Los ojos de un Dios

Capitulo 1: sangre bajo la nieve

Capitulo 1: Sangre bajo la nieve

El viento rugía en los picos nevados de Lief, trayendo consigo un presagio de muerte, en una aldea olvidada entre los bosques del continente nórdico de Lief.

Un niño corría sobre la nieve con una sonrisa inocente, se llamaba Eirik, y aunque solo tenía ocho años, ya despertaba temor entre los suyos.

No por sus palabras ni por sus actos

Si no por sus ojos.

Rojos como la sangre.

Brillaban incluso en la oscuridad, como brasas vivas que jamás se apagaban.

Su madre Astrid, lo llamaba desde la cabaña, su padre Bjorn, observaba el horizonte con la mano en la empuñadura de su hacha.

—¿Vienen? — pregunta Astrid en voz baja.

— si — respondió el. Con el seño endurecido —.

Banderas de rey. Lo han descubierto.

Pocos después, los jinetes llegaron. Hombres de guerra cubiertos de acero con el estandarte del lobo negro con presa de oro. Y al frente en hombre más temido del norte y del continente nórdico de Lief:

Harulf el Sangriento, Rey de Lief.

—¡Muéstrame al niño!— ordenó, su voz tronando como un martillo

Los soldados entraron en la cabaña. Y no encontraron a Eirick.

Astrid se arrodilló, suplicando clemencia. Bjorn levanto su hacha, dispuesto a morir. Pero Harulf no tuvo piedad.

Con una orden seca, los padres de Eirik fueron ejecutado, la nieve se volvió escarlata.

Un anciano de barba canosa antes del caos conducía con Eirik en un carruaje tirado por caballos.

—¡Muchacho tus padre están muertos¡—

Un mercader, antiguo amigo de Bjorn el padre de Eirik,

Le debía su vida. Juntos huyeron, perdiendo se en el bosque mientras la aldea ardía detras de ellos.

Días después...

Tras cruzar rios helados y bosques antiguos, llegaron a Tharador, una cuidad libre. Allí, los reinos no tenían poder solo el rey de tharador de la cuidad libre.

Aún así era un lugar donde la ley se dictaba a cuchillos, y donde la magia aún se respiraba en las sombras.

Rurik el mercader llevo al niño a una cabaña antigua en los bordes de la cuidad. Allí vivía una mujer que no envejecia, con el cabello blanco como la luna y un ojo negro como el abismo.

—te esperaba, niño de los ojos de sangre— dijo la bruja de tharador, sentada junto al fuego.

—¿Quien eres?—

—una voz del destino, tus ojos son una maldición pero también una bendición, tu ojos no son un error, son el recuerdo de un Dios que cayó hace siglos... Y tu eres su herencia. Dijo la bruja de tharador.

Eirik no dijo nada

—una profecía habla de ti escrita por la misma Valenire la chica que proclamó ser la liberadora del mundo.

—continuo la bruja.—gobernaras 2 de los 9 reinos no como rey..... si no como juicio.

Pero no estarás solo. A tu lado caminara una joven soñadora, nacida bajo la luna roja.

Ella también lleva un poder que el mundo teme. Juntos decidirán si el mundo arderá... o renacerá.

Eiric bajo la mirada. Las llamas del fuego se reflejaban en sus ojos como si dentro de el viviera una tormenta.

La bruja sonrió

—Ya la has visto en sueños ¿Verdad?

El asintió

Afuera la noche cerraba sobre tharador. Y el primer eco del destino acababa de despertar.

3 años después en la cuidad de tharador:

Tharador era una cuidad de ruinas antiguas y secretos enterrados. Calles de piedras gastada, mercados ruidosos, espías en cada rincón y fuego eterno en el centro del templo de los Dioses olvidados.

Eirick sobrevive entre las sombras

Rurik, el mercader, lo había protegido lo mejor que pudo. Pero los años pasaban y el dinero se acababa, a sus once años, Eirick se había vuelto un experto en desaparecer entre la multitud, esconderse entre cajas, y tomar lo que necesitaba para sobrevivir sin que nadie lo notará.

Una mañana,hambriento y sucio, se deslizó entre los puestos de fruta y tomo una manzana roja como el amanecer. Cuando se giró para escapar, una mano aguantaba de acero lo atrapó por el cuello del abrigo.

—No tan rápido— dijo una voz profunda, con tono calmado.

Eirick levantó la vista. Un hombre de cabello oscuro, barba trenzada y ojos marrones que lo miraba fijamente. Llevaba una capa púrpura con el símbolo de un hombre empuñando una lanza dorado.

Soldados lo rodeaban, pero no lo atacaban. Observaban.

—¿Tu eres el niño de los ojos de sangre que roba manzanas?—pregunto el hombre

Eirick apretó los dientes, con el corazón latiendo con fuerza

—¿Vas cortarme la mano?—

El hombre lo observó en silencio... Y después sonrió

—No, solo suelta la manzana y ven conmigo—

El palacio de tharador no era un castillo si no una fortaleza construida hace bastante tiempo. En la gran sala, cálida y llena de tapices Eirik comió por primera vez en días.

—Reinar, el Rey de Tharador, aunque aquí no usamos coronas. mandamos por respeto no por sangre.—

—Pues su cuidad es una basura— respondió Eirik.

—¿que quieres de mí?—

Reinar suspiró, y se sirvió un vacío de vino.

—Los niños con los ojos de sangre no nacen todos los días, una bruja me habló de ti Eirick, se lo que pasó en Lief, no voy a castigarte, vine a ofrecerte algo.

Eirick frunció el ceño.

—¿Que?—

—Una oportunidad, quiero que entrenes con mis caballeros. Aquí nadie es noble por nacimiento. Se gana con sudor. Quiero ver si esa sangre en tus ojos significa fuerza... O solo dolor.

El silencio cayó entre ellos.

—¿ Y si dijo que no?—

—Puedes volver a las calles. O puedes quedarte.... Y cambiar tu destino con tus propias manos.

Eirick bajo la mirada.

—Mis padres fueron asesinados, por algo que ni yo entiendo. Si me quedo.... ¿Eso cambia algo?

Reinar se acercó y puso una mano sobre su hombro.

—No puedo devolverles la vida , Eirick. Pero si puedo enseñarte a luchar para que nadie más te la arrebate.

Aquí... Puedes dejar de correr




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