Los pecados de nuestra sangre

Capítulo 2 Ep. 8

Esa misma noche, Aion intentó mantenerse despierto para cuidarla, pero luego del largo día que había tenido intentando mantener sus preocupaciones a raya, y ayudar a Gris a tomar sus medicinas, y darse un baño luego de su almuerzo, el cansancio le estaba pasando factura a su cuerpo.

Aion suspiró y se inclinó en la silla que estaba junto a ella, con la cabeza echada hacia atrás mientras miraba fijo el techo. Estaba exhausto, pero no quería dormir. Sabía que Gris iba a enojarse con él en la mañana, cuando lo viera con sus ojos rojos y adormilados de haber permanecido despierto a su lado otra vez. Pero Aion sentía que debía estar alerta en ese instante. Tenía un mal presentimiento que no podía sacudirse y lo llenaba de ansiedad.

Su pie trastabillaba inquieto contra el piso mientras se mordía las uñas, y luego mordía la fina piel de su labio inferior hasta hacerlo sangrar para volver a morderse las uñas. Sin embargo, cuando cerró los ojos un momento y «descansarlos», el sueño que sentía lo poseyó casi al instante.

Tuvo una pesadilla horrible esa noche.

Sollozaba sin parar, mientras sostenía la mano de su amada y la veía derramar lágrimas de angustia también. Dentro de esa pesadilla, la muerte de Gris era una certeza para ambos. Aquel pensamiento estaba clavado en su corazón y Aion no dejaba de pensar que esta era su última oportunidad de estar a su lado.

⸺Debes luchar, Gris… ⸺le suplicó con la voz quebrada y llena de desesperación⸺. Por favor… No puedo hacer esto sin ti. P-Por favor…, déjame cuidarte y ocuparme de ti.

Sus súplicas solo hacían que Gris sollozara aún más. Tenía el rostro rojo y congestionado, sus ojos verdes brillaban con una tristeza profunda e interminable. Él afirmó su frente sobre sus manos enlazadas, rogándole, pidiéndole que por favor se quedara aquí con él.

Gris apenas curvó sus labios en una devastadora y frágil sonrisa mientras su mentón y su cuerpo aún temblaban sin parar. Aion sabía que era inútil suplicarle que se quede, y que sus palabras solo la herían más y más. Pero necesitaba hacerla entender que, sin ella, él estaría perdido. Que una parte de él estaba muriendo junto con ella.

Gris jadeó con fuerza y se inclinó hacia donde estaba él, le dijo que todo iba a estar bien mientras sus aún tibias manos sostenían su rostro y lo acercaba para besarlo una última vez. Sus lágrimas caían sobre la cara de Aion. No podía cumplir con aquella petición desesperada, ambos sabían eso, así que ella simplemente le dijo:

⸺Te veré en el cielo.

Aion apretó los ojos, sabiendo que esta era su despedida y ya no había nada más que hacer. Lo único que podía hacer por ella allí, era dejar que se fuera en paz, así que intentó sonreírle, aunque su alma estaba siendo desgarrada, sintiéndose peor cuando le respondió:

Sabes que yo no iré allí…

 

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Aion despertó empapado en sudor, sintiendo el mismo temor que sentía en esa espantosa pesadilla. Había sido demasiado real, más que real, le había parecido una verdadera despedida que aún no quería enfrentar.

Se puso de pie y miró el reloj en la pequeña radio sobre la mesa metálica: eran apenas las cinco de la mañana, pero eso no era lo que le causaba escalofríos y le inquietaba en ese momento.

La habitación estaba silenciosa. Y Gris nunca había dormido tan profundamente. Su corazón se detuvo ante la idea de que algo le había pasado mientras dormía. Se acercó a ella y sintió que el horror se arrastraba hacia su pecho cuando la vio tendida allí…, inmóvil y pálida.

⸺¿Gris? ⸺Intentó decirlo en voz alta pero su voz salió como un graznido de dolor. Ella no contestó⸺. ¡¿Gris?!

Se acercó a ella y la sujetó de los hombros con ambas manos. Su cuerpo empezó a temblar de manera incontrolable y ya sentía las lágrimas nublando su vista y un sollozo formando un nudo su garganta.

⸺¡Gris, respóndeme! ⸺rugió al borde del quiebre, al darse cuenta poco a poco de lo que estaba presenciando en ese instante. Sacudió los hombros de Gris, pero ella se negaba a despertar y Aion empezó a desesperarse. Sus gritos se tornaron más y más urgentes y desgarrados⸺. ¡Gris, por favor! ¡Despierta, Gris!

Se le cortó la respiración.

«No…»

Sus labios se curvaron hacia abajo en una angustiosa mueca de dolor.

⸺No, por favor, no. ¡No, no, no!

Lloró y la abrazó con fuerza, maldiciéndose a sí mismo por haberse quedado dormido y haberla dejado morir sola esa noche fría de invierno. Era demasiado injusto para ella morir así.

Debió resistir un poco más y permanecer despierto a su lado, pero no pudo hacerlo. Debió haber estado allí. Sintió lo mismo que había sentido cuando Gabriel había muerto y se negó a aceptar aquella abrumadora y angustiosa emoción.

⸺Esto no puede ser… Esto no puede ser real…

Tomó el rostro de Gris en sus manos, estaba frío. Un brutal golpe de realidad sacudió el medio de su pecho.

No era real, no podía ser.

Todo tipo de emociones atravesaron su corazón al mismo tiempo. La desesperación, la tristeza, el miedo, la furia, la impotencia de que nunca llegarían a compartir un momento juntos con su hijo… y ella…




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