Los Ojos Del Mal

La Noche Roja

 



 

PRIMERA PARTE 

 

“Pero también sé, con certeza incalculable, que mientras vaya dando pasos adelante me daré de bruces con algo parecido a la felicidad”

 

Andrea Tomé, «Corazón de mariposa» 

 


 

Me encontraba en un sueño profundo. Sin razón alguna me desperté, frote mis ojos con fuerza y enfoque mi mirada en aquel gran reloj de pared.

Parecían ser las dos de la madrugada y ante un silencio profundo sólo se podía escuchar un ligero ¡Tic tac! Que emitían las manecillas del reloj. A través de la ventana, caía una pizca de nieve, junto a un frío invierno que comenzó hace unos días. Justo había pasado la navidad y mi cumpleaños.

Era una noche más helada que de Costumbre. Un silencio rondaba mi habitación, roto solo por el sonido de la ventisca. En excepción del repentino ataque de insomnio, todo se encontraba en orden.

Trate de acomodarme entre las almohadas y las sábanas, pero el resultado era el mismo. Tenía mis ojos tan abiertos como una lechuza. Ningún método me devolvía el sueño. Voltee de nuevo hacia el reloj, daban ya las dos y media de la madrugada. Me volteaba de un lado a otro sin lograr absolutamente nada; en vista de que mi sueño había desaparecido... Me enrolle en una chaqueta que me mantendrá caliente en el frío y salí de la cama en busca de un té. Tal vez eso me ayude a dormir pensé.

Baje muy cuidadosamente por por aquella gran escalera de caracol. No quería encender las luces, ni hacer mucho ruido. No quería interrumpir el sueño profundo de mi familia.

Llegue al primer piso de la mansión. Fui tocando las paredes en busca de la cocina, pero en aquel amplio silencio de la madrugada cualquier pequeño sonido sería tenebroso, así que paré al escuchar algo. Preste atención y me percate de que era un sonido muy ligero como una bolsa abriéndose. «Será un ratón»... Pero no lo creo, hace mucho que no veía uno.

Vi la escoba a la orilla de la puerta de la cocina. La tome muy decidida a acabar con el sospechoso. Con mis manos enroscadas en la escoba un poco nerviosa, fui guiándome bajo aquel pequeño ruido. Ahora lo escuchaba claramente, provenía de adentro de la alacena. Con mucho cuidado y muy lento abrí la puerta, para mi sorpresa... Eran unos pequeños ojos grises y juguetones con los que me encontré, un cabello café rojizo muy desordenado, sudoroso por el tiempo que llevaba metido ahí. Un pequeño cuerpecillo blanquecino, se encontraba encogido en ese lugar; era mi hermanito. Me vio sonriendo de una manera dulce y divertida.

—Tommy ¿Qué haces aquí? —pregunté mientras intentaba normalizar de nuevo mi respiración nerviosa.

—Tenía hambre y la señorita María dejo las galletas aquí.

—Casi te pego con la escoba niño —tiré la escoba a un lado de la alacena y extendí mi mano para que Tommy lograra salir de ahí.

—¡Lo siento! —me dijo con una sonrisa juguetona y su pequeña boca llena de boronas de galleta.

—¿Qué haces tú despierta?

—Venía por té —dije mientras caminaba hacia la tetera y la llenaba de agua.

—¿No puedes dormir?

—No—respondí mientras iba a encender la estufa—¿Hace mucho que bajaste? ¿Quieres un poco de té?

—No tanto y si quiero té.

—Está bien pequeño, dame un momento.

—Estaba a punto de colocar la tetera cuando escuchamos un sonido. Esta vez era fuerte, me sentí nerviosa al instante, inmediatamente lo reconocí. Una puerta estaba siendo forzada a abrir. Escuchaba ligeros arañazos, acompañados de un suave golpeteo. Mi hermano soltó el envase y la galleta que tenía en la mano, corrió hacia mí y se enroscó en mi cintura. Yo lo miré, le hice una pequeña señal de silencio, él asintió con su pequeña cabeza. Me puse de rodillas para llegar a su altura.

—Mira Tommy —dije en susurros—. Métete en la alacena de nuevo. No hagas ruido, hazlo muy despacio cierra las puertas y sostenlas muy fuerte. No abras para nada a nadie. Solo abrirás si soy yo, tocaré tres veces las puertas de la alacena, así sabrás que puedes salir. Él me miró con sus ojos temerosos y yo lo abrace. No te preocupes iré por papá, él es fuerte de seguro es un pequeño ladronzuelo.Él ganara, nada malo va a pasar.

Tommy me miro, pero de su boca no salió palabra alguna. Pude notar que un poco de su angustia se había ido.

Muy obediente, mi hermano de puntillas y muy despacio se metió en la alacena. Me moví, hasta ver qué mi hermano cerrará las puertas.

Me gire sobre sí misma, de una manera muy nerviosa y cautelosa. Me coloque detrás de la pared, asomé mi rostro por la orilla de la puerta, para observar qué estaba sucediendo.

¿Quien había abierto la puerta? Con mi corazón latiendo fuertemente me asome ligeramente. Poco a poco fui notando una silueta.

Era un hombre, uno grande de hombros anchos. No se le veía la cara. Llevaba un cubre bocas negro y un abrigo con gorro grueso, del mismo color que cubría su cabeza.

Vi sus ojos por un milisegundo, inmediatamente me oculte de nuevo. Ese instante fue suficiente para hacer que mis rodillas temblaran, no solo mis rodillas sino todo mi cuerpo. Mis manos sudaba, lo que estaba sintiendo en ese instante fue horrible. No sé cómo explicarlo.

Mi respiración se agito, fue un momento muy corto en el que me tope con su mirada. Pero se le notaba feroz, llena de amargura y sed de sangre.

En ese instante lo supe, él no es un simple ladrón, él no llegó a casa a robar. El busca matar a quien se le ponga enfrente. Ese hombre quiere sangre.

Mis nervios se estaban apoderando de mi mente. Me intente tranquilizar no podía dejar que nos nervios me gobernarán, no dejaría que eso pasara trate de enfriarse. Estábamos en peligro debíamos llamar a la policía, pero cómo.

El teléfono se encontraba en la sala principal y él estaba ahí. Estoy segura de que en el momento que me asome estaré muerta.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.