Capitulo 2: Sombras en la cuidad libre
Las mañanas en el castillo de tharador eran frías y silenciosas, pero dentro del patio de entrenamiento, el acero hablaba más alto que el viento.
Eirick se levantaba al amanecer, se vendaba las manos con trapos ásperos, y corría hasta que sus piernas ardían. El Rey Reinar había cumplido su palabra no lo trataban como invitado, si no como un guerrero en formación.
Y al centro de todo estaba el: ser kealen " El valiente" en mejor con la espada de la cuidad libre de tharador.
Un hombre alto, el rostro marcado con una cicatriz ojos marrones como las piedras, su armadura negra sin adornos. Su espada colgaba de su cintura como una promesa mortal.
—¿Ese es el chico? —Dijo la primera vez que lo vio —
Parece frágil. Veremos si sus ojos tienen la temple que dices.
Durante semanas, lo puso a prueba:
Madera, piedra, resistencia, dolor. Eirik caía, sangraba, pero nunca retrocedió.
Una tarde, mientras el sol caía, sir kaelen lo observó en silencio.
—tienes rabia en tus huesos, chico—dijo mientras Eirik se limpiaba la sangre del labio— pero también tienes algo más, una llama que ni el frío de los vientos de Lief pueden apagar.
—Ven conmigo— dijo sir kealen
En un cuarto cerca del patio de entrenamiento saco entonces una tela envuelta con cuerdas y la coloco encima de una mesa. La desenvolvió con cuidado.
—esta es Draumur, la espada de los sueños. Forjada en las montañas negras antes que existiera tharador. Tienes un destino dice el Rey así que debes cumplirlo.
La hoja era fina, Eirik la miro sin parpadear.
—¿puedo tocarla?—
No aún no
Sir kaelen se negó con la cabeza
Sigue entrenado....
Esa noche Eiric volvió a la cabaña de la bruja y el mercader.
El mercader Rurik le contaba historias bajo la luz de las lámparas, la bruja tejía símbolos con hilos de oro.
—tus manos ya no tiemblan al comer— dijo Rurik con una sonrisa— ya casi pareces uno de nosotros.
—Ya es uno de nosotros — interrumpió la bruja —pero aún no es lo debe ser.
Eirick los miro con un extraño calor en el pecho, entre las paredes de aquella cabaña y aquellos símbolo extraños había encontrado algo parecido a un hogar.
—¿y si nunca soy lo que debo ser?— pregunto
La bruja sonrió con tristeza.
—El mundo temblará de todos modos, siempre hay algo que debe corregirse, Eirik,por qué incluso hasta el supuesto error de un Dios puede cambiarlo todo.
—Entiendo— dijo Eirick pensando en lo que le dijo la vieja bruja.
Días después...
La noche había caído sobre tharador como una capa de terciopelo oscuro, en el patio de entrenamiento, solo quedaban dos figuras entre las sombras. Eirick practicaba con una espada de madera mientras sir kealen observaba.
—creo que ya deberías descansar por hoy— dijo sir kealen.
Eirick obedeció, sudando y jadeando.
—cuantos has matado— dijo Eirick limpiándose el sudor con la manga.
Sir kealen levanto su mirada hacia la luna.
—demasiados. perdí la cuenta hace unos años atrás, algunos por órdenes, otros por rabia, unos pocos... Por miedo
— ¿y no te arrepientes?— pregunto Eirik.
El caballero camino hacia el, sin el peso de la espada,sin la dureza de siempre.
—me arrepiento de no haber tenido a alguien que me enseñará a elegir.
Se sentó en un banco de piedra y Eirick lo imitó. El ambiente era más tranquilo que de costumbre.
—¿como llegaste a Tharador?— sigue preguntando Eirik
Kealen entre cerro los ojos, como mirando un recuerdo antiguo.
—Nací en un pueblo en el este, hijo de la nada. Crecí entre saqueadores y perros salvajes. Un día durante un robo fallido, termine en prisión, un joven comerciante pago por mi liberación a cambio yo sería su espada, tenía 18 años tenía la fama de ser bueno con la espada.
Fue la primera vez que alguien me uso para algo de valor, tiempo después ese comerciante se convirtió en rey de tharador una cuidad libre de los 9 reinos—
Eirick lo miro con respecto.
—por sierto Eirik los ladrones del subnivel de la cuidad están creciendo. Roban en los mercados, secuestran niños, y corrompen a los guardias. Si no actuamos hasta el castillo será un nido.—
Eirick apretó el puño
—¿vamos a ir contra ellos?—
Sir kaelen se levanto, su sombra alargando bajo la luz de las antorchas.
—No aún no pero pronto, necesito saber si puedes defender tu vida antes de quitar otra.—
Lo miro fijamente
—descansa bien está noche Eirik.—
Y sin decir nada más, desaparecio entre las sombras del castillo.
Eirick se quedó solo, con el corazón latiendo fuerte, no por miedo, si no por una certeza: la guerra no siempre era un campo de batalla lejano. A veces, comenzaba en las calles que uno llamaba hogar.
Tres días después...
El rey Reinar había ordenado que se erradique la creciente amenaza de los ladrones del sud nivel.
Una banda que, segun los rumores, controlaba el mercado negro y se había infiltrado en las altas esferas de la cuidad.
Sir kaelen, Eirik y otros 5 guerreros selecciónados se reunían en el patio del castillo, donde las luces se las antorchas iluminaban los rostros decididos, al frente de kealen, que había pasado años liderando operaciones como está, se veía imponente su armadura oscura.
—hoy no solo es por dinero— dijo kaelen, mirando los ojos de cada uno de los guerreros— es por la cuidad.No permitiremos que la peste del sud nivel se propague.
La misión era simple: infiltrarse en los túneles y pasadizos donde los ladrones se escondan, acabar con ellos, y eliminar la fuerte corrupción qué acechaba la cuidad.
La entrada al sud nivel estaba oculta bajo un viejo puente de piedra, donde las sombras se alargaban y el aire era húmedo. Los guerrero se deslizaron dentro como sombras, con los ojos acontumbrados a las oscuridad, el suelo estaba cubierto por capaz de mugre y humedad. El eco de sus pasos resonaban en las paredes.
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Editado: 12.05.2025