Los pecadores del Edén

Capítulo 1. Cielo de Ceniza.

"Pero los cobardes, incrédulos, abominables, asesinos, inmorales, hechiceros, idólatras y todos los mentirosos tendrán su herencia en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda"

-Apocalipsis 21:8

 

-Estoy harta de todos ustedes, ¡Me dan asco!- gritó Eileen justo antes de salir de su casa y azotar la puerta detrás de ella, dejando a sus padres y hermano dentro de la casa, todos con el ceño fruncido ante la pelea que acababa de ocurrir, la cual ya era una rutina diaria.

Al salir, notó que había un sujeto extraño mirando la casa, se quedó unos segundos mirándolo para después seguir caminando, como sea, no le importó en ese momento. Caminó lo más lejos que pudo de su casa, tratando de huir de sus problemas, perdiéndose entre los árboles que rodeaban su casa, intentando dejar todo atrás. Tras caminar durante un tiempo considerable, llegó a un pequeño lago que se encontraba a mitad del bosque, este había
servido como su refugio personal de Eileen desde que esta era más pequeña, lo único que se podía escuchar era el sonido de las hojas moviéndose por el viento que chocaba contra ellas, parecía ser un lugar tranquilo y solitario, perfecto para despejar su mente.

Se sentó en un medio tronco viejo y desgastado y comenzó a balancear sus piernas despacio mientras dejaba fluir sus pensamientos. De repente, el sonido de la televisión vino a su cabeza, junto con la típica noticia de cada día, “intento de revuelta ha sido detenido, las autoridades y el vaticano aún no saben qué hacer con los responsables de esta disputa”, siempre el mismo tipo de noticias, disputas, peleas, indecisión y al final, silencio… no decían nada más al respecto, ni lo que hacían con los responsables, ni la razón de las disputas en sí. Junto con las disputas, recordó cuando su padre peleaba con unos hombres que decían venir de parte de el líder, no recordó porque fue la discusión pero si recordó que su padre se veía bastante afectado… incluso asustado… lo cual era muy inusual en él.

Más pensamientos vinieron a su mente mientras la suave brisa la arrullaba, dejándola en un estado casi de trance total. Decidió volver cuando comenzó a oscurecer. Se levantó del tronco, sacudió el polvo que quedo pegado a su trasero y comenzó a caminar de regreso a su casa, como de costumbre, llegaría, se disculparía, y regresarían a ser una familia feliz.

Justo cuando salió de la zona boscosa, vio una nube de humo negro elevándose desde la dirección donde quedaba su casa, confundida comenzó a caminar más rápido, mientras más se acercaba, más sentía el calor y la preocupación invadir su cuerpo, corrió hacia su casa y al llegar sintió como una parte de ella se destrozaba, como si algo estuviera oprimiendo su pecho de repente, su casa… se estaba incendiando… corrió hacia las llamas y se paró enfrente de su hogar, los muros caían al suelo, la madera ardía y el cristal crujía, trató de abrir la puerta pero la perilla metal ardiendo le causó quemaduras en ambas manos, el dolor la hizo soltar un alarido y retroceder lejos de la casa… sus padres… su familia… está dentro… el auto sigue estacionado, no salieron a ningún lado… están ahí dentro. Miro las ventanas que se encontraban al frente de la casa, las cuales por alguna razón tenía tablones de madera que la bloqueaban, no había sido un accidente, no parecía un accidente.

Estaba ahí parada, incapaz de entrar y sacar a su familia, o lo que quedara de ellos. Las llamas y la impotencia la paralizaron, solo pudo cubrir su boca con la mano para ahogar el único sollozo que logro producir en ese momento, lo único que se escuchaba en el silencio de la noche eran los pedazos de concreto y madera caer al suelo, no hay gritos, no hay llanto, no hay nada dentro de la casa… como si estuviera abandonada, como si nunca hubiera existido nada vivo dentro.

De repente un ruido la hizo salir del trance, miró hacia la puerta y su mascota acababa de salir corriendo de la casa por una ventana rota, parecía tener una parte de su lomo quemado… Su adorable Nía corrió hacia ella, la chica cayó de rodillas y estiró sus brazos hacia él, él se lanzó hacia ellos, lo abrazó con cuidado de no tocar su herida y comenzó a llorar, sus lágrimas, que se perdían junto con el sudor que resbalaba por su frente, se sentían frías en comparación al calor que inundaba sus mejillas gracias al fuego. La presión en su pecho la hacía sentir que su corazón iba a explotar en cualquier segundo, todo parecía una pesadilla irreal, una pesadilla llena de impotencia.

Fue imposible contar el tiempo estuvo llorando enfrente de esa antorcha gigante que antes fue su casa, lo único que la hizo reaccionar fue el sonido de las ambulancias y los bomberos aproximándose. Su instinto automáticamente hizo que se levantara y corriera mientras cargaba a Nía, muchas cosas malas podrían pasarle si ellos llegaban al lugar y encontraban que ella, la persona que acababa de pelar con ellos, sospechosamente era la única sobreviviente. Lo primero podría ser que la hallaran inocente, en ese caso la enviarían a un orfanato, y Nía terminaría abandonado en la calle, lo segundo que podría pasar sería que la culparan de su muerte y la arrestaran, y lo peor que podría pasar fuera que se acusaran de ser uno de los sinners… no sabía qué les hacían exactamente pero los rumores no eran muy lindos para ser sinceros.



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En el texto hay: fantasia, magia, guerra epica

Editado: 04.08.2019

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