El asfalto negro se estira sin fin, un túnel de oscuridad sofocante. Los faros no iluminan el camino, solo cortan dos haces de luz que parecen despertar lo que dormía en las sombras. Cada sombra de árbol proyectada se distorsiona en algo que te acecha. Aquí, el terror no viene de fuera; se gesta en el silencio de la cabina. Tu mente se convierte en la carretera desolada, y la noche se encarga de dar forma a cada miedo olvidado. Si te detienes, no será la oscuridad la que te trague, sino la certeza de que todo lo que temes se ha materializado justo detrás de ti.
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Editado: 13.10.2025