Los pecados de nuestra sangre

Capítulo 2 Ep. 4

⸺¡Hey!

Aion oyó el grito de Wally desde algún lugar en la distancia. Estaba rodeado otra vez. Era demasiado tarde para él, todo había acabado.

⸺¡Vete, Wally! ⸺le gritó con rabia.

Aunque sea Wally podía huir todavía, y eso era todo. Aion sería encerrado de nuevo en prisión, o asesinado ahí mismo. Cerró sus ojos y respiró profundamente cuando uno de los policías se acercó a esposarlo mientras los demás apuntaban a su cabeza.

Al menos no tendría que buscar una excusa para no ir a ver a Gris…

Soltó una risa desganada y se llevó una mano a su costado, que sangraba luego de la insufrible lucha que había tenido en su intento de escapar una vez más.

⸺¡Cúbrete, Sam!

Aion miró en la dirección de la que provenía Wally a toda velocidad, y luego abrió los ojos con pavor al notar la granada explosiva en su mano izquierda que arrojó hacia él. Intentó gritar su nombre, intentó decirle ¡lo estúpido! que era eso, pero no hubo suficiente tiempo. El proyectil voló de la mano de su amigo y Aion apretó los dientes cuando explotó cerca de él y los demás agentes.

Su cuerpo salió volando, sentía su garganta ardiendo por el repentino calor y el fuego cubriéndolo todo, astillas metálicas salpicando su piel y haciéndole apretar los ojos con fuerza, su espalda estrellándose contra una pared que le terminó de expulsar todo el aire de sus pulmones. Jadeó ahogado.

Nunca había visto pelear a Wally. Mucho menos lo había visto disparar una pistola automática, y esto le sorprendía, pues sabía que Wally tenía un recuerdo traumático de cuando había matado a su padre. Los ojos cafés brillantes de Wally lo hallaron a él y un instante luego le arrojó otra pistola en el aire a Aion, y él, con el brazo ardiendo y cubierto de sangre, disparó al azar a cualquiera que quedara vivo e intentara acercarse a él.

Estaba aturdido, sólo sentía el olor a pólvora, humo, sangre; y el sonido violento y tosco de los disparos y las balas zanjando el aire. Cada disparo resonaba en su sien, sentía que su cabeza iba a estallar.

En el fuego cruzado, se preguntaba en qué momento exacto una bala perdida iba a acabar con su vida. Todo sería mucho más fácil si sólo se enterrara una en la cabeza él mismo, pensó. Lo habría hecho en ese instante a no ser por Wally, que se acercó a él horrorizado al verlo apuntarse el arma en la sien.

⸺¿Qué haces? ⸺Se detuvo en seco, pero reaccionó casi de inmediato y lo tomó del brazo para incorporarlo, le quitó el arma al darse cuenta de sus intenciones, arrepentido de habérsela dado en primer lugar. Había cosas que Wally no sabía de él⸺. Lo siento ⸺murmuró Wally. Aion escupió sangre a un lado⸺, era mi turno de «salvarte».

Lo alzó con dificultad y lo arrastró hasta una de las patrullas. Aion apenas alzó la vista y se encontró a sí mismo en el espejo retrovisor. Estaba herido y cubierto de sangre. No se quejó. Estaba tan cansado…

No se dio cuenta cuando perdió la conciencia, pero supo que habían pasado apenas unos minutos, porque reconoció la calle por la que volaba el auto policial que conducía Wally. Se reacomodó con dificultad en el asiento trasero y balbuceó. Wally lo miró con el ceño fruncido.

⸺Gira a la izquierda al final de esta calle ⸺repitió en voz alta.

Wally obedeció con desconfianza.

⸺¿A dónde vamos? ⸺preguntó, pero Aion lo ignoró.

Al cabo de unos minutos, habló:

⸺Vas a necesitar otro auto ⸺dijo.

Su estómago se comprimió y su corazón se agitaba al pasar por cada lugar, cada calle de la ciudad que recordaba. El campus estaba apenas a unos metros más allá. El camino que lo llevaba a casa de Gabriel era visible desde ahí.

⸺Detente aquí ⸺le ordenó a Wally, a dos manzanas de su viejo instituto universitario. Wally ni siquiera podía darse cuenta de que había estacionado justo frente a su viejo y destartalado apartamento, el que solía compartir con Seb.

Ahora estaba habitado por otras personas, pensó. Otros jóvenes intentando salir adelante, quizá tomando clases en el instituto, soñando con un futuro mejor, quizá quejándose de las frías gotas de agua que caían del tragaluz sobre sus camas… o tal vez no, tal vez habían reparado ese problema.

Aion inspiró aire profundamente y apartó la mirada. Nada había cambiado alrededor. El edificio era el mismo, el pasto era igual de verde, y el color gris cemento tan sólido como el profundo color azul del cielo sobre ellos.

Aquel austero paisaje le dolió.

⸺Estudiaba allí ⸺murmuró, señalando al instituto. Wally estaba extrañamente relajado.

⸺¿En serio? ⸺preguntó escéptico.

Aion sonrió con cansancio.

⸺Tenía una vida normal ⸺respondió⸺. Quería ser alguien, como cualquier otro.

Wally guardó silencio. Lo miraba como si no pudiera reconocerlo en ese momento. Intentó abrir la boca, pero Aion continuó:

⸺Yo maté a Gabriel Franco y a Eric Ross ⸺le confesó a su amigo. Los ojos de Wally se abrieron de par en par, apenas comprendiendo esas palabras, pero Aion siguió. Tenía que decirle todo a Wally. Estaba a punto de dejarlo y no quería ocultarle nada sobre su pasado, ya no más⸺. Pero Gabriel Franco era en realidad mi padre. Mi padre se llamaba Gabriel Samaras, y Eric Ross era el padre de mi… de Gris… mi… cómplice y… mi… amante ⸺dijo, ahogándose con las palabras.




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