Los Ojos De Mi Otra Mitad | Asura #1

Capítulo 5: España

ALEXANDRA

Barcelona, España

El viaje de vuelta desde Suecia pasó como un borrón ante mis ojos, se sentía extraño volver a estar en Manresa y todo lo que conocía. Es como si una parte de mí no pudiera creer que realmente estaba aquí, además que la rutina empezaría nuevamente y cuando menos me lo esperara, ya tenía que arreglar mis cosas para regresar al apartamento que compartía con Emma.

No empezábamos las clases de inmediato sino hasta el 11 de enero y, tomando en cuenta que ya estábamos a viernes 8 del mes, eso nos dejaba un par de días para organizarnos, mi amiga y yo solemos llegar un fin de semana antes de empezar para poner todo en orden. Nuestras cosas, hacer la compra, limpiar lo que haya que limpiar, todo lo que regresar conlleva.

Luego de una despedida eterna por parte de mi madre y hacerme prometer que nos mantendríamos en contacto, mi padre me llevó hasta Barcelona en el auto. Íbamos hablando sobre cosas triviales cuando me llegó un mensaje de Emma.

<<Acabo de llegar al apartamento J ¿por dónde vienes? >>

Sonreí y le respondí inmediatamente. <<En 10min estoy allá, espero que me hayas extrañado>>

<<No sé de qué hablas, fui libre de ti por mes y medio>> respondió, le mandé varios emojis riendo y guardé el teléfono.

Ambas nos conocimos en la universidad cuando –como cosa rara– yo iba distraída y prácticamente la arrollé. Emma había caído sobre su trasero y yo no dejaba de ofrecerle mil y un disculpas por lo torpe que era, mientras me arrodillaba para ayudarla a levantar sus libros me aseguré de no haberle causado un golpe fuerte.

Lo que me sorprendió de ella en ese momento fue que, con total naturalidad, solo se echó a reír, me miró con una mezcla de timidez y maternidad que me quedé muda. Se presentó con una voz suave y empezó a hablar conmigo como si nos conociéramos de toda la vida, recuerdo que me fije que llevaba consigo un libro de Lena Valenti y fue cuando decidí que sería mi amiga de allí en adelante. Las personas con buen gusto en lectura hay que mantenerlas cerca.

Había pensado que era normal en ella ser tan natural y entablar conversación tan fácilmente, pero a medida que la fui conociendo entendí que en realidad era tímida y le costaba relacionarse. Por alguna razón, ella había decidido que conmigo no sería así y eso nos acercó más. Hemos sido inseparables desde entonces. Luego de seis meses de habernos conocido, decidimos compartir un sitio cuando me contó que donde estaba viviendo el casero la estaba desalojando porque iba a vender el lugar y ella realmente se veía estresada. Yo necesitaba estar más cerca de la universidad y tener una compañera para compartir los gastos, su compañía me cayó como anillo al dedo.

Ella cursa la carrera de nutrición y suele regañarme muy a menudo por mi creciente comida chatarra acumulada en la cocina, somos muy distintas la una de la otra, pero de una forma extraña nos complementamos y hacemos que resulten las cosas.

Mi papá aparcó el auto frente al edificio y me miró. –Aquí estamos, pequeña catarina. –dijo. No suele tener muy buenos sobrenombres para decirme, pero aun así me encantaban.

–Gracias por traerme, papá. –salimos y me ayudó a bajar las maletas para luego darme un fuerte abrazo de oso.

–Recuerda escribir con frecuencia y llamar si necesitas algo. Te quiero. –sonrió revolviendo mi cabello.

–Claro que sí. –reí apartándome. –También te quiero, papá. –besé su mejilla y entré al edificio. Emma y yo vivíamos en el piso cuatro, así que en cuanto llegué abrí la puerta de un golpe. –¡¡Cariño, estoy en casa!! –grité. Los vecinos deben de odiarnos cada vez que hacemos eso.

Es sorprendente la cantidad de fuerza que puede tener un cuerpo cuando es lanzado contra ti. Fui recibida por un chillido y una delgada chica de ojos verdes arrollándome con todo lo que llevaba conmigo, casi haciéndome caer por el impacto mientras saboreaba unos cuantos de sus cabellos rubios. Emma se alejó un poco y me sonrió, agarró una de mis maletas para ayudarme y entramos las dos cerrando la puerta tras nosotras.

–Estás muy feliz, espero que sea por mí. –sonreí.

–Ya quisieras. –dijo riendo. –Estoy feliz porque ya no estoy sola y sé que me traes muchas historias de tu viaje a Suecia, me contarás cada detalle.

Sentí una pequeña punzada de añoranza al pensar en Suecia, despegar en ese avión de regreso a España fue lo más duro que he hecho en mi vida y aun no logro entender del todo por qué. Bill llegó a mi mente y suspiré, hacía eso muy seguido últimamente.

– ¿Estás bien? Te pusiste muy seria de repente. –dijo Emma. Parpadeé y la vi, caí en cuenta que no le había prestado atención a lo que decía y me miraba preocupada.

–No… ¡No! Estoy bien, no sucede nada. –sacudí la cabeza e hice un ademán con la mano restándole importancia. –Solo me dio una pequeña punzada en la cabeza, pero ya se fue. –dije, esto no era del todo mentira. Cada vez que pensaba en Año Nuevo me dolía la cabeza, sabía que había estado con mi familia, pero el recuerdo se sentía como piezas que no encajaban y me daba una sensación de vacío como si mis recuerdos no estuviesen claros.

–Oh, ok. Bueno, ¿has hablado con Dylan? –preguntó no muy convencida. Cierto que tengo un novio llamado Dylan, ups.




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