"Los demás muertos no volvieron a la vida hasta que se cumplieron los mil años. Esta es la primera resurrección".
-Apocalipsis 20:5
Eileen llevaba ya un par de semanas viviendo en la calle, todo había transcurrido igual que el primer día, entrar a una tienda, robar, comer y dormir en ese oscuro callejón, pero hoy iba a ser diferente, se había anunciado la fecha y el lugar donde se enterraría a su familia para que las personas pudieran asistir y despedirse de ellos.
Aunque no parecía la opción más sensata, la chica estaba decidida a ir, necesitaba asistir al funeral de su familia, de alguna manera debía despedirse de ellos, por más riesgos que esto podria traer.
Al abrir los ojos, lo primero que hizo Eileen fue notar una sábana cubriendo su cuerpo, rápidamente se sentó y observo a su alrededor, no había nadie, al parecer alguien se la había puesto mientras dormía, en lugar de sentirse agradecida, su ceño se frunció de inmediato, “no quiero darle lastima a nadie” pensó, no le gustaba la idea de que la vieran como alguien inferior, que la vieran con pena.
Al ponerse de pie se tomó un tiempo para mirar su cuerpo, había adelgazado, incluso comenzaba a sentir la ropa algo holgada, era de esperarse si se tiene en cuenta que solo lograba comer una vez al día y lo que comía era solo chatarra.
Como sea, no había tiempo para pensar en esas cosas, hoy enterrarían a su familia, no estaba segura de que hora era pero se disponía a llegar al cementerio lo antes posible y esa sabana, aunque no le gustaba admitirlo, le iba a ser de mucha utilidad.
Tomó la sabana del suelo y se la puso, formando una capucha con la misma, esto ayudaría para que no vieran su rostro durante la ceremonia. Le ordeno a su mascota que se quedara en ese sitio y salió del callejón, le esperaba una caminata de aproximadamente una hora para llegar al cementerio.
Cuando por fin llego, se sentía totalmente exhausta, la desnutrición y deshidratación comenzaban a causar estragos en su cuerpo. El cementerio se encontraba en un área abierta rodeada por bosque, por lo cual pudo entrar al mismo sin problemas. Caminó entre las lapidas hasta ver a un enorme grupo de personas de pie frente a cuatro ataúdes que se sostenían con cuerdas, levitando por encima de cuatro agujeros triangulares del mismo tamaño que estos.
En silencio se acercó y se colocó detrás de un árbol a una distancia considerable, suficiente para que alcanzara a presenciar la ceremonia sin que se dieran cuenta de su presencia. Un padre se puso de pie frente a todas las personas presentes y comenzó a hablar.
-Estamos aquí para honrar la memoria de una familia que fue muy importante para nuestra comunidad, un doctor que ayudó a evitar una epidemia en nuestro país, una mujer que ayudo a heridos y víctimas del pecado, y los hijos producto del amor de estas personas…
Eileen solo lograba sentir una rabia creciente ante estas palabras, “hipócritas” pensó mientras escuchaba las mentiras del padre y miraba a todas las personas “llorando”, llorando cuando apenas y conocían a sus padres, llorando cuando nunca habían sido cercanos a la familia, todos eran unos falsos.
-Nuestra hora de morir siempre va a llegar, debido a nuestro cuerpo mortal, pero, hijos míos, nunca debemos olvidar que nuestra alma es inmortal, y esta misma será la que llegue al paraíso, la que tenga el privilegio de conocer a nuestro señor-. Dijo el hombre mientras extendía los brazos hacia las personas. -¡Oremos! ¡Oremos para que sus almas encuentren la salvación!
Tras decir esto, las personas bajaron la cabeza, una musica comenzó a sonar de fondo, y los ataúdes comenzaron a descender, permitiendo que Eileen lograra ver unas fotografías que se encontraban detrás de los mismos, una fotografía de su padre, otra de su madre, de su hermano y finalmente, una fotografía de ella. Una fotografía que se encontraba detrás de un ataúd vacío, que ahora sería enterrado. Estaba presenciando su propio funeral, para todos ella ya estaba muerta, ya no existía.
La chica no sabía cómo sentirse, ya no estaba molesta, ni triste, solamente se sentía vacía, su vida se había destruido completamente en cuestión de tan poco tiempo, ¿Qué haría ahora? ¿Vivir en la calle hasta que el hambre o el frio del invierno terminen con ella?
Sus ojos observaban fijamente las fotografías, unos ojos sin expresión alguna, ojos sin esperanza, ojos vacíos.
Después de unos minutos escuchando las tonterías que decía el padre, comenzó a llover, una lluvia que provocó que el cielo se oscureciera por completo. Las personas inmediatamente sacaron paraguas y se cubrieron con ellos, lo que no tenían uno se resguardaban debajo de algunos árboles, ahora sí que parecía un funeral, ambiente tenso, lagrimas falsas y lluvia.