Los pecados de nuestra sangre

Capítulo 3 Ep. 3

El parpadeo de luces rojas y azules contra el vidrio de la ventana, hizo que dejara a su bebé aún dormido sobre la cama y se asomara por la rendija entre el cristal y la cortina. Su mano fue directo al revólver que tenía en su pantalón, detrás de su espalda.

Instintivamente miró hacia un lado para asegurarse de que su hijo estaba dormido, antes de revisar hacia afuera para ver qué estaba sucediendo.

Un automóvil policial estaba estacionado a unos cien pasos de su habitación de hotel, y dos oficiales interrogaban a un hombre que no se había molestado en usar camisa, y que hacía gestos exagerados con sus manos.

Aion entrecerró los ojos, tratando de entender lo que el hombre decía mientras comprobaba si su bebé seguía durmiendo. Su instinto le decía que saliera de allí de inmediato, aunque la idea de salir con el cabello aún húmedo y con su inocente hijo con este frío lo hizo dudar.

Sin embargo, cuando le pareció que los oficiales miraban en su dirección, se apartó rápidamente de la ventana y tomó a su bebé. El pequeño soltó breves quejidos y abrió las manitos como queriéndose cubrir el rostro, fastidiado por su padre, cuando Aion lo acunó en sus brazos.

Recogió y volvió a guardar las pocas pertenencias que había sacado de su mochila, y desbloqueó el seguro de la puerta, abriéndola cuidadosamente. No se molestó en cerrarla otra vez. Luego se marchó en el sentido contrario a la dirección de los policías, debía rodear el hotel hasta llegar al estacionamiento para autos.

Miró hacia atrás para asegurarse de que nadie notaba su presencia mientras se alejaba con prisa de allí y giró hacia la esquina del complejo de habitaciones donde se detuvo, asomando la cabeza para observar una vez más.

Una mujer rubia, con el pelo atado en un moño desprolijo y que llevaba bata y pantuflas le estaba asintiendo a uno de los oficiales, y luego señaló en la dirección de su habitación. Aion maldijo entre dientes.

Tenía que salir rápido de ese lugar. El miedo a ser descubierto empezaba a formar un nudo en su estómago. Acercó a su bebé aún más a su pecho y continuó su camino detrás del aparcamiento, buscando poner una buena distancia entre ese lugar y él.

Quería entrar al auto y huir de ahí a toda velocidad, pero sabía que eso solo haría más obvio y fácil para ellos dar con él. Su mente ya estaba formulando posibles opciones en caso de que la policía lo detuviera. Maldita sea.

Decidió que era hora de cambiar de coche. Se quitó la mochila y acomodó a su bebé lo más que pudo sobre ella, suplicando que siguiera durmiendo mientras trotaba hacia uno de los autos que no tenían alarma. Luego rompió el vidrio de una de las ventanillas con la mayor discreción posible e intentó arrancar el coche.

Le sudaba la frente y tenía ganas de vomitar, tantas cosas que le sucedían al mismo tiempo que pensaba en que no había conseguido un asiento para el bebé, ni sus medicinas, pero podía ocuparse de eso luego. El motor rugió y Aion jadeó de alivio. Recogió a su bebé dormido sobre su mochila, tomó sus cosas y se largó.

Condujo rápido pero con cuidado mientras observaba los movimientos de la policía en el espejo lateral para asegurarse de que no lo habían notado. Sus hombros se relajaron abruptamente cuando liberó la tensión que sentía; el hotel parecía cada vez más lejos de él. Tenía que encontrar un lugar para ocultarse antes de que su mente volviera a ser un caos.

El bebé se revolvió en su regazo y dejó escapar un pequeño gemido, tratando de ponerse cómodo en los brazos de su padre mientras Aion conducía con extremo cuidado. Ya no estaba seguro de continuar su trayecto hacia el sur sabiendo que la policía pudo seguir su rastro hasta ese lugar. No era una buena señal, pero estaba a medio día de cruzar el límite interestatal, y decidió que valía la pena arriesgarse.

Su hijo era apenas un quejido apagado entre tantas frazadas y abrigos, y su fiebre estaba aumentando de nuevo a pesar de que afuera hacía frío.

Aion aún estaba tan agotado… tan cansado, que se habría detenido a la orilla de la calle y se habría dispuesto a dormir por un par de horas más.

⸺Ya casi ⸺le dijo a su hijo despacio⸺. Sólo un poco más y podré atenderte. ⸺Tragó saliva nerviosamente y pisó el acelerador un poco más fuerte para moverse más rápido hacia su destino.

 

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Frunció el ceño a la chica de la farmacia donde se había detenido para comprar los antibióticos. Ella lo observaba con sus ojos oscuros y brillantes, las cejas alzadas y una sonrisa educada en su rostro, esperando la respuesta de Aion mientras él tenía un conflicto interno sobre el nombre de su hijo.

No había pensado en eso. Algo tan simple como eso se le había pasado por alto. Había hablado con Gris acerca de los nombres que le gustaban si era una niña o niño, pero no recordó ninguno de los nombres para niño.

⸺Hum… Es, es… ⸺titubeó nervioso. Miró a su pequeño en sus brazos por un momento. Todavía estaba dormido, un intenso rubor en sus mejillas debido a la fiebre. Aion volvió sus ojos a la chica⸺. M-Ma-Matías…

La joven mujer sonrió aún más y fue a buscar las medicinas y los frascos de fórmula que Aion le había encargado, ignorando la forma en la que él miraba a su hijo con el ceño fruncido y decidía si le gustaba el nombre que había elegido para su bebé, o si Gris hubiera estado de acuerdo.




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