Los Ojos De Mi Otra Mitad | Asura #1

Capítulo 32: La Boda

BILL

– ¡Mamma, basta! –me quejé avergonzado.

Ella decidió ignorarme mientras arreglaba mi corbata. Me vi en el espejo y noté la mirada aprobatoria que me daba mi padre a través de este, suspiré resignado y la dejé hacer. Al parecer, resulta que sí tenía un traje en el fondo de mi armario y, milagrosamente, me quedaba perfecto. O, por lo menos, eso decía mi madre.

Era un traje azul oscuro, acompañado de una camisa un tono más claro y una corbata amarilla. Este último toque, me parecía un poco llamativo, pero mi madre me dijo que me dejara de tonterías y decidí dejar de protestar. Pasé mis manos por mi cabello negro, por fin me había dignado a cederle un corte decente, a lo que mi madre me soltó una palmada en mi mano. La miré sorprendido y mi padre soltó una risita a mis espaldas.

–Si sigues pasándote la mano por el cabello, lo dejaras hecho un desastre. –dijo dándome una mirada de reproche y se alejó dos pasos para estudiar mi atuendo. –Sí, estás muy guapo. –decidió con un asentimiento, me dio una mirada llena de ternura y sus ojos verdes brillaron.

–Solo lo dices porque eres mi madre. –le sonreí, Aada chistó y se situó junto a su esposo.

–No, lo digo porque es verdad. –replicó sacándome la lengua, solía hacer eso cuando usaba su lógica de madre.

–Tiene razón, te ves bien. –concordó Catrina, apareció justo en ese momento y se apoyó en el marco de la puerta.

Le di una pequeña sonrisa. Tomé mis cosas y dos cajas de la mesa de noche, un regalo de bodas para los novios y uno para Alex. Me costó mucho escoger el de la pareja, pero terminé escogiendo un pequeño detalle que podrían compartir ambos, uno de esos collares dobles que usaban las parejas. El de Alex… Eso era algo más complicado.

–Gracias por todo, mamma. –dije dándole un abrazo y un beso en la mejilla, ella me sonrió con ternura cuando me aparté y me dirigí a mi papá para hacer lo mismo.

Salí bajo la atenta mirada de todos. Entré en el auto y lo encendí, le envié un mensaje a Emma antes de ponerme en marcha. Habíamos quedado en que la buscaría para llegar juntos, después de todo, ella conoce la dirección mejor que yo y empezaba a sentir que se relajaba más con mi presencia, poco a poco aceptaba mi cercanía junto a su mejor amiga.

Estaba nervioso, ya había conocido a la familia de Alex, pero era muy distinto llegar para presentarme ahora como su novio. Estacioné el auto cuando llegué frente al edificio de las chicas, envié un mensaje a Emma diciéndole que ya estaba aquí.

No pasaron ni cinco minutos cuando Emma apareció por la puerta del edificio, vestía un lindo vestido rosa claro con un lazo negro justo debajo del busto. Pequeñas perlas adornaban el cuello ingles del vestido, su rubio cabello recogido de lado y unos tacones negros de vértigo completaban el estilo. La chica era adorable y sabía sacarlo a su favor, incluso sin darse cuenta de ello.

–Estás hermosa. –dije con una sonrisa sincera, puse el auto en marcha apenas abrochó su cinturón.

–Gracias, tú también estás muy guapo. –respondió estudiando mi traje. –Veo que si conseguiste traje después de todo.

–Le doy gracias a mi madre. –reí.

–Muchas gracias a tu madre, entonces. –rió igual, se removió en su asiento para verme mejor y dándome una pequeña sonrisa cómplice. – ¿Cómo te sientes? Conocerás a la familia de Alex.

–Sí. –suspiré y dejé entrever los nervioso que eso me tenía. – ¿Cómo son? Digo, los vimos aquella vez cuando fuimos al cine, pero… –dejé que mi voz se apagara e hice un ademán con la mano para que ella siguiera.

–Te entiendo. –murmuró mirando la carretera con aire pensativo. –Son muy unidos, siempre están gastándose bromas entre sí y puede que al principio te miren seriamente, cuando menos te lo esperes serás parte de sus bromas también. –explicó con una sonrisa suave, me lanzó una mirada en un intento de tranquilizarme. –Conmigo fue así, recuerdo que el padre de Alex empezó a decirme pequeña rubia a los cinco minutos de haberme conocido.

– ¿Pequeña rubia? –fruncí el ceño, a veces Micah le decía así.

–Alex dice que él me ve como una muñeca de porcelana y que nunca ha sido bueno con los sobrenombres. –rió, sus ojos brillaron como si recordara algo. – ¿Sabes cómo le dice a Alex?

– ¿Cómo? –dije intrigado, eso me interesaba bastante.

–Pequeña pulga, –sonrió abiertamente y no pude evitar imitarla. –dice que es porque cuando estaba pequeña era un desastre y no podía quedarse quieta mucho rato.

–Me encantan las historias vergonzosas. –reí. Aunque, conociéndola de seguro que Alex las contaba ella misma sin sentir un rastro de pena. –Se oyen como una familia agradable.

–Les vas a gustar. –murmuró. –No tienes que estar nervioso.

–Decirlo es más sencillo que hacerlo. –suspiré, pero me sentía más tranquilo con lo que Emma me había contado. –Tú pareces muy cercana a ellos. –comenté.

–Oh… Bueno, sí. –su rubor me confundió un poco, ella toqueteó la punta de su cabello apartando la mirada. –Son como una familia para mí. –susurró.

No hice comentario al respecto, pero quedé un poco extrañado por la forma en que lo dijo. Sé que no me había permitido congeniar mucho con Emma, me agradaba, pero me daba cuenta que no sabía nada de ella aparte de lo básico. Qué estudia, quién es su mejor amiga y dónde vive, pero nada más. Decidí no indagar, no parece el tipo de chica que suelta sus trapos a cualquier persona y yo aún estaba en “periodo de prueba” alrededor de ella.




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