Los Ojos De Mi Otra Mitad | Asura #1

Capítulo 42: Mariposas Blancas

ALEXANDRA

Bill estacionó el auto y mi corazón se aceleró, llegar a este lugar hacía que todo fuera más real y yo solo quería salir corriendo en dirección contraria.

Había varias personas en el sitio, Bill salió del auto, pero yo no era capaz de moverme. Abrió la puerta del copiloto y se apoyó en ella dándome tiempo, me veía con expresión compasiva. La suave brisa movía su corbata negra a juego con su traje, también todo negro al igual que mi ropa… La ropa que usarías en un funeral, por más que quisiera que no fuera real.

Min själ –susurró.

–Ahm… –carraspeé, salí del auto y me sostuvo de la cintura cuando me tambaleé en mis tacones.

Levanté la mirada y me sonrió con ternura, tenerlo conmigo era un alivio. Puso su mano en mi mejilla y sentí como las lágrimas se acumulaban en mis ojos, esto no iba a ser sencillo. Tomé su mano y la suave brisa movió los cabellos sueltos de mi trenza a medida que atravesábamos el estacionamiento en dirección a la funeraria, pero no sentía nada más que un dolor creciente en el pecho, como si me ahogara con cada paso que daba para acercarme.

Mi madre nos vio apenas entramos al tanatorio, prácticamente se me lanzó encima y no lo resistí más. Lloré como un bebé. Lloré por la pérdida de mi cuñada, de mi amiga… Por Maya. Su muerte me había dejado en shock y presenciarlo fue algo horrible, pero lo peor de todo es no poder hablarlo con mi familia y simplemente hacerles creer que había sido a causa de un asalto, me hacía sentir como una persona terrible.

La mano de Bill apretó la mía, ni siquiera el hecho de abrazar a mi madre le había impedido apartarse y se lo agradecía. Me salí del agarre de mi madre y vi que tenía los ojos hinchados, para ella era cómo perder a una hija.

– ¿Cómo te sientes, amor? –preguntó con voz temblorosa.

–Horrible –sollocé, acepté el pañuelo que me ofreció Bill–. Además de culpable –agregué ganándome una mirada de reproche de mi madre y un apretón más fuerte en la mano por parte de Bill.

–Hija, no digas tonterías –me regañó mi madre con suavidad, acarició la punta de mi trenza–. Ella solo te protegía porque te amaba, no fue tu culpa.

Si ella supiera lo mucho que me afectaban sus palabras. Todo este tiempo Maya solo me protegió y arriesgó su vida para buscarme, no era su culpa tener un padre demente. Ella misma lo había dicho, su único error fue ser su hija y ni siquiera ella pudo elegir eso… De todas las cosas que hizo y yo solo dudé de ella, las cosas podrían ser distintas.

–Basta, min själ –murmuró Bill en mi oído, mi madre se había alejado para recibir a unos amigos de Maya, me abracé a Bill y escondí mi cara en su pecho–. De todo lo que estás sintiendo, déjame decirte que nada es tu culpa.

– ¿Cómo que no, Bill? –levanté mi mirada llena de lágrimas hacia la suya, Bill soltó un suspiro y me llevó a una esquina apartada.

–Alex –murmuró, tomó mi rostro entre sus manos con delicadeza, estaban cálidas–. Todo lo que hizo Maya por ti fue porque te amaba, te consideraba una hermana –limpió una lágrima de mi mejilla–. No había una forma de que pudieras hacer algo, Cahir es demasiado poderoso, entiéndelo.

–Pero, Bill… Ella…

No pude terminar la frase al tener un nuevo ataque de sollozos. Luego de que finalizó el ataque en el monasterio yo había estado inconsciente, desperté y tuve que esperar a que terminara el día de ayer para poder soltar todo lo que sentía, ahora parecía que las lágrimas no se iban a acabar nunca… Eran demasiadas cosas juntas: la muerte de Maya, la huida de Cahir, los sentimientos de Emma. Claro que, esto último era algo que afectaba más a André que a mí, ella y yo seguíamos hablando, pero igual me preocupaba por ella.

–Alex –escuché su voz detrás de mí, la Reina de Roma. Solté a Bill para aceptar el abrazo de Emma, ella tenía los ojos hinchados de tanto llorar–. Lo siento –susurró contra mi cabello acariciándolo.

–Gracias por estar aquí –me aparté, ella solo negó enérgicamente dándome una sonrisa pequeña y apretó mi mano por unos segundos.

Soltó mi mano y Emma miró a Bill a mi lado, él estiró los labios en una mitad mueca mitad sonrisa. Ella solo asintió aceptando su gesto y reconociendo su presencia, me miró, se dio media vuelta lentamente y se dirigió hacia mi familia. Miré a Bill y él solo se encogió de hombros con suavidad, él entendía la postura de Emma y me apoyaba en que había que darle su tiempo.

Fue un funeral lleno de lágrimas. Lo que más me dolía era ver a Brian sentado junto al ataúd de Maya como un zombie, miraba al piso mientras lágrimas silenciosas caían por sus mejillas. Estaba pálido, despeinado y no se había afeitado la barba. Me acerqué a él lentamente en un momento dado y la mirada que me dio me partió el alma. Era la mirada de un hombre perdido, le habían quitado a su esposa demasiado rápido.

–Alexandra –susurró con voz temblorosa, sus ojos marrones llenándose nuevamente de lágrimas.

–Brian, lo siento –susurré, fue lo único que alcancé a decir sentándome a su lado, apretó mi mano fuertemente y noté la banda de plata de su anillo.

–No –carraspeó, se limpió la cara y sacudió la cabeza–, no hagas eso.

– ¿Qué? –lo miré confundida.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.