No sabía qué estaba haciendo. Esto era una espantosa pesadilla. Se maldijo a sí mismo, maldijo sus manos por hacerle esto a Gris, maldijo a Sebastián por haberse ido cuando más lo necesitaba y operaba por instinto, nada de lo que hacía tenía sentido. Ahora solo estaba concentrado en salvarle la vida a su hijo. Hizo aquella incisión siguiendo los movimientos que sentía que eran naturales para sus manos, pero lo hizo con sumo cuidado. No quería matar accidentalmente a su propio hijo… Tal vez esta era la única oportunidad que tenía el niño.
Él continuaba llorando, esto era demasiado para su corazón, a pesar de las atrocidades que había hecho en el pasado. Esto se trataba de su primogénito, se trataba de la mujer que había amado y perdido, la que estaba tendida en la cama, sin vida.
Empezó a tener pensamientos oscuros. Tantas cosas que aún podían salir mal. Quizá su bebé aún no estaba listo para conocer el mundo, quizá ya no había esperanza para él, y Aion solo estaba cometiendo un error al intentar sacarlo. Quizá esta escena sangrienta que dejaría atrás era aún más violenta y cruel que tan solo dejar a aquella madre con su bebé allí, para que ambos pudieran descansar en paz juntos.
Él había estado presente en algunos nacimientos en su historial laboral como enfermero. Había sostenido bebés recién nacidos en sus brazos cuando trabajaba en el hospital y se los había entregado sanos y salvos a sus respectivas madres, pero ahora…
Aion dio un profundo suspiro. Continuaba cortando. No sabía cuántas veces tuvo que cortar carne y músculo para sacar a su hijo, pero ahora no podía parar, tenía que hacerlo por este milagro, para poder tenerlo en sus brazos y sentir su llanto.
La cama y sus manos se embarraron con sangre, mientras buscaba dentro del cuerpo de ella, al pequeño bulto que se suponía era su bebé.
⸺Lo siento, lo siento tanto… ⸺le hablaba a Gris con sollozos entrecortados, aunque ella ya no sentía nada.
Tiró de la criatura cuidadosamente, horrorizado de lo pequeña que era, y se dejó caer al suelo del estremecimiento.
El niño estaba en silencio. Silencio. ¿Por qué tanta afonía lo rodeaba?
Sus manos temblaban sin parar cuando tomó el cordón para cortarlo. El último lazo que su bebé tendría con su madre. Aion sostuvo al niño en sus manos, era demasiado pequeño; tanto, que podía caber en una sola de sus manos.
⸺Un niño, Gris ⸺musitó destrozado al acomodarlo entre sus brazos. Era un niño. Su hijo. El único testigo de la unión entre él y Gris que había existido. Tan diminuto, tan débil y… frágil⸺. Es un niño ⸺sollozó.
Gris ya no lo escuchaba.
El pequeño no se movía. «¿Por qué no respira?». Aion comenzó a desesperarse aún más.
⸺Vamos, bebé, respira… ⸺rogó⸺. Por… por…
Aion tragó saliva y agitó un poco al bebé para despertarlo, pero el pánico que sentía era cada vez mayor mientras rogaba con desesperación que su hijo tuviera la fuerza para seguir con vida.
⸺¡Por favor…! ⸺le imploró a su bebé inerme en sus brazos⸺. No le hagas esto a papá… ⸺Se estremeció⸺. No puedo perderlos a los dos… No puedo perderlos a todos…
Su pequeño hijo sólo se movía por el temblor de sus manos y comenzó a llorar aún más al darse cuenta de que el niño moriría igual que su madre.
⸺¡Por favor! ⸺gritó desesperado⸺. ¡Dios, sólo…!
Se ahogó en sus palabras, un dolor punzante crecía en su pecho, la amargura invadiendo cada célula de su cuerpo al ver que el niño no despertaba.
⸺Respira…
Sus lágrimas caían sobre el frío cuerpo de su bebé. Cada segundo se convirtió en una eternidad. Una eternidad que jamás pasaba a medida que su aliento se tornaba aún más trémulo y difícil. Consideró la idea de quitarse la vida allí mismo para dejar de sentir semejante dolor. Si ellos ya lo habían dejado, ¿qué sentido tenía seguir viviendo?…
Su respiración se ralentizó ante aquel pensamiento, en la situación más horrible de su vida. Sollozó sin consuelo y lo acercó a su pecho, abrigándolo en el calor de su cuerpo. Ya no importaba, lo habían abandonado. Aion exhaló profundamente y sus hombros cayeron vencidos.
⸺Está bien ⸺suspiró con la voz quebrada, su sollozo le causaba espasmos. Afirmó al niño contra su cuerpo con mucha más fuerza, pero ya no importaba, él no quería despertar.
Aceptó que este era el final. Tal vez esto era lo mejor. Se consideraba a sí mismo una horrible persona, sin duda un padre terrible. No merecía a su hijo. No merecía ser feliz.
⸺Está bien… ⸺musitó una vez más⸺. Te amo, hijo…
Apretó los ojos y se encorvó hacia adelante mientras continuaba meciéndolo contra su pecho. Pasaron largos segundos hasta que oyó un leve sonido. Un gemido apenas perceptible, agudo y tembloroso que le envió una corriente de escalofríos.
Se le cortó la respiración y su corazón se detuvo por completo.
Aion lo apartó de sí para mirarlo. El niño tenía el rostro contraído en un sollozo, pero su voz era apenas un hilillo sofocado. Él frunció el ceño y se enjugó las lágrimas con el dorso de su mano para poder verlo mejor, aunque su vista aún estaba nublada, hasta que finalmente el pequeño se movió con extraños espasmos y gritó, haciendo que su padre lo observara sobresaltado.
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Editado: 12.11.2024