Los pecados de nuestra sangre

Capítulo 6 Ep. 4

⸺Todos son buenos niños que necesitan amor y cuidado. Tratamos de hacer todo lo posible por que tengan una infancia con las mismas oportunidades para cada uno de ellos, sin que tengan que preocuparse por nada mientras reciben educación y atención médica ⸺comentaba la institutriz mientras subían las ruidosas escaleras hacia el salón principal, donde había un grupo de niñas haciendo gimnasia y otros pequeños gritaban y corrían por los pasillos.

»No es una tarea fácil, ya que no recibimos financiamiento del Estado. Todo lo que hacemos es gracias a las donaciones que recibimos de todas partes de Wintercold… Principalmente de la ciudad. Me han contado que es una ciudad enorme, seguro que usted conoce… ⸺siguió ella, pero los ojos de Sam deambulaban por las salas y pasillos, aún con la esperanza de que su hijo estuviese aquí.

Asintió ante las palabras de Clara, la ciudad de Wintercold tenía su magia, pero no era todo un espectáculo como ella pensaba. Había una oscuridad detrás de la fachada de la ciudad, en las sombras que se cernían sobre todos.

⸺Sí, lo sé ⸺respondió en un tono amargo mientras pensaba en los secretos que guardaba aquella metrópoli.

Sin embargo, era consciente de que sus sentimientos hacia Wintercold sesgaban su juicio de la ciudad. Era una ciudad grande, y también lo era el orfanato.

Tal vez aquí, lejos del centro, pudiera haber alguna apariencia de felicidad, lejos de todo lo que le había hecho daño a él y a su hijo.

La pregunta ahora era, ¿tenía él el derecho de quitarle eso a su hijo que llamaba hogar a este orfanato? Se le oprimió el pecho al pensarlo.

Clara seguía hablando de la importancia de las donaciones en el albergue para niños, de la educación que recibían y demás. Sin embargo, la mente de Sam estaba lejos de allí. Intentaba concentrarse en la conversación, pero lo único que resonaba en su mente era «¿Dónde está?»

La mujer observó su semblante con curiosidad.

⸺Está pálido, ¿está bien? ⸺le preguntó.

Sam respiró hondo, intentando recomponerse. Trató de darle una sonrisa tranquilizadora, pero resultó ser más como una mueca cansada.

—Estoy bien —respondió, aclarándose la garganta y apartó la vista.

La mujer sonrió.

⸺No se preocupe, sé lo nervioso que se siente. No es el primero que viene a este lugar sin saber cómo es el proceso de adopción.

Sam meneó la cabeza y bajó la mirada. Este no era un proceso de adopción común y corriente para él.

⸺Sí, supongo que… ⸺Se detuvo cuando cruzaron la biblioteca y vio a otra institutriz leyéndole un libro infantil a un pequeño niño⸺. ¿Ese es…?

Jadeó, comenzando a temblar de nuevo. Clara seguía caminando, pero se detuvo unos pasos más allá al notar que él no la estaba siguiendo.

⸺Oh, ese pequeño es tan raro… ⸺comentó, volviendo en sus pasos. Los ojos de Sam se dirigieron hacia ella con odio⸺. Es un niño muy extraño.

Sam apretó los puños.

«Niño extraño», lo había llamado, como si fuera un fenómeno de la naturaleza. Se le tensó la mandíbula. Estaba a punto de decir algo, pero se detuvo. No podía ceder a la ira que sentía, tenía que mantener su coartada, por mucho que deseara estrangularla en ese instante por el desafortunado comentario que había lanzado.

Clara llamó sutilmente a la otra institutriz más joven que identificó como «Lourdes», y la chica le dijo algo al niño, dejándolo sentado con el libro en sus pequeñas manos.

⸺Hola. ⸺Saludó a Sam, pero éste apenas reparó en ella. Aún miraba al niño.

Ambas mujeres sonrieron.

⸺Ven. ⸺Clara lo tomó despreocupadamente del brazo–. Te lo presentaré.

Sam sintió que se le cortaba el aliento mientras Clara lo guiaba hacia el niño. Su corazón martilleaba en su pecho y sus palmas comenzaron a sudar. Ni siquiera estaba al tanto de que la mujer lo agarraba del brazo, empujándolo un poco hacia el niño.

Trató de mantener su rostro impasible, pero estaba seguro de que estaba fallando. Estaba seguro de que ellas notarían las emociones que se abarrotaban por salir a la superficie. Se acercó, aún escéptico. El pequeño niño podía o no podía ser su hijo, y no estaba seguro de si quería descubrirlo.

⸺Nevan ⸺lo llamó Lourdes, y él frunció ligeramente el ceño.

«¿Nevan? ⸺pensó⸺. ¿Qué clase de nombre es ese?»

⸺Nevan, quiero que conozcas a alguien ⸺dijo la institutriz con suavidad, pero el niño no apartaba la mirada del libro.

Clara suspiró.

⸺Dele tiempo ⸺le dijo a Sam⸺, Nevan es quien decide cuando quiere ver a alguien o no.

⸺… N-Nevan ⸺Sam se atrevió a llamarlo suavemente, y un golpe brusco, justo en el medio de su pecho, lo hizo estremecer cuando vio al niño levantar la vista del libro.

Sintió que el viento lo empujaba hacia atrás, casi haciéndolo desfallecer mientras toda clase de emociones lo abrumaban en ese instante.

Sus ojos. Era él. Su hijo, su pequeño niño que había dejado con apenas unas semanas de vida sin siquiera saber si sobreviviría, ahora lo miraba fijamente, con el rostro serio, con sus pequeños ojos extraños. Tan grande y pequeño a la vez.




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