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HELIUS SOLARIS
De los momentos antes de la batalla final.
En cuanto los visitantes se materializaron en la habitación, Lily profirió un grito, y Abraham frunció la nariz ante el espantoso olor a podrido que inundó el ambiente. Eran cerca de veinte personas, la mayoría de ellos solados espaciales que portaban uniformes plateados y toda clase de accesorios mecánicos. En sus frentes despellejadas, se podían apreciar artefactos con luces rojas brillantes.
–¡Zombis!– exclamó Abraham.
–¡Soldados zombis!– rectificó el profesor Seus.
Los monstruosos invasores portaban armas láser y cascos protectores. Se encontraban escoltando a su perverso amo, un hombre de edad avanzada y cabello largo, que se encontraba al centro de la multitud.
–Hace varias décadas– empezó a decir el ser –yo, junto con otros muchos enemigos de la tierra de Farland, fuimos exiliados del planeta y abandonados a nuestra suerte entre agujeros negros y nebulosas electromagnéticas. Ciertamente nuestro verdugo, el caballero Célery, actuó cruelmente contra nosotros, que en nuestra búsqueda de poder concluimos que la paz de Farland sólo podría alcanzarse mediante la guerra.
Su atuendo era bastante singular. Llevaba una especie de túnica con un cuello alargado hasta las orejas, que lo hacía lucir como una especie de monarca del espacio. Fuera de eso parecía un hombre completamente normal.
–Mi nombre es Forforum– continuó –Fui vencido hace varias décadas por el Caballero Célery, y lanzado al espacio sin más provisiones que lo suficiente para sobrevivir un mes y después morir por falta de comida, o de oxígeno. ¿Cómo sobreviví? El exilio no es otra cosa que una condena a muerte, con tiempo suficiente para arrepentirse y ajustar cuentas, según se considere, ante las respectivas deidades. No obstante, pese a que muchos exiliados murieron tras esa sentencia, los más inteligentes logramos modificar nuestra nave, y alcanzar planetas con vida sustentable antes de sucumbir a nuestro letal destino. Fue así que llegué a un mundo habitado, que me sirvió de guarida mientras reuní recursos y soldados para iniciar mi conquista.[1]
–Usted es el terrícola que persiguió a Netman y a Uranius y los obligó a ocultarse en la tierra– exclamé.
–Así es.
–Forforum– murmuró Sislock –¡Ya lo tengo! En el cuartel de Célery nos hablaron de usted. Una de las cosas que hizo antes de su exilio fue crear los chips reanimadores de cuerpos. ¡Usted utilizaba soldados zombis para saquear las ciudades durante la guerra de Farland!
–Veo que aún soy recordado– dijo el villano, sonriendo toscamente –Así es. Fue un invento muy útil durante la pasada guerra, pues el chip reanimador de cuerpos me permitió poner a luchar de mi lado a los soldados fallecidos de ambos bandos. Ahora hago lo mismo con los cadetes de la Federación de Protección Espacial.
–¡Entonces es usted el que envió esos zombis que aterrorizaron a Villa Gris!– acusé. Otra sonrisa torcida se dibujó en el rostro de Forforum.
–Era necesario enviar exploradores para medir la fuerza justiciera de Farland ahora que Célery ya no se encuentra en este mundo. Su muerte fue el momento propicio para iniciar una nueva invasión. Lamentablemente, fuimos descubiertos antes de que mis soldados tuvieran la oportunidad de recuperar el Orbe del hotel sin atraer la atención de los guerreros.
–Entonces usted busca los Orbes para destruir el planeta que lo exilió– le acusó Abraham.
–En realidad…– comenzó a decir el invasor.
–En realidad los busca para gobernar el universo entero– dijo alguien más, que había aparecido detrás del exiliado –Una acción muy precipitada y difícil de realizar para alguien que no está calificado para gobernar, si me permites decirlo, mi estimado Forforum. Aunque claro, los intelectos pequeños suelen conformarse con trivialidades como el poder y la sumisión de otros.
Ante nosotros apareció el hombre que había visto sobre aquella nave durante mi persecución en la selva. Como dije antes, su aspecto era de lo más estrafalario. Su cara era casi blanca, y tenía una sonrisa de oreja a oreja tan grande que lo hacía parecer una especie de mimo o arlequín que no había podido decidirse si vestir como un hombre del espacio o como un juglar. Al verlo, el profesor Seus se estremeció de terror y se inclinó.
–Es un honor estar ante la mente más brillante del universo, señor Trismegisto.
Aunque en un principio aquel individuo no me pareció más temible que Forforum o más llamativo que cualquiera de los mimos que abundaban en las plazas de Farland, la reacción del profesor bastó para hacerme dar cuenta de que se trataba de un individuo muy importante.
–Señor, maestro– dijo Forforum, indeciso sobre si inclinarse también o permanecer de pie frente a su compañero –¿Por qué me ha interrumpido de esa manera?
–Tu discurso me aburre– comentó tranquilamente –Sé exactamente lo que vas a decir y cómo van a reaccionar estos jóvenes. Los seres de inteligencia limitada son tan predecibles como las curvaturas de las nebulosas. Basta con verlos para saberlo con exactitud.
Al ver la mirada de estupefacción de Sislock, Lily y mía ante este nuevo ser del espacio, Forforum rió.