Los Niños De Alambre

Verdad Explosiva

Otra llamada de auxilio había llegado, otra oportunidad para capturar Al Bombardero y otra oportunidad en la que David haría hasta lo imposible por protegerlo.

Esta vez no tendrían que ir directamente a detenerlo, la incompetencia de su comisaría ya había sido demostrada, por eso en aquella ocasión irían solo como apoyo en caso de que murieran muchos policías.

La patrulla de policía dio un fuerte salto contra un vehículo negro que por poco fue arrollado, Suarez saco su cabeza por la ventana, maldiciendo al conductor y amenazándolo con matarlo si no se fijaba en la autopista. Las manos de David temblaban contra el volante y Ramírez no dejaba de gritarle a Suárez que se calmara, por un momento David consideró la posibilidad de atropellar la patrulla contra uno de los autos, de esa forma crear un trancón y darle más oportunidades a su amado de escapar, pero decidió no hacerlo, al menos no por ahora, no quería matar a nadie inocente, incluso si era por El Bombardero. Decir que David estaba hechizado por el terrorista que debía atrapar era poco, David estaba maravillado por su inteligencia y suma devoción a su misión: vengar a todas las victimas pasadas, presentes y futuras de UML; le encantaba dicha misión y David no podía esperar para escuchar más noticias sobre miembros de UML. Ya se había confirmado que todas las personas que murieron en el tren eran miembros de UML, lo mismo con cada victima de los atentados anteriores, el tema de los niños era distinto, sus padres eran homicidas, torturadores, violadores, pederastas y todo lo que UML representa, de cierta forma El Bombardero los estaba salvando de convertirse en monstruos iguales a sus padres e incluso peores. Era mejor matar el mal de raíz.

— ¡Acelera Nadylan! — grito Suárez pateando el asiento del conductor, provocando en David una gran oleada de pánico.

David ni siquiera comprendía del todo lo que estaba haciendo, literalmente conducía sin prestarle atención a la ruta y aún así era fielmente seguido por 50 patrullas de su unidad. Las orejas de David le latían con ferocidad, pero por un momento el eco infernal de las sirenas de las múltiples patrullas de policía fueron silenciadas por eso, por un árbol: el árbol estaba en el centro del parque, brillando como un farol, con las llamas consumiendo el tronco; los policías se abrían limitado a solo mirar como el árbol era consumido por el fuego seguido su camino de no haber sido por los pequeños cuerpos colgando de cada rama seca y humeante que sobresalía del tronco.

— ¡Son los niños!

Pronto el pánico ensordecedor cegó la razón de la mayoría, prácticamente se lanzaban de sus patrullas en movimiento para correr hacía la fuente a cinco metros de árbol y apagar el fuego. David intento detener la patrulla e ir a ayudar, pero cuando redujo la velocidad otra patada de Suárez lo hizo acelerar.

— ¡Tu sigue conduciendo! ¡MIERDA! — David piso con fuerza el acelerador, notando como eran quince patrullas las que se detenían para parar el incendio, pero el resto siguió su curso hacía el hospital.

El edificio al frente del hospital era el objetivo del Bombardero, los pájaros mecánicos lo habían visto entrar en el edificio o al menos habían visto rondado a un joven hombre cubierto de pies a cabeza colocando extrañas cajas en el interior de los soportes principales del edificio. Era claro que algo iba a pasar en aquél edificio. Al llegar frente al hospital David fue tomado del cuello por Suárez que lo lanzó hacía adentro del hospital.

— ¡Ve y revisa el interior! ¡AYUDA A LOS DOCTORES Y ENFERMERAS A SACAR A LOS PACIENTES! ¡¡¡AHORA!!!

David subió las escaleras de la entrada, pero se detuvo en seco cuando vio a Tabares liderar un equipo antibombas e intentando entrar al edificio. David termino de entrar al hospital y allí adentro todo era un caos, hombres y mujeres arrastraban a personas en sillas de ruedas, en camillas e incluso cargadas en sus espaldas, intentando sacarlos del peligro, ya había un centenar de policías allí adentro, ayudando a sacar a cuanto paciente se encontrará en las instalaciones. David intento tomar el ascensor e ir a ayudar en los edificios más altos, pero estaban atestado de personas, fue por las escaleras y lo mismo, no fue hasta que llegó a la salida de emergencias que pudo empezar a subir sin tanto problema, de vez en cuando se encontraba con un enfermero y una doctora bajando a un paciente en camilla junto a un oficial, pero en general estaba vació. David ya había llegado al séptimo piso del hospital cuando, por la ventana, vio como el equipo antibombas salía del edificio, Tabares llevaba algo en las manos, de repente se escucharon gritos y David presencio como Tabares volvió a entrar en las instalaciones. 

— No...¡No! ¡Tabares! Tabares...— David cayó de rodillas, sujetando el marco blanco de la ventana.

Los lamentos de David fueron callados por el eco infernal del fuego quemando el primer piso y la onda sónica  arrasó con el resto de la estructura.

No quería creerlo...simplemente no quería creerlo. Las dos opciones eran igual de aterradoras. Por un lado David se había equivocado y El Bombardero en realidad SÍ asesinaba indiscriminadamente, por el otro...Tabares era parte de UML. Dos posibilidades repugnantes y terribles. David intento enderezarse pero a penas pudo ver a través del cristal de la ventana supo que su hora había llegado. El edificio se tambaleo y el tercer piso aplasto al segundo, y el cuarto al tercero, los soportes de tan gran estructura colapsaron y el edificio se desvió en dirección al hospital. David iba a morir aplastado. David miró como con sorprendente velocidad su final se acercaba, el joven hombre decidió cerrar los ojos y aceptar valientemente su destino, intento pensar en Loren, en su bebé, en la clase de vida que le pudieron dar a la criatura, se imagino a un varoncito, con el cabello rizado como él, con la piel negra como él pero con los ojos verdes aguamarina como ella, David lo intento, pero cada vez que se concentraba en imaginar a su posible familia veía la figura del Bombardero, pero no lo veía de forma aterradora, con llamas y explosivos, no, lo veía tranquilamente escuchando musicá sentado en el metro.




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