas que había hecho cosas malas y estaban relacionadas con la secta, pero ahora...ahora no estaba seguro, ¿Qué clase de crimen pudieron haber cometido aquellos niños? ¿Y qué hay de sus compañeros? Sí, David era un recién llegado y prácticamente no los conocía, pero lo poco que conocía de ellos creaba la idea de que eran buenas personas, el mayor crimen que podían cometer era comer a deshoras por la sobrecarga de trabajo, no eran los típicos policías que se sentaban en sus traseros comiendo donas y nada más, no, ellos iban a la acción y siempre estaban listos. Pero aún así David esperaba de todo corazón que hubiera una explicación, sinceramente la idea de que algún inmigrante UML estuviera vengando a todas las victimas le resultaba extremadamente tentador, le fascinaba imaginarse a aquellos asesinos y violadores muriendo de formas horribles. Era algo que David necesitaba, ni él con todo su poder o rango pudo ayudar a las personas mientras vivía en UML y que hubiera alguien directamente relacionado con la esclavitud resultaba extrañamente agradable, además...aferrarse a aquella posibilidad significaba que no había ayudado a un genocida eliminando el video, aún más importante, David no se sentía atraído hacía un asesino despiadado. David trato de no pensar en eso, debía de existir una muy buena explicación para lo sucedido, David realmente quería creer en El Bombardero, realmente lo necesitaba.

David siguió en silencio a varios forenses, abriendo la bolsa plástica y dejando que los forenses metieran lo poco o nada que quedaba de los cuerpos, lo que más se pudo recuperar fueron pequeñas partes amputadas: dedos, orejas, partes de piel y una mano enterá; el resto de los cuerpos estaban tan deformados que era imposible saber qué parte pertenecía a cual e inevitablemente los órganos y demás varias personas se mezclarían, era obvio que serían funerales a ataúd cerrado. 

Pero quienes sin duda la estaban pasando peor eran Ramírez y Suárez cuyo trabajo se resumía en buscar a los pocos sobrevivientes, hacer una lista de los muertos y llamar uno a uno a sus hogares, dándoles las fatales noticias. David pudo ver como Ramírez intentaba calmar a la otra persona tras la línea telefónica, al contrario de Suárez que solo se limitaba a decir "Lamentamos informarles que el oficial/militar tal ha muerto" y colgaba, lo hacía tan rápido que David dudaba que las personas lo hubieran escuchado completamente, era algo insensible, sí, pero David no lo juzgaba, también él hubiera hecho algo similar solo por evitar escuchar el llanto de las personas. Dos oficiales se subieron a sus patrullas rápidamente, David supuso que eran los que le informaron a el centro de protección ambiental sobre el envenenamiento hídrico del lago, por ello debían estar apurados por evitar que la mancha de petróleo se esparciera por todo el lago y matará a más fauna acuática.  
De seguro cerrarían el canal del lago con lonas de plástico, el derramamiento de petróleo era un acto terrorista en todos los sentidos, en especial en un mundo donde el agua era más sagrada que la vida humana.

— ¿Pero qué es esto? —  David dirigió su vista cansado hacía el lago, cuyas llamas por fin habían sido apagadas y estaban en proceso de purificación del agua, y de recuperar los cuerpos —  ¡Oigan! ¡Vengan rápido! ¡Hay más cuerpos aquí! —  el forense ladeó la cabeza, atrayendo el cuerpo flotante con una pala —. Creó...creó que es un niño. 

Poco a poco los demás forenses y oficiales rodearon el negro lago, notando unas manchas blancas a pocos metros debajo del agua. En veinte minutos unos oficiales estaban vestidos como buzos y listos para sumergirse debajo de las quemadas aguas del lago, pequeños y grandes peces flotaban muertos en la superficie, y la negrura del agua hacía que fuera casi imposible mirar debajo de la misma. Los dos buzos saltaron en su interior y en pocos minutos volvieron a subir completamente pálidos, y temblando.

 — ¿Qué pasa? ¿Qué sucede allí abajo? — pregunto Tabares poniéndose en cuclillas frente a los buzos.

— Hay niños...— dijo uno.

— Parece...parece que están sujetos con algo, como una cadena — respondió otro.

Tabares se puso de pie y miró unos segundos las pequeñas manchas distorsionadas por el agua, la mujer lucia claramente perturbada, todos lo estaban, ¿Qué pecado habrían cometido tan inocentes criaturas para merecer muertes tan horribles?

— ¡Traigan corta pernos! ¡AHORA! 

Los oficiales pronto acataron sus ordenes y en menos de lo que David hubiera deseado los buzos se habían sumergido nuevamente.

Cada vez que subían lo hacían con el cuerpo de un niño o una niña. Sus cuerpos hinchados, sus labios morados y sus rostros pálidos, contraídos eternamente en una mueca de miedo, algunos tenían la boca abierta sin lengua congelada en un grito y otro parecía simplemente pensativo, casi risueño. En total sacaron cinco niños del interior de las oscuras aguas. David ayudo a los forenses a guardar los cuerpos hinchados de los infantes en bolsas negras y a montarlos en un camión repleto de cuerpos...o lo que quedaba de ellos. 
Cada vez que abría la bolsa para dejar que metieran el cuerpo de un niño David cerraba los ojos y cuando los llevaba al camión trataba de imaginar que no eran los cuerpos de unos niños pequeños e inocentes, David fingía que no eran más que bolsas de basura, David remontaba su mente a su época en la academia y como al ser un novato debía sacar todas las noches las pesadas bolsas repletas de basura. Era una forma horrible de afrontar, fingir que en aquellas bolsas había basura en vez de los cuerpos sin vida de seres que pudieron haber crecido y tenido una vida feliz, pero un cruel terrorista les arruino dicha oportunidad.




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