Los ojos también mienten #1

|•Capítulo 18•|

—Me vas a contar todo —Amenacé a Felipe cuando regresé a la sala y él se quedó mirándome con sus bonitos ojos color chocolate.

—¿Todo qué? Ya sabes lo que debías saber, soy tu tío, eso no tiene mucha ciencia Biangelis.

Suspiré.

—Mira, ahora yo voy a ir a buscar unas fotografías de la escuela a la casa de Priscila —Le informé—. Puedes venir conmigo y me cuentas como es que te enteraste.

—Debo hablar primero con él.

—Ellos no van a bajar en todo el rato, él está intentando convencerla de que no lo mate y ella está considerándolo —Elevé ambas cejas.

—Supongo que también está considerando el no matarme a mi —Sonrió con tristeza pasando sus manos por sus rodillas.

—Puedo jurarte que no, es más quizás le alegre verte mañana en la iglesia.

—No digas tonterías, ¿Cómo es que podría alegrarle ver al bastardo de su hijo cerca de ella? —Me miró con desagrado. 

—Mi abuela es la mejor mujer que vas a conocer y tienes suerte de que sea ella la esposa de Julián, y no mi otra abuela, la madre de mi madre, de ser así ya estarías muerto. Así que vamos, acompáñame con Priscila. —Le sonreí intentando convencerlo, aunque en realidad yo solo quería escuchar su historia, conocer las razones por la que decía ser el hijo de mi abuelo, en el fondo no quería creerle, era muy difícil tener una idea de tu vida y que de repente llegara alguien a quien creías conocer siendo más parte de ti de lo que realmente pensabas—. Además, no me puedes dejar salir sola de noche, ¿No era ese tu motivo para acompañarme la otra noche? —Pregunté sarcástica.

—¿No vas a parar, cierto? — Cuestionó. —Igual voy a tener que decirte, así que vamos —Se levantó del sofá cansado —De paso también veo a tu amiga.

—¿Eso también lo hiciste para acercarte a mi? —Lo miré sorprendida.

—No— Río. —Debo admitir que eso me hizo sentir más cerca de ti, por algún momento incluso pensé que podría ser tu amigo antes de contártelo todo, pero las cosas nunca salen como las planeamos. —Comentó mientras juntos salíamos fuera de la casa.

Para nuestra mala suerte estaba lloviznando, así que tomamos un paraguas enorme de color azul de un armario que tenía mi abuela bajo las escaleras, y juntos salimos a la calle continuando con la conversación.

—Debiste decírmelo, hoy pude haber reaccionado de otra forma, odiándote tal vez. Es mejor decir las cosas desde el principio.

—Lo lamento, pero quería que lo supieras junto con toda tu familia Lis y claramente que primero lo supiera tu abuela, para que digiriese la información. Tampoco fue fácil para mi enterarme, tenía una vida simple hasta que ocurrió ¿Sabes?. Solo iba a la escuela, jugaba basquetbol con mis amigos, salía con mi novia, no tenía preocupaciones familiares porque pensaba que era hijo único y que solo éramos papá, mamá y yo. Estaba bastante equivocado para entonces, lo único que tenía era una vida de mentiras, ahora ya ni sé. —Respiró fuerte haciendo que de sus labios se escapara un poco vaho por el frío que hacía aquella noche.

Estaba sumida en la tristeza que me habían hecho sentir sus palabras cuando su brazo izquierdo se envolvió en mi espalda.

—¿Cómo te diste cuenta? —Elevé mi rostro para poder ver el suyo.

—Hace cinco meses, tuve un accidente en mi motocicleta y casi muero —Respondió con naturalidad—. Estaba perdiendo toda la sangre y no soy compatible con mi quien creía que era mi padre, ni con la de Clara tampoco y mi tipo de sangre solo puede recibir mi propio tipo, que es la de tu abuelo. Así que Clara no tuvo más opción que llamar a tu abuelo y decir la verdad, si no hubiera muerto. 

—¿Clara es tu madre? —Él suspiró asintiendo—. ¿Y tu padre ya lo sabía? Que eres hijo de mi abuelo y no suyo.

—No Lis, se enteró cuando le dijeron que yo tenía sangre 0 negativo y él no, ni Clara tampoco. Lo cual fue muy sospechoso, ya que solo la porta el 9% de la población— Susurró con una sonrisa triste. —Y si, investigué eso en internet. 

—No sabía que habías tenido un accidente Felipe, nunca me di cuenta.

—Fue en 9 de abril, falté dos meses completos a la escuela— Comentó.

—Dijeron que te habías ido a otra ciudad por asuntos personales— Fruncí el ceño recordándolo—. Jamás me hubiera imaginado que eso también incluía a mi familia.

Él sonrió.

—Lo siento mucho. Desearía nunca haber tenido ese accidente y que nuestras vidas volvieran a la normalidad. No tener que llegar a tu familia como un intruso solo porque tu abuelo dice ser demasiado digno como para tener un hijo por ahí. —Apretó su mano mas fuerte sobre mí, la lluvia comenzaba a incrementarse— Lastima que no lo suficiente como para no engañar a su esposa.

—Pienso lo mismo, pero me alegro de que estés aquí y gracias por haber estado para mí anoche cuando nadie más lo hizo.

—Lo haría mil y una vez más. ¿Dónde vive Priscila? —Preguntó luego de cinco minutos caminando.

—Vive en la otra calle, solo vamos por las fotos, no duraremos demasiado.

—Está bien— Seguimos caminando intentando no meternos en ningún charco. —Hay algo más que no te he dicho. 

—¿En serio? ¿Qué es? —Pregunté tranquilamente, luego de aquella noche creía imposible que algo pudiera sorprenderme.

—Es sobre Josh —Al escuchar aquel nombre me quedé muda, no sabía que decir así que solo le asentí para que continuara—. Él está actuando muy extraño, he estado observándote a ti y a tu hermana  hace varios meses, cuidándolas en silencio, intentando acercarme a ustedes, así que sé muchas cosas sobre ti que quizás tu misma no notas, entre ellas está Josh.

Mi corazón comenzó a latir con fuerza, no quería volver a caer.

—¿Qué has visto? —Intenté mantenerme calmada, para que no notara lo mucho que me afectaba, cuando la verdad es que mi corazón comenzaba a latir con mucha intensidad. Por miedo a salir lastimada nuevamente.

—Él también te observa, he cruzado miradas en varias ocasiones con él en esta semana y sé que sabe o quiere hacer algo que tiene que ver contigo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.