BILL
Mi padre me retuvo apenas Alex fue llevada en una camilla y desaparecía por el pasillo del área de Emergencias en el Hospital St. Pau, hice una mueca al sentir su brazo rodear mi cintura e impedirme el paso. Sé que lo hacía para que no cometiera una locura, pero odiaba no poder permanecer a su lado.
Me estrechó contra él cuando rompí en sollozos, finalmente quebrándome con todo lo que sucedía. Me guió hasta una de las sillas metálicas y me hizo sentarme, no me importaba que me vieran, era la otra mitad de mi alma la que estaba en esa camilla e inconsciente.
–Ssh. Tranquilo, mitt barn –me consoló mi padre, acariciaba mi espalda de arriba abajo.
No sé cuánto tiempo lloré, mi respiración se fue calmando gradualmente. Me separé de él y limpié mi cara, nada más quedábamos mi padre, el de los gemelos, André y los brujos. Emma había sido llevada también para ser examinada, solo por si acaso, pero fruncí el ceño al ver que Micah no estaba con nosotros en la sala.
André estaba pálido sentado frente a mí y miraba el piso fijamente, su padre lo miraba con expresión atormentada. Ya no podía seguir escondiendo sus sentimientos por Emma y mucho menos lo que era, había visto como todos cambiábamos de forma. Quedaba esperar como ella reaccionaría ante eso, recé porque no fuera tan dura con él.
–Tenemos que avisar a su familia, ¿lo entiendes, hijo? –la voz de mi padre me devolvió a la realidad, lo miré por unos segundos y asentí.
– ¿Qué dirán? –preguntó Michael acercándose, apretaba los puños y tenía los ojos hinchados. La sangre que manchaba sus manos y ropa le daban un aspecto extraño, no sé cómo las personas que estaban de guardia estaban tan tranquilas.
–Algo que explique su estado y… También la muerte de Maya –dijo mi padre con calma, el pelirrojo hizo una mueca conteniendo su dolor y asintió–. Merecen saber qué sucedió con su familia, pero tampoco podemos decir qué somos –la voz de mi padre era suave, razonable.
–Lo entiendo –murmuró Michael, Jaden lo miraba unos pasos más atrás y sus ojos plateados parecían brillar en la oscuridad.
–Disculpen –me sobresalté ante la voz de una mujer, era una enfermera entrada en años y nos miraba con empatía–, ¿quién de ustedes es el familiar de la chica?
–Yo soy su novio –dije poniéndome en pie de un salto, mi padre detrás de mí.
La enfermera me dio una mirada de suspicacia, pero las lágrimas que manchaban mi cara debieron de convencerla. Apreté los dientes, como que esta mujer me impidiera verla o algo parecido quemaría el hospital buscando a mi chica.
– ¿No hay un pariente más cercano? Hay que rellenar este formulario con sus datos –dijo tendiéndome una planilla sujeta a una tabla de metal, asentí.
Mi padre sacó su teléfono celular y me pidió el número de alguno de los familiares de Alex, me quedé en blanco. Tragué saliva y cerré los ojos, necesitaba poner mi cerebro en orden o me volvería a desplomar.
–Yo puedo ayudar –la voz de Emma nos hizo voltear a verla, había vuelto acompañada de un enfermero que la veía con preocupación–. Después de todo, conozco a Alex hace ya tres años.
Se acercó lentamente a mí, se abrazaba los brazos y deseé tener algo más que una simple camisa para darle. El pijama rosa que usaba no la cubría del frío de la noche y sus pies aún estaban descalzos, André se puso en pie de golpe y se sacó su suéter quedando en una simple camisa blanca.
Se lo tendió y ella se sobresaltó dando un pequeño brinquito hacia atrás, tomó unas cuantas respiraciones sin darse cuenta de la mirada llena de dolor que le dio mi amigo, bajé la mirada para darle privacidad a ese pequeño momento de vulnerabilidad. Emma aceptó el suéter con mano temblorosa, le quedaba como una enorme camisola y se sentó haciéndome señas para que la imitara.
Me senté a su lado y ella empezó a ayudarme a rellenar el formulario con los datos de Alex, sus manos temblaban más que las mías así que escribí yo. No me pasó por alto como ella se abrazaba, evitaba acercarse más de lo debido y lanzaba miradas a los demás presentes.
Cuando por fin tuvimos todos los datos de Alex, sorprendiéndome todo lo que ella sabía, pero agradeciendo la información a la vez que me regañaba a mí mismo por no saberlo, le entregué el formulario a la enfermera y esta me dio una pequeña sonrisa. Ugh, esta mujer no me agrada.
Emma se apartó un poco y se abrazó a sí misma, evitaba la mirada de todos, sobre todo la de André. No sé cuánto tiempo pasó, pero llegaron los padres de Alex junto a sus hermanos. Observé sorprendido a mi padre, no me esperaba que vinieran todos y Emma no dudó en ir hacia ellos que la recibieron con un abrazo.
Anna abrazó a Emma mientras esta lloraba, los padres de Alex y Brian se dirigieron a mi padre. Me acerqué para escuchar como mi padre les explicaba la situación, de reojo vi como Michael estaba cerca y Brian lo miraba con confusión.
– ¿Qué sucedió con Alex? –pidió Evelyn, se veía alterada y no dejaba de remover sus manos.
–Señora Alamilla, tranquila –la calmó mi padre–. Soy Gabriel Ahlgren, el padre de Bill y con quien habló su esposo.
–Gracias por llamar –se adelantó el padre de Alex, también se veía preocupado, pero más sereno–. Por favor, díganos qué sucede.