BILL
Me alejé de Alex y su familia, a cada paso la opresión en mi pecho era más abrumadora. A mitad de camino, volteé para verla una última vez y vi como la pelirroja llamada Maya la tomaba de la mano mientras ella la seguía cabizbaja. El vacío en mi pecho se hizo más grande si fuese posible. Alex y yo solo habíamos hablado en dos cortas ocasiones, pero me hallaba anhelando estar a su lado. Era como una necesidad muy grande que no terminaba de entender, todo mi lado animal me decía que fuera tras ella.
Sacudí la cabeza y volví al jardín donde la encontré, al lado de la glorieta se encontraba el zorro sentado y me veía expectante.
–Ya déjate de tonterías y vuelve a tu estado natural. –le dije al zorro, es decir, a mi hermana mayor.
Este gruñó enseñándome los dientes y miró a ambos lados, fijándose si estábamos completamente solos. Se sacudió un poco y empezó a crecer, era como una plastilina tomando forma y, en menos de diez segundos, había una mujer de unos pequeños cinco centímetros más baja que yo justo frente a mí que me miraba enfurruñada. Mi hermana Catrina puede ser muy pretenciosa y altanera, pero le tenía mucho cariño.
–No es necesario que me hables como si fuera un perro. –dijo reprochándome.
–Podemos ser perros si queremos, –repliqué encogiéndome de hombros solo para molestarla. –solo que nos gustan los animales más ágiles y fuertes.
–Sí, ya lo sé. –respondió, se sacudió las arrugas inexistentes de su ropa. –Como sea, solo te estabas luciendo con esa chica, ¿Quién es? –me lanzó una mirada divertida, sus ojos verdes brillando con picardía.
Me crucé de brazos negándome a responder, no le había hablado a mi familia sobre Alex y no iba a empezar ahora. La cosa es que no somos totalmente humanos –para nada humanos, de hecho–, sino que somos asuras o cambiaformas, como mejor nos conocen en la literatura y mitos humanos. Si llegaba a mencionar a una chica entre mi familia, todos se iban a poner como locos pensando que había encontrado a mi pareja de alma y empezarían los planes de la boda. Este último pensamiento me sacó una sonrisa, ridículo.
–Muévete, deben estar esperándonos en casa. –solté y empecé a caminar hacia la entrada del jardín.
Catrina no dijo nada por mi falta de respuesta a su pregunta, pero sentí como daba un ligero trote para alcanzarme. Pasé mi brazo sobre sus hombros cuando llegó a mi lado, a su vez ella rodeó mi cintura con su brazo y andamos despacio de esa manera en silencio.
Mientras caminábamos, recordé inmerso en mis pensamientos cuando conocí a Alex. Suele ser fácil conocer chicas lindas, las cuales, siendo sincero, abundan, pero suele ser muy distinto en mi caso porque solo presto atención a lo esencial: mi entorno, quienes me rodean desde un punto de vista práctico y la estructura básica de cada cosa. No soy un maniático, es instintivo. Generalmente, la mayoría de las cosas que hago es impulsada por el instinto, al igual que cuando decidí vagar sin rumbo por Liseberg alejándome de mi familia. Buena decisión… Resultado: choqué con esa linda chica. Y, vaya que es linda
Jamás había tomado en cuenta mi altura –me daba igual si era una ventaja o desventaja–, solía fastidiarme a veces cuando las personas se veían incómodas por este hecho, no es mi culpa que todos sean unos enanos. Sin contar el hecho de que la mayoría de los de nuestra especie tienden a ser muy altos. Pero, definitivamente, fue una ventaja cuando Alex estampó su cara contra mi pecho en el parque y fui embrujado por su mirada curiosa de color chocolate, si lo pienso bien fue muy dramático.
Pero, ahora que lo analizo bien, no fue tan buena idea, dado que por andar tan distraído ella casi pasa a través de mí, literalmente. Cada clan de asuras tiene un poder sobre los elementos naturales y los Ahlgren, mi familia, tenemos un poder muy extraño sobre la materia. Podemos manejar la densidad de nuestros cuerpos y las cosas que nos rodean, es por esto que cuando Alex casi me atraviesa me vi obligado a repelerla para no causarle un ataque de pánico. Creo que no se dio cuenta, pero no pude evitar la mirada de curiosidad que me dio por la extraña sensación.
Luego hoy, mi hermana y yo salimos a estirar las piernas, terminamos en el Jardín Botánico de la ciudad. A Catrina le encantaba este lugar por todas las plantas que tiene y lo natural que es, así que dejé que nos guiara y mi concentración se fue lejos cuando noté un ligero olor a fresas en el aire, hizo que me alejara de mi hermana inmediatamente.
Llegué al claro donde se encontraba Alex, ¿por qué no me había dado cuenta antes que ella huele a mi fruta favorita? Así de hipnotizado debió de haberme puesto ese día en Liseberg que no estuve ni cerca de notarlo. No quise asustarla y me permití observarla un poco más, se veía pequeña con rasgos tiernos y bastante delicados. En el parque no había podido ver bien su cabello porque el gorro escondía una parte de él, pero hoy lo llevaba completamente suelto y me gustó encontrar una melena castaña clara ondulada que se asemejaba a la de un león.
Me alejé para volver a mi forma humana, sin fijarme que mi hermana seguía mis pasos y me veía curiosa desde sus cuatro patas de zorro. Me moví entre los árboles para salir desde un punto más común cerca del bosque, no quería que preguntara que estaba haciendo allí y tuviera que terminar inventando que me habían dado ganas de ir al baño. Vergonzoso. Ella se alarmó y se fijó donde yo me encontraba.