Los Ojos De Mi Otra Mitad | Asura #1

Capítulo 40: Despierta, Min Själ

BILL

Entré al hospital de la Santa Cruz y San Pablo con cierta sensación de frustración; aunque era una hermosura arquitectónica y siempre me quitaba el aliento, mi preocupación constante por Alex me hacía olvidar ese detalle por completo. Hace ya tres días que la habíamos ingresado por emergencias a ella y a Emma en medio de la noche –claro que, esta última le dieron el alta el mismo día–, y Alex seguía en observación.

Al parecer, en algún momento dado cuando aún no las habíamos encontrado, Cahir o el otro hombre de cabello oscuro le habían golpeado con su energía, causando una serie de contusiones por lo que los médicos decidieron que era mejor dejarla hospitalizada hasta asegurarse que todo estaba en orden. Sumado a esto, estaba el hecho de que aún no despertaba.

Subí las amplias escaleras admirando el mármol rosado de las columnas, un grupo de estudiantes guiados por un doctor entrado en años pasaron a mi lado, sus voces eran un suave murmullo para mí. No fue difícil encontrar mi camino, cada vez que me acercaba al área de hospitalización mi corazón se encogía al ver a las enfermeras con sus uniformes blancos e instrumentos yendo de un lado a otro para atender a sus pacientes, algunas incluso ya me sonreían al reconocer mi rostro.

Abrí la puerta de la habitación de Alex con cautela, fui recibido con la misma imagen que encontraba cada vez que iba de visita: Evelyn sentada en el viejo sofá junto a la cama leyendo alguna novela y Alex aún inconsciente. Levantó la mirada al escucharme entrar y me dio una pequeña sonrisa, no había dejado a su hija en ningún momento desde aquella noche en que la llamamos para avisarle de la situación.

La historia que les contó mi padre aun me sorprendía; un mantón que intentó asaltar a Alex y Maya aquella noche, pero sé que fue la única forma razonable de explicarles a su familia que había sucedido. Aún me preguntaba por qué Emma no había refutado nuestra historia, su indignación no me pasó por alto y tampoco es que pudiera preguntarle directamente.

Richard, el padre de Alex, aun se preguntaba cómo pudo haber sucedido todo esto. Sé que mi padre se había reunido con ellos luego de internar a Alex para explicarles lo sucedido con más detalle, Maya había muerto defendiendo a Alex y, en cierto modo, no era mentira, todos la habíamos estado buscando y ella insistió en ir porque era su hermana pequeña la que estaba en peligro. Que Michael interviniera para corroborar la historia fue un alivio, tampoco era sencillo para él lo que sucedía, pero conocía los riesgos de que la familia de Alex supiera lo que realmente éramos.

Solté un pequeño suspiro y le sonreí a Evelyn, coloqué la pequeña rosa roja sobre la mesa junto a otros regalos de los gemelos, Anna, mi familia y Emma; todos para Alex. La madre de Alex se puso en pie y me dio un abrazo, no habíamos podido hablar por completo antes y conocernos como me hubiera gustado, pero estos días se había abierto más y creo que mi presencia a veces la reconfortaba.

– ¿El doctor ha dado noticias nuevas? –pregunté tomando asiento junto a la cama de Alex, tomé su mano sobre las sábanas blancas sin importar que su madre me viera.

–Sí, dijo que está sanando rápido –respondió tomando la otra mano de Alex y acarició el cabello de su hija–. Sus valores ya están normales, los golpes han ido desapareciendo y solo queda esperar a que despierte… Dijo que es un coma ligero causado por un traumatismo cráneo-ence… Ence… –soltó un suspiro de frustración y miró al techo como si este le fuera a dar la respuesta.

– ¿Encefálico? –sugerí con una pequeña sonrisa.

–Sí, eso –asintió chasqueando los dedos y me dio una mirada crítica, levanté mis cejas con sorpresa–. No has dormido bien –afirmó, parecía que el cansancio en Evelyn no afectaba su facultad de observación–. Debo imaginar que tampoco has comido bien –siguió observándome, carraspeé un poco incómodo por su instinto de madre, vaya que había acertado en todo.

–Buenas tardes –la puerta se abrió suavemente y el padre de Alex entró, me dio una rápida palmada en la espalda y saludó a su esposa con un beso–, ¿Cómo has estado, Bill?

–Bien dentro de lo que cabe, señor, gracias –respondí, me encogí de hombros.

–Bueno –soltó un suspiro viendo con cariño a su hija inconsciente–, supongo que todos estamos un poco desgastados y por eso mismo me llevaré a esta mujer a comer algo, también querrás un momento a solas con Alex –dijo con una sonrisa amable, Evelyn empezó a protestar, pero Richard la ignoró llevándola afuera–. Ya volvemos, vikingo –no pude evitar reír, debía admitir que el sobrenombre que me gané por parte de mi suegro era bueno.

–Te traeré algo –soltó Evelyn rápidamente mientras se asomaba por la puerta e hizo una mueca cuando empecé a negarme–. No te estoy preguntando, jovencito, es obvio que no has comido bien.

Volví a sonreír cuando fue arrastrada por su esposo y este cerró la puerta tras de sí, eran una familia muy interesante. Volteé nuevamente hacia Alex y me concentré en sus rasgos como cada vez que la veía: había recuperado el color en sus mejillas, alguien había peinado y trenzado su cabello de lado, el corte en su labio estaba prácticamente curado y su mejilla había dejado la hinchazón atrás dejando un pequeño corte casi imperceptible.

La peor parte se la había llevado su cabeza, Jaden había curado la gravedad del corte causado por la roca, dejando una leve contusión que los doctores tomaron como explicación a su estado de inconsciencia. Tomé su mano y fruncí el ceño, sus uñas habían sido recortadas y limadas, pero luego recordé a Emma aquí el día anterior. Probablemente, había sido ella quien la peinó incluso.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.