Aion Samaras era un extraño en ese pueblo sureño en el que estaba. Las noticias sobre él habían cesado, y supo entonces que estaba ya demasiado lejos de su ciudad.
El centro de salud constaba de una pequeña sala de espera bien iluminada, con cuatro asientos vacíos en el pasillo anterior al consultorio médico, donde debía esperar pacientemente.
Asintió a los demás presentes que aguardaban su turno para ser atendidos y se permitió relajarse al ver que todos eran ya adultos mayores que no le prestaban atención.
Cuando fue su turno de entrar en la sala, un doctor pequeño y robusto, con el cabello canoso y ligeramente desordenado le dio la bienvenida. Su rostro estaba zanjado con arrugas profundas. Sus ojos, serenos y oscuros contrastaban con su bata blanca impecable. Su tono era amable, a pesar de que lo saludó con un firme apretón de manos. Estaban frías.
⸺Yo no soy pediatra ⸺dijo con claridad y calma. Sin embargo, ya estaba llamando a dos enfermeras más para que vinieran a ayudarlo.
Aion intentó mantener la calma. Evitaba mirar a cualquiera de ellos a los ojos. Estar rodeado de desconocidos que bien podrían reconocerlo en cualquier momento era peligroso.
Inspiró profundamente y se enderezó cuando dejó al bebé en manos del médico y las enfermeras. Necesitaba de todas sus fuerzas para reprimir la ansiedad que le provocaba no tener a Matías en sus brazos, y que ellos estuvieran alrededor de su pequeño niño indefenso mientras él respondía a las preguntas básicas que le hacían sobre el niño.
⸺¿Cuál es su fecha de nacimiento?
Aion parpadeó, sorprendido por esa pregunta tan simple, y se dio cuenta que no sabía qué día era, o qué hora exacta y el pánico lo acechó de nuevo.
⸺Es… Tiene apenas dos días ⸺respondió. La enfermera lo miró en silencio, no parecía esperar esa respuesta, pero igual asintió y anotó una fecha.
⸺¿Nombre Completo? ⸺preguntó la mujer, sin alzar los ojos del papel.
⸺Eh, Matías Sa… ⸺se detuvo⸺. Matías Ledesma.
Su pecho se oprimió con una sensación desagradable y respiró hondo. Miró a la enfermera con la esperanza de que dejara de hacerle preguntas.
Todo lo que tenía que ver Gris Ledesma hacía sangrar su corazón, pero se tragó lo que sentía y dirigió la mirada a Matías más allá, mientras el médico continuaba con el control de rutina. Su mente no lo dejaba en paz. Le costaba procesar los sucesos que lo habían llevado a esa situación y aceptar lo que había pasado.
Se le rompió el corazón al escuchar al bebé gritar y sollozar cuando le suministraron las vacunas que su hijo debió recibir apenas nacido. Aion estaba sufriendo por dentro por su bebé, sus ojos se empañaron con amenazas de lágrimas y miró a otro lado tragando saliva con fuerza. Quiso apartarlos a todos y alzar a Matías para arrullarlo y sostenerlo firmemente en sus brazos, pero sabía que esto era necesario.
⸺Las vacunas son gratuitas en todo el país ⸺dijo por fin una de las enfermeras, dirigiéndose a él por primera vez en toda la cita médica⸺. Sus primeras dosis ya están completas. La infección que le está causando fiebre no es grave, pero es muy pequeño todavía.
Aion permaneció en silencio, tratando de mantener sus pensamientos claros, mientras escuchaba con atención al médico. El médico que estaba revisando a su hijo se volvió hacia él con sus labios curvados hacia arriba y apoyó una mano en la parte posterior de su codo, pidiendo su atención.
⸺Para serle sincero ⸺dijo con firmeza mientras hacía un ademán a las enfermeras para que se retiraran⸺, el niño está sano… pero tiene problemas respiratorios.
Aion sintió la tensión anudándose en su estómago, y el médico continuó:
»⸺Sus pulmones no han alcanzado un nivel adecuado de madurez al nacer y eso le está trayendo algunos problemas. Me sorprende que no lo hayan dejado en observación por un par de semanas, es realmente preocupante… ⸺El hombre hablaba y Aion sentía que el mundo se le estaba viniendo abajo mientras intentaba procesar aquellas duras palabras⸺. Sin embargo…, es un niño fuerte, y sano.
Aion miró al doctor consternado, mientras el otro hombre escribía algo en una orden médica y después le comentó que el niño necesitaría además de un inhalador para sus pequeños pulmones. Se le hundió el corazón al ver que Matías iba a necesitar atención médica más frecuente de lo que él pensaba, pero intentó sonreírle al médico.
⸺Gracias ⸺dijo en un débil ronquido angustioso y apretó los labios cuando miró a su hijo. Estaba tan tranquilo sobre la pequeña camilla acolchonada que habían preparado las enfermeras, escondiendo su rostro con sus pequeñas manos.
El hombre acercó sus fríos dedos al bebé, y Matías se estremeció ante el contacto, abriendo sus ojos. Empezó a quejarse y retorcerse cuando se lo entregó a él y Aion lo tuvo en sus brazos. Observó a Matías fijamente, sin decir una palabra mientras el hombre volteaba para hacer algunas anotaciones en la libreta del niño.
⸺Sus… S-Sus… ojos... son... ⸺mencionó Aion alarmado, y alejó la manito de Matías de su rostro haciendo que el bebé comenzara a gemir fastidiado de nuevo.
El médico hizo que Aion inclinara al niño hacia el foco de luz blanca que iluminó su rostro, y finalmente Aion los vio. Sus ojos. Diferentes.
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Editado: 12.11.2024