Aquella tarde al llegar a mi casa me sorprendió no encontrarme con Eidan y Jazmín en la casa, si no más bien a mi abuela durmiendo con Elianna, Lowly y mi mamá entre cojines en la sala.
No pude evitar reírme un poco de ellas y continué mi camino hasta la habitación dejando mi mochila sobre la cama y al bajar a la cocina me encontré con que las cuatro ya habían comido y que por ese motivo se habían echado a descansar en la sala.
Ya pasaba de las una y media de la tarde.
Así que tratando de no hacer mucho ruido me dispuse a buscar mi comida, y encontré un plato en el que habían servido una porción de lasagna para mí, junto a otros dos que supuse eran para mi papá y Jazmín cuando llegaran.
En silencio comencé a comerlo, tenía demasiada hambre gracias a que nunca comía en la escuela, por quedarme metida en la biblioteca para no tener que socializar.
—Biangi, ¿Ya llegaste?— La voz de mi tía Elianna me sacó de mis pensamientos.
—Si, estoy en la cocina— Respondí y escuché unos movimientos en la sala y luego sus pasos.
Mi tía entró asueñada a la cocina con uno de sus lindísimos vestidos rosados y con su cabello castaño, idéntico al mío enmarañado.
Aún así lucía bellísima.
—¿Que tal mi lasagna? ¿Eh?— Sonrió señalándola con los ojos— La mejor que vas a probar.
Me reí llevándome a la boca uno de los últimos trozos.
—Para venir de ti, estoy sorprendida— Bromeé, y Elianna hizo un puchero ladeando su cabeza.
—Que grosera— Se sentó frente a mí y mis ojos se fueron a los suyos. Fruncí el ceño al ver unas bolsas negras en sus párpados bajo sus ojos verdes que intentaban ser disimuladas con maquillaje.
Y pensé en lo cansada que debía estar.
Ella tenía solo veintiocho años, y ya era madre soltera de una niña de siete, trabajaba y no recibía ayuda por parte de nadie, porque se negaba.
Vivía sola, y solo por pequeños lapsos de tiempo venía a visitarnos por días, cuando ya no podía más con la rutina y necesitaba escapar.
Y siempre volvía igual, con ojeras exageradas e incluso a veces parecía ebria.
—Creí que hoy yo iría por Annie— Comenté evitando ver sus ojos mientras volvía a llevarme comida a la boca.
—Llamaron que despachaban temprano— Se encogió de hombros— Y tu llegaste tarde hoy.
—Si, es que me quedé con una chica que tenemos que hacer un proyecto y acordábamos que día nos reuniríamos.
Elianna elevó una de sus cejas.
—¿La misma chica por la que te desapareciste en medio de la comida ayer?— Bromeó divertida y rodé los ojos.
—No, esta es otra— Le seguí el juego.
—Bueno... Me pareció ver que algo anda mal entre tu hermana y tú.
—Si, Jazmín y yo tenemos varios meses que solo peleamos, por más que intentamos arreglar las cosas volvemos a pelear por su actitud.
—Si, ella es fuerte— Sus cejas bien delineadas se elevaron— Pero que pelees con ella no implica que debas tratar mal también a su novio, Jazmín me ha estado hablando de eso también.
Me reí.
—No le creas a Jazmín. Yo no peleo con su novio, él es un idiota que solo juega con ella y no lo quiere ver.
—¿Como sabes que juega con ella?— Preguntó frunciendo el ceño.
—Porque lo conozco bien, vamos juntos a la escuela— Miré a otro lado, no iba a hablar de mi historia con Eidan.
Aún no hablaba de eso con nadie, y no creía estar lista aún para hacerlo, la herida seguía en proceso de recuperación.
Eso es un hecho.
—Bueno, deberías advertirle.
—Lo hice, pero está enamorada, no escucha razones— Me excusé— Entonces hay que dejarla que aprenda de sus errores.
—Me sorprende la madures con la que hablas de ello— Dijo mi tía acariciando su cabello— Quien escuchara esta conversación pensaría que tu eres la hermana mayor.
Sonreí.
—A veces incluso yo lo pienso— Me levanté dejando el plato junto a los otros cuatro, y me dispuse a fregarlo, pues ellas habían cocinado y limpiado la casa— Haré esto rápido porque debo arreglarme, voy a salir con un amigo.
—¿Un amigo?— Frunció el ceño— ¿No será algún enamorado?— Sonrió incitándome a la confesión.
—Solo es... Un amigo— Fruncí el ceño — De hecho, ni somos tan amigos, sólo nos estamos conociendo.
Ella elevó ambas cejas.
—Bueno, suerte— No insistió más, y yo terminé de lavar los platos— Oyeme, pero esas mujeres están muertas en el piso.
Me dijo desde la puerta.
Yo me reí.
—No lo digas, estabas así mismo hace media hora.
—Si, pero yo al escuchar ruido me desperté— Se justificó— Estás no, a ellas se les mete un ladrón en la noche en la casa y ni cuenta se darían.
Saqué mi celular y entré a la cámara para inmortalizar en mis recuerdos y mi memoria aquel momento.
La abuela estaba acostada boca abajo con la cara entre sus brazos y Annie dormía muy cómodamente abrazando una almohada con su cabeza llena de rizos negros en la espalda de la abuela. Mientras que mi madre estaba junto a ellas con su antebrazo cubriendo sus ojos y sus piernas cruzadas.
—Eres una malvada— Se rió Elianna pegándome en la parte trasera de la cabeza— Suerte que me desperté.
Me reí también.
—Pronto te volveré a encontrar— Bromeé— Y no voy a desaprovechar la oportunidad.
—No volveré a dormir en paz en esta sala— Caminó hasta el sofá dejándose caer en el y yo me giré en dirección a las escaleras.
—No deberías hacerlo— Elianna rió ante mis palabras y yo subí las escaleras llegando a mi habitación.
Cerré la puerta y comencé a desvestirme para ducharme, curiosamente quería verme bien para cuando saliera con Josh, aunque debía admitir que tenía mucho miedo. Miedo de lo que pudiera suceder después, y supe que era ansiedad cuando comencé a sentir ese remolino de extrañas sensaciones en mi estómago.
Josh y yo nunca habíamos sido amigos, mucho menos cercanos.
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Editado: 09.10.2020