Los Ojos De Mi Otra Mitad | Asura #1

Capítulo 23: Nudo En La Garganta

BILL

No era la emoción que me transmitía solamente, ni como jugaba con su collar lo que me indicaba que Alex estaba nerviosa. Estábamos sentados en unas incomodas sillas esperando a que mi padre saliera en cualquier momento por las puertas, ella no dejaba de mover su pierna en un obvio tic nervioso. Puse mi mano sobre su pierna deteniéndola y lanzándole una mirada, transmitiéndole un poco de calma.

–Quieta. –dije con suavidad. –Es solo mi padre, no un oso polar a punto de comernos.

–Podría serlo. –respondió. Su mirada llena de miedo me encogió el corazón, la rodeé con los brazos.

–Es en serio, tranquila. –la tranquilicé, estaba tensa e intentaba relajarse. –Mi padre es un hombre pacífico y eres mi pareja ahora, te aceptará. –dije, soltó un suspiro y me devolvió el abrazo.

–Esto es raro, Bill. –murmuró contra mi pecho, bajé la mirada hacia ella interrogante. –Siento que debería huir despavorida de todo esto, correr muy lejos y pensar que estás loco. –dijo, tragué saliva ante sus palabras. –Pero, al mismo tiempo no puedo alejarme de ti porque es como si mi pecho ardiera en dolor, como si algo más fuerte que yo reconociera todo esto como algo natural.

–Sé que es difícil, min själ. –susurré, ella me dio una mirada de cachorrito perdido que me llegó al alma. –Me… Me hubiera gustado que fuera de otra forma, ¿sabes?

– ¿Cómo?

–No te di a escoger. –apreté los labios al soltar aquello que me carcomía. –Te metí en este mundo sin siquiera consultarte, pero ibas a morir y yo… –mi voz se apagó.

–Me salvaste la vida. –meditó suavemente, sentí como sus manos jugaban con mi suéter en mi espalda. –Sentí mucho miedo cuando me atacó aquel cadáver… ¿Sabes? Lo último en lo que pensé antes de caer inconsciente fuiste tú. –admitió sonrojándose.

– ¿Lo hiciste?

La miré embelesado. Continuábamos abrazados y ella apoyaba su barbilla suavemente sobre mi pecho, saber que había pasado por ese acontecimiento tan horrible y que su mente había decidido pensar en mí como último recuerdo, me dejaba totalmente abrumado. Me hizo concluir que Alex es mucho más receptiva de lo que parece, ella vio mucho antes el cambio en mis ojos como algo fugaz y también sentía la atracción entre ambos antes de convertirse en asura, ella era impresionante.

Me incliné hacia ella y besé su frente, dejé mis labios allí varios segundos sintiendo la suavidad de su piel. Su aroma a fresas me embriagaba, era perfecto. Pasé mis dedos entre su cabello castaño claro, llegaba a su cintura y era precioso como parecía variar entre el color miel y unos tonos más obscuros. Nos quedamos así por unos minutos hasta que recordé algo.

–Ah, por cierto, Alex… –dudé.

– ¿Sí? –dijo distraídamente con la mejilla apoyada contra mi pecho.

– ¿Quieres salir conmigo? –pregunté poniéndome nervioso ahora. Le sonreí cuando levantó la mirada sorprendida y la apreté más contra mí, un poco más y estaría sobre mi regazo.

–Ahh… –dijo, la había agarrado desprevenida. –Sí. –murmuró sonrojada, le sonreí más ampliamente.

– ¿Por qué me das esa mirada?

–Es que… Como me explicaste que soy tu pareja, me pareció un poco extraño supongo. –meneó la cabeza un poco. –Claro, no tan raro como todo esto. –movió la mano señalando a nuestro alrededor refiriéndose a todo lo que sucedía.

–Lo sé, –asentí. –pero eso no quiere decir que tengo que dar todo por sentado. Déjame conquistarte, mereces eso y mucho más. –dije, sus ojos brillaron con anticipación y sonrió dulcemente.

–Ok, eso se oye lindo.

Acaricié su mejilla y me incliné para besarla, no he podido hacerlo tanto como me gustaría y me gustaba aprovechar la mínima oportunidad. Me vi interrumpido a solo un centímetro de sus labios cuando alguien llamó mi nombre, me tensé. Esa voz no era la de mi padre… Ay no. No, no, no.

–¡¡Bill!! –gritó mi sobrina Emelie corriendo hacia mí, sonreía ampliamente y se señalaba a sí misma para que la viera. –¡¡Farbror, Bill!! –me levanté rápidamente para agarrarla al vuelo y cargarla en brazos.

–¡¡Hey!! –vaya, mi voz salió temblorosa y un poco chillona.

Miré sobre el hombro de mi sobrina que me abrazaba apretada a mi cuello y palidecí. Toda mi familia venía hacia mí, volteé a ver a Alex y estaba con los ojos abiertos como platos llenos de miedo y un poco de desconfianza.

–Hola, hijo. –dijo mi madre llegando hasta mí, me dio un beso en la mejilla maniobrando con Emelie aun guindada a mí como mono.

–Hola, mamá. –logré abrazarla, su aroma familiar a jazmín me llenó.

Todos llegaron hasta nosotros, Alex se había puesto en pie y estaba un poco apartada del resto con el semblante pálido. Apretaba los labios y se acariciaba los brazos lentamente, sin dejar de observar a cada uno de mis familiares.

–Hijo. –mi padre me abrazó rápidamente dándome unas palmadas en la espalda. Me lanzó una mirada de disculpa, para luego dirigirse a Alex mientras yo terminaba de saludar a mis hermanos y cuñada. –Tú debes ser Alexandra. –le dijo, mi oído oyendo cada detalle.




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