Los objetos en el espejo

Capítulo 26: Los tullidos felices

 

 

Los pacientes se movían de forma mecánica, como si los movimientos estuvieran arraigados en su cabeza, tomar las mesas, desdoblarlas y acomodarlas, tomar las sillas y ponerlas cada una en su puesto con su respectivo individual. Los empleados como piezas de una máquina caminaban entre las mesas dejando platos rebosantes frente a cada individuo.

Este era el único momento del día donde todos parecían estar completamente calmados, levemente sumergidos en el letargo del sueño químico, con las bocas y los estómagos llenos, era una escena asquerosa a ojos de Kaidan, hasta cierto punto llegó a pensar que habían llenado los cerebros de los enfermos con felpa, como si no hubiera nada más en sus cabezas que el momento frente a ellos, y el único instante donde podían pensar claramente era cuando sus mentes eran retadas por las actividades de los terapeutas.

— Tienes que mantenerte activo chico, o terminaras como otro más de los tullidos felices— dijo Jorge a su lado y Kaidan debió de verse sumamente confundido desde que decidió explicarse entre risas. —Están tullidos, están enfermos…y, a decir verdad, no podría importarles menos. Porque les dan de comer y los ayudan a dormir, están felices de estar enfermos porque gracias a su enfermedad están aquí, tanto así que no cuestionan las cosas extrañas que ocurren en este lugar. Un verdadero lavado de cerebro— recitó el mayor en tono de un viejo cántico. Kaidan sopesó esa rima durante todo el desayuno.

En el entre tiempo en lo que llegaba el terapeuta, los pacientes se sentaron en el suelo, con las miradas perdidas, Kaidan los observó detenidamente y ninguno le devolvió la mirada, se veían en cierto sentido…vacíos.

Andrómeda lo observaba por debajo del borde de la capucha de su sudadera y el castaño estaba empezando a cansarse de su escrutinio. Se puso de pie y caminó hacia el pasillo sabiendo que ella lo seguiría, y así fue.

— Kaidan, tienes que escucharme— dijo la peliblanca en un susurro agitado.

—No tengo que hacer nada

— No seas un imbécil, tu y yo pasamos por lo mismo, lo menos que puedes hacer es escucharme

—¡El reflejo no existe, estamos enfermos!

— Shhh, cállate— habló irritada ella para luego darle un ligero golpe al brazo del castaño

— ¿Por qué estamos susurrando?

— porque ella puede oírnos

—¿Quien?

Antes de que Andrómeda pudiera hablar, se escuchó el sonido de tacones acercándose a ellos, la mujer pálida, rápidamente se ocultó detrás de la figura de Kaidan cuando Mira emergió desde la sala contigua.

—Chicos, la terapia va a empezar y no querrán perdérsela— La pelinegra hablaba con una sonrisa que daba a entender que ella sabía algo, y Andrómeda estaba a la defensiva como si ella supiera que ocultaba esa sonrisa, después de que ambas compartieran una corta mirada que Kaidan a duras penas logró notar, Andy corrió pasillo abajo, adentrándose al ala femenina.

— sin correr, Andrómeda…

Mira lo observó, examinando su figura y quizá su alma, tras un segundo le dio una corta pero afilada sonrisa para después perderse entre los pasillos, en dirección opuesta de hacia dónde Andrómeda había corrido.

Kaidan, que en su corta estadía en el hogar había descubierto el verdadero significado de la palabra “confusión” se quedó en su sitio, suspirando abatido. Pasados unos segundos volvió a la sala principal, donde los pacientes estaban parados en un circulo alrededor de la terapeuta física, Dalia. Una mujer rubia de ojos grises y piel bronceada, terriblemente energética y dinámica, su risa era hermosa. Pero era demasiado fuerte para los oídos de Kaidan, Jorge lo llamó a su lado y así lo hizo.

Se encontró entonces en medio de Jorge y Jean, la terapia consistía en hacer un movimiento de calentamiento y repetir todos los movimientos hechos antes del que uno proponía, la ronda después del quinto movimiento se volvió lenta, los internos luchaban por recordar el orden, cuando llegó el momento de Jean este los mezcló un poco, pero no se saltó ni uno. Kaidan los hizo en orden y sumó el suyo. La ronda acabó con Jorge tomándose su tiempo alegando que su cuerpo ya no era el de antes, ganándose por supuesto una fuerte risa de Dalia.

El día transcurrió como lo hacia todo dentro de las paredes del hogar, lento, monótono y sin mucho sentido, con Jean robando de su comida, Jorge negando en silencio, pero juzgándolo con la mirada cada que elegía comer menos y Andrómeda apareciendo cada tanto, limitándose a hacer contacto visual.

— ¿Está todo bien entre la chica y tú? — preguntó Jean

— ¿Qué chica?

— La que nos está mirando desde hace 6 minutos detrás de la pared de la izquierda

Kaidan se sorprendió, no pensó que Jean lo hubiera notado quizá subestimó al contrario

— No realmente, pero tampoco creo que podamos arreglarlo

— Creí que salías con el chico que viene a verte— comento el moreno con tono de confusión y la mirada viajando entre Kaidan y el no tan sutil lugar donde Andy se escondía

— Julian y yo aún no salimos de manera oficial— dijo Kaidan mientras hablaba su mano viajó a su labio inferior — Y mis problemas con Andrómeda no tienen nada que ver con una relación—



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En el texto hay: lgbt, boyslove, psicosis

Editado: 20.12.2021

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