Los Ojos De Mi Otra Mitad | Asura #1

Capítulo 36: Sigue A La Gota De Sangre

BILL

Entré como un torbellino a la casa de mis padres en Sant Just Desvern, los gemelos me pisaban los talones. Apenas atravesé la puerta, mis padres ya venían bajando a la carrera las escaleras; Gabriel estaba serio como nunca antes lo había visto y mi madre parecía al borde de un colapso.

Mitt barn, contrólate, son demasiadas emociones –dijo mi madre llegando a mi lado, su angustia se debía a que sentía mis emociones, mi respiración seguía acelerada por más que intentara calmarme.

–Lo siento, mamma –respondí con voz temblorosa.

–Explícanos que sucedió –pidió mi padre.

–Yo… Ah… –pasé mis manos por mi cara en señal de frustración, cada momento que pasaba eran segundos perdidos que podíamos aprovechar de encontrar a las chicas, todo mi cuerpo cosquilleaba.

–Fuimos al apartamento de las chicas, pero todo estaba destruido y no había rastro de ninguna –Micah se adelantó al notar mi incapacidad para hablar, le di una mirada de agradecimiento–. Todo el lugar olía a mentar y cadáver en descomposición.

Mi madre soltó una exclamación ahogada y sus ojos se llenaron de lágrimas, mi padre lucía entre pensativo y atormentado, empezó a caminar de un lado a otro. En ese momento, llegaron Catrina y Björn, mi madre los puso al tanto de la situación cuando notaron la tensión en el ambiente.

Cada vez me sentía más claustrofóbico, como si las paredes a mí alrededor se cerraran más y más, además de la frustración que ganaba terreno en mi mente, estaba desesperado por hacer algo que me llevara junto a Alex… André no se encontraba mejor que yo, estaba tenso en la esquina en la que se había posicionado. Jamás lo había visto así y tuve miedo de que eso causara reacciones no deseadas en él, podía ser peligroso.

– ¿Cuándo fue la última vez que vieron a las chicas? –soltó mi padre.

–Ayer las dejamos en su casa luego de clases –respondí, Catrina me miraba nerviosa desde el marco de la puerta.

– ¿Por qué se la llevarían los brujos? –preguntó Björn, se notaba molesto–. No se meten con nosotros de forma tan directa y Emma es humana.

–Papá, es… –empecé, André y Micah me dieron miradas nerviosa a sabiendas de lo que iba a soltar–. La cuñada de Alex, Maya, es una bruja.

– ¿¡QUÉ!? –gritaron mis padres y mis hermanos al unísono. Catrina y Björn me miraban sorprendidos, mi madre con angustia y mi padre parecía indeciso entre la cólera y la sorpresa.

– ¿Cómo se te pudo pasar por alto un detalle como ese hasta ahora? –soltó Gabriel entre dientes, por la forma en que se marcaban las venas de su cuello, mi padre se estaba conteniendo.

–Sé que no debí omitirlo, pero Alex quería decírselos en el momento apropiado porque tenía miedo de que la juzgaran –expliqué, la desesperación empezaba a volver y en cualquier momento las lágrimas también. Levanté mis manos deteniendo lo que estaba a punto de soltar mi padre, comencé a pasar mis manos una y otra vez por mi cabello en señal de desesperación mientras iba y venía alrededor de ellos–. Yo le dije que ustedes serían incapaces de eso, pero entiéndela. Fue convertida, no nació como una asura y Maya ya había llegado a su vida antes que yo.

Me detuve y tomé una respiración en un intento de calmar mí acelerado corazón, Micah puso su mano en mi hombro y le di un asentimiento en señal de agradecimiento; al parecer, él era el único que no había perdido la calma de todos nosotros. El detalle de que Maya era una bruja volvió a mi mente y me pregunté cómo lo había olvidado, parpadeé sorprendido al pensar en algo.

– ¿En qué piensas, Bill? –murmuró André ahora a mi lado. Su semblante volvía a ser serio como siempre, pero había una angustia en sus ojos bicolores que no concordaba con su apariencia calmada.

–Hay que ir a ver a Maya –me dirigí a él y pareció caer en cuenta a lo que me refería, se enderezó–. Sé dónde trabaja.

– ¿Qué piensas hacer? –mi madre se adelantó unos pasos, la angustia de Aada se había calmado un poco.

–Creo que sé de qué forma podemos localizar a Alex y Emma, pero iré con los gemelos y llamaré.

–Pero… –mi madre iba a empezar a protestar.

–Mamá –me acerqué a ella y tomé sus hombros–. Sé que todos nos preocupamos por Alex y la vida de una humana está en peligro, pero hay que actuar con cautela –dije, ella puso sus manos en mis mejillas, estaban frías–. Los que hicieron esto no son tontos y, si aparecemos todos en la tienda de Maya, podríamos llamar su atención.

–Yo… –carraspeó y asintió lentamente–. Está bien, tienes razón.

–Nosotros pondremos en sobre aviso a los Daniels, llámennos en el momento en que tengan algo sobre las chicas –dijo mi padre más calmado ahora, asentí.

–Está bien.

Le di un asentimiento a mi padre y le hice un ademán a los gemelos para salir, entramos rápidamente al auto y nos pusimos en marcha, esta vez conduje yo. Seguro rebasé los límites de velocidad, me pasé varios semáforos ganándome el odio y malas palabras de muchos, pero no maté a nadie en el proceso, así que no me arrepiento de manejar tan rápido. Llegamos a la tienda de Maya en tiempo récord y, por suerte, solo había un cliente dentro, además de ella.




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